miércoles, 23 de abril de 2025

Osvaldo Bayer, con Juan Carlos Chayep crearon “La Chispa… contra el latifundio, el hambre y la injusticia”, según rezaba la frase que acompañaba al nombre.

Su primer artículo había sido contra Feldman Josin, al que llamaba “nuestro director”, “funcionario de la Comisión del Paralelo 42°”, “defensor de ganaderos”. Rememoró en la conferencia “la denuncia del periodista contra el director por la denuncia de Feldman Josin, patriarca que le gritó a Perón que era un vil tirano… después de setiembre del ’55.” Todo ese artículo había sido hecho con terrible mordacidad.

Respecto del Paralelo 42, en su editorial del 15 de mayo de 1956, el “Esquel” comentaba que seguía vigente el régimen aduanero establecido por Decreto 3824/45 y su ley complementaria 22497/53. “Nosotros hemos tenido palabras claras respecto del paralelo 42. Hemos dicho que se trata de una franquicia que ha hecho muy bien al pueblo sureño y que ha posibilitado dotarlo de una serie de vehículos que, de otro modo, estaríamos pidiendo todavía, sin éxito. Ha permitido vitalizar muchos aspectos de la economía y hubiera constituido un factor de verdadero progreso si no se hubiesen metido los políticos y gente foránea”.

En una de sus primeras notas, en recuadro, “La Chispa” decía: “Del brazo del pueblo, luchar por él”, y afirmaba que sus páginas “…están abiertas a todo aquel que nos pueda demostrar que es un trabajador. Pero estarán cerradas a los explotadores, a los que se autotitulan democráticos, a los padres de la patria’ que nos legan la vergüenza de una ciudad rodeada por el hambre y la ignorancia.”

En sus páginas caían bajo la crítica mordaz, el Intendente, los concejales, el director del “Esquel”. Pero también denunciaba la usurpación de tierras de indígenas, a los ganaderos que hacían pastar su hacienda en zonas declaradas intangibles, las maniobras de desabastecimiento de Lahusen.

Bayer siguió su monólogo, seguido con atención por la amplia audiencia. “La Chispa se hacía en un altillo, con una imprenta Minerva, letra por letra, a cargo de Álvarez. Denunciamos el despido de Yagüe Velazco, de Bahía Blanca. Tratamos el drama de las tierras de Cushamen, de Nahuelquir, con 625 has. perdidas en manos de Breide, El Kasem y Telleriarte.” Seguramente herido por las circunstancias, Feldman Josin lo había denunciado en Buenos Aires ante varios organismos, la Federación Argentina de Prensa, Noticias Gráficas y el diario El País.

Y así, apoyado en las fotocopias que le dieron en la Biblioteca Pública, fue releyendo notas y títulos de un pequeño semanario, polémico, explosivo, de breve duración, que la inmensa mayoría de los allí presentes, desconocía. Y a cada nota le agregó un recuerdo, un dato, un comentario, alguna humorada festejada por el público.

Entre otras, citó la nota sobre denuncias de reuniones de estancieros y su decisión de no pagar aumentos de sueldos. “Leleque no paga”. Así decía el enjuto y rojizo ganadero de origen inglés. “La Chispa” señalaba que aquella frase “…pasará a la historia de la expoliación inglesa de la tierra argentina”.

También comentó la denuncia contra la casa Lahusen, que tenía azúcar guardada en el sótano y acaparaba este producto para aumentar los precios. El hecho fue denunciado por un pibe, “La Chispa” tomó la posta y se armó la revuelta; tuvieron que entregar azúcar. “Nosotros también teníamos nuestros informantes…”

Un día, dos gendarmes fueron a su casa. Le dijeron que en las ciudades fronterizas “no se podían escribir las cosas que usted escribe, y se debe ir en 48 horas”. No tenía plata, no había cobrado nada, y con el diario no cubrían los gastos pese a que se vendía bien. Finalmente pudo viajar a Buenos Aires, donde entró en el diario Clarín. Estuvo 15 años en la redacción de dicho matutino.

Textos del libro “Esquel…del telégrafo al pavimento”, de Jorge Oriola

 

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