jueves, 20 de marzo de 2025

“La opción para el ciudadano que ocupaba la presidencia era muy simple: o se aferraba a su postulación teórica de años anteriores y el petróleo seguía durmiendo bajo tierra, o se extraía el petróleo con el auxilio de capital externo para aliviar nuestra balanza de pagos y alimentar adecuadamente a nuestra industria. En una palabra: o se salvaba el prestigio intelectual del autor de Petróleo y política (publicado en 1954) o se salvaba el país. No vacilé en poner el país por encima del amor propio del escritor”, afirmó Arturo Frondizi en 1963.

La clave era el acero, pero por absorber 30% de las importaciones, Frondizi y Frigerio lanzaron primero la “batalla del petróleo”, junto a Arturo Sábato. El gobierno firmó 13 contratos. “Durante medio siglo produjimos 30% [del petróleo que consumimos] e importamos el resto. En 60 días se firmaron los contratos, a los 6 meses se comenzó a producir petróleo, en 3 años logramos el autoabastecimiento. La Banca Loeb tiene en Mendoza una producción equivalente a la de YPF, pero emplea 350 agentes, contra 2500 de YPF. El costo del petróleo importado es de US$20 por m3; el costo a precios contractuales es, en promedio, de US$10, es decir, la mitad”, declaró Rogelio Frigerio ante una Comisión Investigadora.

El número de pozos perforados pasó de 389 en 1958, a 584 en 1959, 1183 en 1960 y 1619 en 1961. Durante el gobierno de Frondizi la extracción total pasó de 5,7 millones de metros cúbicos en 1958, a 15,6 millones en 1962, lo cual implica un aumento de 175%; en tanto que la importación cayó de 7,5 millones de metros cúbicos en 1958 (57% del consumo total) a 1,2 millones en 1962 (7% del consumo total). En 1962, la Argentina estuvo muy cerca de lograr la meta del autoabastecimiento petrolero. Aunque menos que la de los contratistas, entre 1958 y 1962 también aumentó la extracción propia de YPF (110%), la cual en 1962 alcanzó a 2/3 de la extracción total.

Los contratos gracias a los cuales se obtuvieron estos resultados fueron anulados a partir de octubre de 1963, ¡por razones de forma, no de contenido! El dilema de Frondizi no sólo consistía en la tensión entre lo que había escrito y lo que pensaba que se debía hacer, sino en cómo lograrlo rápido. ¿Se lo hubiera aprobado el Congreso Nacional? Este último dilema tiene enorme actualidad, porque la suma de los derechos adquiridos equivale a varios PBI, pero -en el mejor de los casos- contamos con uno solo.

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