viernes, 21 de marzo de 2025

La poetisa, teóloga y activista persa Tahereh se atrevió a quitarse el velo ante una asamblea de hombres causando gran conmoción por su gesto. Fue hace más de 170 años, pero aquellos no eran tiempos tan ajenos a la actualidad. Figura carismática e influyente del babismo (movimiento religioso surgido en el siglo XIX), Tahereh defendía el lugar de las mujeres en la política y la religión. Luchaba contra la poligamia, la obligatoriedad del velo y otras restricciones impuestas sobre las mujeres en el islam. La corte del Shah y el clero tuvieron miedo de ella, la denunciaron, encarcelaron y la condenaron a muerte. Fue estrangulada con su propio velo en un jardín de Teherán. Se dice que antes de ser ejecutada pronunció estas palabras: “Podéis matarme tan pronto como queráis, pero no podréis detener la emancipación de la mujer”.

El ejemplo de Tahereh siempre ha sido fuente de inspiración para las mujeres iraníes pero hoy lo es más si cabe a la luz de lo que está ocurriendo en el Irán de los ayatolás. Hace un mes irrumpió una ola de manifestaciones que ha puesto en jaque a la República Islámica. En el centro del movimiento de protestas están las mujeres, que lideran las proclamas en las calles contra un régimen represivo que restringe no sólo sus derechos y libertades sino las de todos los ciudadanos. “Mujer, vida, libertad”, exigen.

El estallido se produjo a raíz de la muerte bajo custodia policial, el 16 de septiembre, de Mahsa Amini, una joven kurda de 22 años. Había sido detenida por la policía moral por no llevar el velo correctamente puesto, según la doctrina de las autoridades. El dramático destino de Amini levantó a miles y miles de mujeres como ella que salieron a las plazas, quemaron sus velos y cortaron mechones de sus pecaminosos cabellos, en un gesto de indignación que ha sido secundado por mujeres de todo el mundo.

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