En un recuadro de tapa de la edición del 6 de julio de 1975, La Opinión con el título “Extorción en el mostrador”, reflejó irónicamente los límites de la demanda en un diálogo del barrio norte:
-Dos pollos, don Pedro.
-Dos no puedo. Uno.
-Dos pollos, y esa caja de vino Valmont.
-Así, sí. ¿Qué más va a llevar?
-Dos rollos de papel higiénico y una lata de bacalao noruego.
-Como no.
La gran mayoría de la población vivía al día, a los saltos, y para reflejarlo el periodismo salió a la calle bajo la batuta de Alfredo Serra, reflejando diálogos, anécdotas, color:
Tomas Arizio, 57 años, casado, un hijo, metalúrgico: “La incertidumbre, eso es lo peor. En qué país vivimos ahora, nadie lo sabe. Cuánto vamos a ganar, nadie lo sabe. Ayer nos prometieron un adelanto. No me interesan las limosnas, quiero mi sueldo aunque sea modesto. Trabajao desde las 8 de la mañana hasta las 12 de la noche. Y ya ve, apenas puedo comprar pan, leche, huevos y un poco de maíz para hacer locro”.
Gloria González: “Qué si quiero whishy? Usted está mal de la cabeza. Pan, leche, fideos y gracias. Quien paga 14.000 pesos por una botella de whisky? No se olvide que yo trabajo en el gremio más castigado… trabajo en la escuela oficial y en la privada, y entre las dos no llego a ganar 500.000 pesos. Me deben plata desde marzo”.
Francisco Bilbao, 84 años, jubilado: “Un kilo de pan y dos botellas de leche. No, nada más. ¿Qué quiere que compre? Mi último sueldo como jubilado fue de 130.000 pesos. Menos mal que vivo con mi hija… estoy en el país desde el año 12, nunca vi una cosa igual”.
Delia, tiene algo más de 50 años: “Los otros días estuve por Pasteur y Lavalle, buscando una tela para un vestido… 2 metros y cuarto me costaron 40.000 pesos, y eso que es una lanita bastante ordinaria… hace 3 meses cuando se casó mi hijo mayor, la misma cantidad de género me costó 9.000 pesos y era mucho mejor, tipo gabardina”.
Amalia es profesora de castellano: “Cuando nos juntamos en una casa con las amistades nos sale unos 3.000 pesos por cabeza. Si uno ya no puede verse con nadie, hace dos meses que no puedo comprarme un par de zapatos… los otros días fui a comprar un lápiz de labio… hace 3 meses lo pague 2.900 ahora me salió 9.000”.
Dialogaban en la línea 7 dos amigos. Carlos Raul del Cerro y Jorge Svagel: “Mirá flaco, esto no da para más, laburamos 10 horas por día y no hay plata que alcance. Nos prometieron un aumento pero todavía no lo vimos y vaya uno a saber cuándo veremos un peso… vas a un almacen y te cobran lo que quieren, si es que hay eso que vas a comprar; vas a un taller mecánico y te asaltan, vas a un reataurante y te tenes que quedar a lavar los platos… A mí qué me importan los planes económicos, ni el precio del dólar; a mí me preocupa que por mi trabajo me paguen los suficientes para vivir decorosamente, y eso está cada vez más lejos”.
Una foto en la calle Irala y Australia, a las 10 de la mañana muestra una larga cola de gente con dama juanas esperando en la mañana del jueves 24 de julio para que el señor del camioncito les venda un litro de kerosene. Ni uno más ni uno menos. 12 horas bajo el frio por un litro de kerosene con el cual cocinar y calentarse.
Mirtha Legrand en su realidad
(Fragmento de la revista Gente y La Actualidad)
“Naturalemente la crisis ha cambiado mi ritmo de vida, lo mismo que el de casi todos”, declaró Mirtha Legrand. “Antes de usar el auto lo pienso dos veces. Antes compraba 5 diarios, ahora solo 2, también he disminuido mis gastos personales y en el plano hogareño hemos disminuido las invitaciones… el domingo telefoneo Marcela desde Capri, donde estaba pasando vacaciones con su marido. Estaba tan angustiada por nuestra situación que casi lloraba”.
En agosto de 1975 estaba fuera de la televisión y se preparaba para hacer teatro con Alberto Argibay. Sostenía que “la televisión tiene que ser forzosamente privada… antes teníamos un solo canal deficitario, el 7. Ahora tenemos 4, hay falta de trabajo y una mediocridad general.
Extraído del libro “Nadie fue”, de Juan B. Yofre