sábado, 27 de julio de 2024

El pueblo crece, se percibe en las obras de la gobernación militar, ya es una ciudad. Es necesario cuidar algunos detalles y exigir a las autoridades que se hagan cargo de lo que corresponda.

¿Cómo es posible que nadie conozca dónde se deposita un caballo impertinente? Esto es un problema para el jefe operador de la Compañía Broadcasting de la Patagonia S.A. El 1°  de octubre de 1946, un caballo entra al predio, rompe antenas y árboles. Muy enojado, lo enlaza y lo lleva a la comisaría de La Loma, pero “no lo quisieron recibir, me respondieron que lo lleve al matadero”. Ahí va el jefe operador con el caballo cuesta abajo por la calle Alem, pero “tampoco lo quisieron recibir. Insistí y lo aceptaron”.

Escribe un informe y lo envía al director de la radio después de ir y venir con el caballo. Al final del escrito dice que “se deberían exigir medidas sobre este tema porque nadie se hace cargo”. El director está de acuerdo con él y eleva la misma nota al interventor municipal.

Pero al interventor no le gusta que le digan lo que tiene que hacer, por eso manda a revisar la tela que rodea las plantas de transmisión. El inspector eleva un informe donde dice que “la tela está rota en varias partes, que hay lomadas y que los yeguarizos que andan sueltos son mansos” y que antes de “salir a reclamar seguridad deberían arreglarla”.

No más notas ni palabras, ¡a quién se le ocurre!

Extraído del libro “Crónicas del Centenario” editado por Diario Crónica en 2001

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