jueves, 20 de marzo de 2025
Ceferino Namuncurá tuvo una infancia dura por la enfermedad

Artémides Zatti y Ceferino Namuncurá coincidieron en el año 1902 en un viaje en tren hasta Viedma. Allí, en un clima más benigno, siguieron sus tratamientos para la tuberculosis que los afectaba.

El enfermero que hoy fue declarado santo en El Vaticano había sido enviado por los salesianos a Bernal (Buenos Aires) para estudiar y ser sacerdote. Y allí se contagió la tisis.

La situación del beato nacido en Chimpay era más grave. Venía además con un cuadro de desnutrición y la humedad en los ranchos en que pasó su infancia dañaron sus pulmones.

De acuerdo al rastreo histórico que hizo el padre Vicente Torrens para datear sus libros sobre las vidas de Zatti y Ceferino, ambos viajaron juntos en tren desde Bahía hasta Patagones- Viedma. “Quedaron bajo el cuidado del padre Evasio Garrone, quien todas las mañanas les servía un bife a la plancha y un vaso de vino para fortalecerlos. Luego, por la tarde, los enviaba a comprar huevos frescos en las chacras vecinas y preparaban encote con vino y azúcar”, reseñó el sacerdote roquense.

Luego, en 1904 Ceferino es enviado a Roma por los salesianos, viaja con el obispo Cagliero y muere al año siguiente.

Zatti se queda en Viedma. El padre Garrone le pide que abandone los estudios para ser sacerdote y haga su promesa a la Virgen María para curarse. Zatti le hace caso, sana y de allí en más entregará su vida al cuidado de los enfermos, hasta el día de su muerte en 1951.

Fuente: Diario de Río Negro

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