Fue mucho más que un nuevo índice de inflación. Los datos del INDEC de febrero, que quebraron en la proyección interanual de los tres dígitos, paralizaron al Gobierno en pleno: desde el Presidente para abajo se quedaron sin libreto para afrontar desde la dialéctica su plan de lucha contra la suba de precios.
Si hasta el mes pasado en la Casa Rosada se aferraban al 98,5% de inflación interanual, prometían que en febrero no se iba a superar la cifra interanual del 100% y auguraban un marzo “amesetado”, las cifras del 6,6% mensual y el 102,5% interanual derribaron cualquier tipo de presagio.
La ruptura de la barrera de los tres dígitos será en adelante una traba psicológica en el inconsciente de los argentinos que equipara automáticamente al país con naciones como Venezuela o Sudán, por poner algunos ejemplos. Pero desde la lectura de la política doméstica el dato del INDEC puso en jaque el proyecto electoral de cualquier integrante del Frente de Todos. Incluido en esa lista, aunque él por ahora se excluya, el ministro de Economía Sergio Massa. La eventual pulseada por la reelección de Alberto Fernández quedó herida de muerte.
Tres horas después de emitido el dato de INDEC en la Casa Rosada ningún funcionario se animaba a hablar del tema o a esgrimir un justificativo. El ala política ligada al albertismo delegó en el equipo de Massa las explicaciones del caso. Entre los funcionarios kirchneristas había un silencio de radio. Resonaba en el aire la última afrenta de Máximo Kirchner contra el Gobierno por la redefinición del acuerdo con el FMI.
Se evaluaba en estas horas que el Secretario de Comercio, Matías Tombolini suspendería un encuentro mañana con la Comisión de Comercio de Diputados para abordar la problemática de los juicios laborales, registración de empleados y su impacto en el comercio y en las Pymes. La portavoz del gobierno, Gabriela Cerruti derivó toda la comunicación presidencial en Massa.
Pasadas las 19 de la tarde, llegó un comunicado del Ministerio de Economía, con declaraciones del vice Adolfo Rubinstein. “El dato es sin duda muy malo”, admitió el economista, quien además argumentó que la sequía y la suba de los precios en la carne fueron el motor de la crecida general.
“No uso estas herramientas para hablar de gestión”, dijo un encumbrado funcionario oficialista al eludir una explicación del índice del INDEC. “Tema sensible”, se excusó otro secretario de Estado. “Hablen con Economía”, trasladó un vocero de un Ministerio de peso. Nadie se quería hacer cargo de la explicación oficial del nuevo índice inflacionario.
El índice de inflación interanual de tres dígitos sumado a los cortes de energía resultan ser un cócktel fatal para el malhumor social y atentan a un gobierno que hasta ahora no supo dar respuestas ante estos flagelos.
En el desglose de inflación de febrero se advierten picos alarmantes de suba de precios: las bebidas crecieron un 9,8%, las carnes pasaron el 30% según los cortes y el arroz un 14%.
Las recetas de control de precios, Precios Justos, acuerdo con supermercados, abanico de dólares de exportación o redefinición del acuerdo con el FMI fueron suficientes hasta ahora. El menú de Massa y Alberto Fernández colapsó en un mar de dudas y choca con los tres dígitos del INDEC.
Ni siquiera la frase del intendente de Avellaneda y ex ministro de Vivienda, Jorge Ferraresi, que aludió a un supuesto intento de fuga en helicóptero del gobierno el año pasado antes de que asumiera Massa, logró calmar los ánimos contra el ministro de Economía.
¿Buscó el mensaje de Ferraresi resignificar la figura de Massa en medio de tanto malestar por la inflación? Nadie lo sabe. En tal caso, el efecto buscado contrastó con los datos duros del INDEC y una barrera de tres dígitos que se rompió ya sin techo a la vista.
Ayer circulaba en la Casa Rosada una encuesta del Observatorio Social de la Universidad de La Matanza, pleno enclave peronista, que alertó los ánimos del oficialismo. El sondeo destaca que el 69,2% de la ciudadanía está preocupada por la suba de precios. La inseguridad ocupa el 58% de preocupación, la corrupción el 24% y el desempleo el 24%.
Además, la encuesta de la Universidad de La Matanza sostiene que Alberto Fernández acumula un 62,6% de imagen negativa, Cristina Kirchner un 57,7% y Massa el 53,7%. Si las elecciones presidenciales fueran hoy, el sondeo advierte que el 52,5% del electorado votaría por la oposición.
La clase media es la que definirá sin dudas los comicios presidenciales. Es precisamente el sector donde más castiga la inflación, la inseguridad y los cortes de luz. Es el corazón central del malhumor social que podría gravitar en una elección.
Se trata del 20% del que advierte el informe del Observatorio de la Deuda Social de la UCA respecto a esa clase media que mueve el amperímetro de la economía formal e informal. Es la misma clase media que no tiene subsidio estatal y que agobia la cifra de tres dígitos.