martes, 1 de julio de 2025


Ayer comenzó uno de los juicios más importantes y esperados en el último tiempo en el país, en el que se investiga la muerte de Fernando Báez Sosa a la salida de un boliche de Villa Gesell en enero de 2020. Tras los rechazos a los pedidos de nulidad, el litigio continuará durante la feria judicial.

Desde un comienzo los ocho rugbiers acusados de cometer el crimen decidieron realizar un pacto de silencio, y por este motivo ninguno de los detenidos que se encuentran alojados en un penal de Melchor Romero declaró sobre lo que ocurrió aquella noche fatídica.

Todos llegaron al juicio bajo la misma imputación que prevé la condena de prisión perpetua: «Homicidio doblemente agravado por alevosía y por el concurso premeditado de dos o más personas» y «lesiones leves«. Aun así, es importante mencionar que la investigación pudo determinar que entre los acusados hay dos grupos que se dividieron según los roles que cumplieron en el momento del asesinato.

Máximo Thomsen, Ciro Pertossi, Enzo Comelli, Matías Benicelli y Blas Cinalli, según la imputación hecha por la fiscal Verónica Zamboni, “abordan por detrás a Fernando Báez, aprovechándose de que el mismo estaba de espaldas e indefenso, y de esta manera actuando sobre seguro, en virtud de la superioridad numérica y física, lo rodean, se abalanzan sobre él y comienzan a propinarle golpes de puño en su rostro y cuerpo hasta que cae inconsciente y pierde la vida».

Y se agrega: “Le propinaron allí en el suelo, varias patadas en su rostro y cabeza, causándole lesiones corporales internas y externas, las cuales provocaron su deceso en forma casi inmediata, al causarle un paro cardíaco producido por shock neurogénico debido a un traumatismo grave de cráneo”.

Además, en la imputación se agrega que Ayrton Viollaz, Lucas y Luciano Pertossi “previo acuerdo y distribución de tareas con los otros sujetos activos, también participaron premeditadamente de la agresión con el fin de dar muerte a la víctima, posibilitando fundamentalmente la comisión del hecho, ya que rodearon tanto a Fernando Báez Sosa como a los amigos que estaban junto a él, impidiendo de esa forma que éste pudiese defenderse por sí solo e incluso recibir defensa por parte de sus amigos y/o terceros”.

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