Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta llevan adelante una campaña más larga de la que imaginaron, tanto que todavía no saben si serán o no candidatos. Antes de la competencia final tienen que pasar por el duro trámite de las primarias, unas PASO peligrosas, no exentas de durísimas zancadillas que están obligados a disimular ante el electorado de la coalición que les piden que no se peleen.
Solo uno se quedará con el premio de representar al espacio en las elecciones que cambiarán la historia de Juntos por el Cambio, con un nuevo liderazgo que le podría asegurar la victoria en las elecciones generales, según buena parte de los pronósticos.
Bullrich: Fiscalización y miedo a la traición
Bullrich es quizás la más preocupada por las traiciones internas y las presiones externas en este sprint final. Favorita en la mayoría de las encuestas, pero con poco despliegue territorial y recursos limitados, tomó algunas decisiones para garantizar que sus votos estén bien contabilizados.
Así fue que organizó un sistema inédito de fiscalización, con poca coordinación general pero gran involucramiento de cada jefe distrital. Cada provincia tiene un responsable general y una organización local, que exige un involucramiento de todas las instancias, incluyendo la trazabilidad hasta el escrutinio definitivo.
La Provincia de Buenos Aires es la que genera más esfuerzo. Tiene 40.037 mesas en 6550 escuelas lo que, en principio, exige por lo menos 40 mil fiscales más los fiscales generales por escuela, y una logística para movilizar esa fenomenal estructura en un territorio dominado por el peronismo, que se apuró en reservar todos los autos de alquiler para ese día. La oposición solo puede reemplazarlos con autos propios.
A pesar de eso, el coordinador general Guillermo Sánchez Sterli, está tranquilo. Quilmeño y con toda su carrera política realizada junto a Cristian Ritondo, dividió la provincia en 8 jefes (uno por sección electoral) y acordó con los líderes territoriales del espacio un responsable. A su vez, ese responsable por sección electoral tiene otro jefe por distrito y finalmente, cada localidad es el que convocó a los fiscales de los barrios, toda gente del lugar.
Sterli tiene a su estructura fuertemente movilizada. Es habitual escuchar comentarios del tiempo y esfuerzo que lleva la capacitación y organización de este sistema, fuertemente vertical, como en general sucede en toda la campaña territorial de Bullrich en todo el país, donde siempre hay un “jefe” a quien reportar. “Tenemos poco tiempo y no podemos fallar”, dicen en el bunker de Patricia.
Cuando Bullrich se equivoca en una declaración, lee rápidos papeles que le prepararon y que luego repite con errores o muestra debilidad a la hora de defender sus ideas económicas, es porque su foco está puesto en la organización de ese sistema. Extremadamente exigente con ella misma y desconfiada de todos, armar y controlar ese equipo nacional que tiene que ganar las elecciones y con el que espera gobernar la Argentina no le resulta sencillo, pero nada le hace perder el optimismo.
Larreta: incorporación de figuras y dificultades de liderazgo
Del lado de Rodríguez Larreta las cosas son parecidas, pero distintas. El jefe porteño tiene una organización importante desplegada en todo el país y aliados en cada uno de los territorios. No le tiene miedo al conteo de los votos ni tampoco la incorporación de nuevas figuras políticas a su equipo, desde el radical Facundo Manes hasta la exgobernadora bonaerense María Eugenia Vidal.
Si fuera por él, sumaría un nuevo respaldo por día a su candidatura hasta las PASO. Hace tiempo camina por ese esquema, pero sin éxitos electorales no tenía forma de demostrarlo.
Pero con la victoria de Claudio Poggi en San Luis y Marcelo Orrego en San Juan, y más que nada con el triunfo en las PASO de Maximiliano Pullaro en Santa Fe, que reforzó Nacho Torres en Chubut, todos dirigentes que parecen utilizar el “método Horacio” por su moderación y la incorporación de aliados varios -incluidos peronistas-, la prédica larretista levantó puntos en el mundo político.
Sus desafíos, en cambio, siguen siendo los mismos desde que emergió Bullrich en el escenario del PRO. Primero, su dificultad para afrontar las sorpresas políticas. Su activo siempre fue la carrera de fondo, pero los escenarios de la nueva cultura son más exigentes y acelerados, donde Larreta suele quedar desubicado.
En ese sentido, Patricia fue una sorpresa que negó, más tarde pretendió domesticar y terminó aceptando, enojado. Le llevó meses volver a enfocarse y reencontrarse con su camino, donde se lo ve distinto.
Es que siempre estuvo cómodo en el bajo perfil de la “gestión” y, tarde, se dio cuenta no solo que en la propia Ciudad de Buenos Aires que lo tuvo 8 años de jefe de Gabinete y 8 años de jefe de Gobierno ya no es el favorito de las encuestas. Además, que ser Presidente es una escala distinta a la de brindar servicios de intendente y el electorado requiere líderes y no tanto gestores.
“El liderazgo es el principal tema de la campaña. Después de la presidencia de Alberto Fernández, que básicamente hizo colapsar la autoridad de la Casa Rosada, es imprescindible reconstituir lo que es el kilómetro cero de la autoridad que solo se hace a través de un gran liderazgo”, comenta en estricto off un asesor vinculado a Rodríguez Larreta, analizando lo que considera es el principal desafío que tiene el jefe porteño.
“Patricia tiene otros problemas, como el riesgo de convertirse en una Cristina de derecha, pero la demanda de orden y liderazgo es lo que está en cuestión y son claramente los activos de Bullrich, por lo menos en la percepción de la gente”, agregó.
Y concluyó explicando que “los dilemas de Horacio con (Mauricio) Macri y las explicaciones que siempre tiene que dar por si se junta o no con los peronistas, son debilidades que intenta superar con las victorias provinciales de las últimas semanas, que probaron que su método es apropiado para estos tiempos de retirada del kirchnerismo del poder”.
Aunque Bullrich y Larreta no son los únicos que juegan sus fichas en Juntos por el Cambio. Los radicales acompañan las fórmulas presidenciales y las de gobernador en la provincia de Buenos Aires, en un tablero que puede dejar bien parados a unos y más bien enclenques a otros.
Además hay partidos más pequeños que forman parte del debate, no solo la Coalición Cívica de Elisa Carrió sino también el Encuentro Nacional Federal de Miguel Angel Pichetto. Y un sinnúmero de agrupaciones más pequeñas, que en todo el país conforman las alianzas opositoras.
Y también juega Mauricio Macri , el expresidente que no tuvo la chance de reelegir pero sigue teniendo gran influencia entre los votantes opositores, un electorado que mira cada uno de sus pasos para ver si inclina o no la balanza en la primera elección que no lo tendrá de candidato.