Contracción de “law” (ley) y “warfare” (expedición bélica), define al uso del Poder Judicial al iniciar causas para dificultar la tarea del gobernante o impedir la carrera del oponente, dadas a conocer por los medios de comunicación. En la época del general San Martín, las tramoyas, el espionaje y la prensa escrita eran las vías para eliminar a alguien de la escena política, como surge de estas cartas suyas:
“Sí, tuvo usted gran parte (en la formación del congreso peruano), pero fue en las bajas intrigas que usted fraguó para la elección de diputados, y para continuarlas, en desacreditar por medio de la prensa y sus despreciables secuaces, a los ejércitos aliados, y a un general de quien usted no había recibido más que beneficios, y que siempre será responsable al Perú de no haber hecho desaparecer a un malvado cargado de crímenes como usted” (a José de la Riva Agüero, 23 de octubre de 1823).
“A mi regreso del Perú, y no a mi retirada, como dice el ‘Argos’, yo no trepidé en adoptar un plan que al mismo tiempo que lisonjeaba mi inclinación, ponía a cubierto de toda duda mis deseos de gozar una vida tranquila que 10 años de revolución y guerra me hacían desear con anhelo. (…) En medio de estos planes lisonjeros, he aquí que el espantoso ‘Centinela’ principia a hostilizarme; sus carnívoras falanges se destacan y bloquean mi pacífico retiro; entonces fue cuando se me manifestó una verdad que no había previsto, a saber: Que yo había figurado demasiado en la revolución para que me dejasen vivir en tranquilidad. Conocí que mi posición era falsa, y que a la guerra de pluma que se me hacía yo no podía oponer otra que esta misma arma, para mí desconocida” (a Martiniano Chilavert, 1 de enero de 1825).
“Sé el empeño que se ha puesto en hacer creer que el general San Martín no ha tenido otro objeto en su viaje a Europa que el de intrigar a fin de establecer monarquías en América. Los miserables que han hecho circular tan indignas imposturas no conocen que los sentimientos que francamente he manifestado sobre este particular nada tienen que ver con los respetos que se deben a la mayoridad de la nación, por la cual me sacrificaría gustoso a pesar de la divergencia de mis opiniones con las que profesa esta mayoridad” (a Tomás Guido, 6 de enero de 1827).
“A 2 meses de mi llegada a Mendoza, el gobierno que en aquella época mandaba en Buenos Aires no sólo me formó un bloqueo de espías, entre ellos uno de mis sirvientes, sino que me hizo una guerra poco noble en los papeles públicos de su devoción, tratando al mismo tiempo de hacerme sospechoso a los demás gobiernos de las provincias; por otra parte, los de la oposición, hombres a quienes en general no conocía ni aun de vista, hacían circular la absurda idea que mi regreso del Perú no tenía otro objeto que el de derribar a la administración de Buenos Aires, y para corroborar esta idea mostraban, con una imprudencia poco común, cartas que ellos suponían les escribía” (a Juan Manuel de Rosas, 5 de agosto de 1838).
Así que no es cosa nueva maquinar, merodear y a para que la opinión pública rechace a personas cuya responsabilidad es difícil de verificar judicialmente.
Por la Asociación Cultural Sanmartitiana Mí Tebaida.