miércoles, 4 de diciembre de 2024

Don Bosco sueña con la Patagonia y hasta aquí llegan sus sacerdotes. El primero es el Inspector General de los Salesianos para la Patagonia, Reverendo Luis Pedemonte, decidido a abrir una misión que fuera base para la evangelización de todo el territorio austral, desde el Atlántico hasta la Cordillera.

El Padre Augusto Crestanello, fundador y director de la Orden; el Padre Arsenio Guerra y el Hermano Domingo Zago, llegan el 12 de noviembre de 1913 a Comodoro Rivadavia con dos objetivos: evangelizar y educar.

Don Sebastián Peral, el portugués, es el primero en darles la bienvenida. Don Pedro Barros, juez de Paz, está sorprendido porque no tenía noticias del viaje de los salesianos, y les ofrece una casa para ahorrar gastos de hotel. Los padres no aceptan el ofrecimiento y a través de Peral se establecen en una casa de cuatro habitaciones y un pequeño salón que alquilan a Rafael Novarte.

El domingo 16 de noviembre ofrecen la primera misa y el único que asiste es Peral, insisten y a fin de año ya llevan cinco bautismos, nueve comuniones y un casamiento. Enrique Sampigni, cede a la parroquia su armonium.

El 13 de abril de 1914 se realiza la inscripción para el Colegio Salesiano que lleva el nombre del sucesor de la obra de Don Bosco en la Congregación, Miguel Rua. Entre los veinte primeros chicos están Carlos Marioni, Jorge Revilla, Pedro Spinazzola, José Pinedo, Cecilio Zavattaro y Tomás Hernández.

Al año siguiente se inscriben 58 niños y hace falta un local más amplio, están un tiempo en una casa de Diana V de Llanó, en la calle San Martín, hasta que se trasladan a la casa de Hugo Manzon en Rivadavia y Mitre. La casa es de mampostería, madera y chapas, y alcanza para atender a 49 alumnos internos y 150 externos.

Crestanello se hace cargo del Colegio y del cuidado de la capilla hasta que muere en 1925. Una semana antes de su muerte, había llegado a bordo del vapor Buenos Aires el Reverendo Padre Luis Marchiono, que se hace cargo del colegio y la capilla por 25 años.

El sueño de un colegio secundario
Los curas aspiran a que los chicos continúen sus estudios y sueñan con un colegio secundario, que llega con el apoyo económico de Y.P.F., en 1926 clausuran el colegio Miguel Rúa y al año siguiente en Km. 3 se inicia la construcción de la primera etapa que incluye aulas y otras dependencias para un centenar de alumnos internos y cerca de 500 externos.

En 1928 se inaugura el ala derecha, y el 27 de febrero de 1929 el arzobispo de Buenos Aires, Monseñor José María Bottaro llega acompañado de una comitiva para bendecir el nuevo edificio. Enrique Mosconi pide que se lo denomine con el nombre del superior salesiano Deán Funes. En marzo de 1929 el Consejo Nacional de Educación reconoce y oficializa los seis grados de enseñanza primaria.

En 1938, los chicos que terminan la primaria, ya tiene taller y cursos de Artes y Oficios. La primera inscripción fue un éxito, 80 alumnos para el curso profesional de cinco años de duración con especialidades en: ajuste, forjado, fraguado, tornería, fresado. Electricidad, radio, soldadura eléctrica y autógena, fundición, carpintería d modelista y automotores.

En 1948 junto con otras escuelas salesianas, el colegio Deán Funes es incorporado a la Universidad Salesiana del Trabajo y luego a la Universidad Nacional de Tucumán. El primer cimiento para la Universidad Católica San Juan Bosco, pero eso es después.

El colegio de las niñas
En el yacimiento de Km. 3, para 1923, hay un fuerte interés en crear una escuela para niñas bajo el manto protector de María Auxiliadora, para eso trabaja el Círculo Católico San José presidido por Humberto Beghin. Kermés tras kermés juntan fondos para la creación de esta escuela.

Es que ya está en marcha la iniciativa del Instituto de María Auxiliadora que, conmemorando el cincuentenario de la llegada de los Salesianos a la Argentina, inaugura colegios aquí y allá, entre los que figura el de Comodoro Rivadavia para felicidad de las familias que aspiran una educación religiosa para sus hijas.

En agosto de 1923 la obra del colegio avanza, tiene dos salones con paredes y techos y una precaria instalación de luz, hasta allí se traslada parte de la Escuela N° 24 después del incendio del 25 de agosto, con tablones de madera se improvisaron bancos y escritorios; el 10 de marzo del año siguiente las hermanas tienen libre las instalaciones y pueden seguir con la obra.

Desde noviembre pasado están en el pueblo las hermanas salesianas, María Peisino y María Montaldo, para hacerse cargo del colegio. Las hermanas cuentan con una comisión de damas que se hace cargo de “la recaudación de las sumas mensuales que sean recolectadas y que deberán depositarse mensualmente en el Banco de la Nación Argentina a la Orden Conjunta de las Hnas. María Peisino y María Montaldo y Sras. Anastasia T. de Gómez y Clarisa G. de Herrera”(1).

Recién en 1925 el colegio Catalina Daghero, de la orden religiosa María Auxiliadora recibe a sus primeras alumnas.

El colegio secundario de las hermanas
Las chicas que egresan del nivel primario continúan el secundario en el colegio de la Medalla Milagrosa, que las hermanas de María Auxiliadora tienen en Buenos Aires, allá van de pupilas y sólo vienen en las vacaciones de invierno y verano. Pero la mayoría se queda por falta de recursos económicos, lo que preocupa enormemente a las hermanas. Así se perfila el colegio secundario en Comodoro Rivadavia.

Durante los días 13 y 14 de marzo de 1944, treinta dos alumnas se inscriben para comenzar a las clases en el Colegio Catalina Daghero Secundario Superior General de la obra de las hijas de María Auxiliadora.

Además de las chicas que viven cerca del colegio, o que sus padres pueden llevarla todos los días, la institución tiene un cupo para alumnas media pupilas (2), y pupilas, de tal modo que garantiza estudios a las chicas cuyos padres residen en los campamentos o en el campo. Las primeras 8 pupilas son alojadas en una pequeña casa prefabricada cedida por YPF.

La directora es la hermana Josefa Berizzo que también lleva los registros académicos. Algunas de las maestras son: Presentación García, ángela Pla, María Dolores Zayas y Cenobia Quiroga. Entre las hermanas del ciclo secundario: Eduviges Kircher, Vicaria de la casa y profesora de francés y dibujo; Emma Guillamondegui, directora técnica de la secundaria, secretaria que también dicta las clases de religión, matemática, castellano y ciencia; María Monestrina es asistente de pupilas y dicta las clases de historia. Sor Ana María Hubert es la maestra de música y canto, geografía y ejercicios físicos.

Las alumnas ingresan a las 8, después de la misa en la capilla tienen clase hasta las 12, por la tarde el horario es de 13 a 16.30. A la salida de la misa de los domingos y fiestas de guardar tienen que presentar el carnet de asistencia para que el cura coloque el sello o su firma.

Durante los recreos las chicas del Catalina Daghero participan de algún bautismo o responso que se celebra en la capilla del colegio. El coro del colegio participa de las misas para difuntos.

El estricto uniforme es de color negro: pollera tableada por debajo de la rodilla y una chaqueta derecha con tres botones delante y abierta atrás, un pequeño cuello blanco adosado con dos cordones terminados en borlas. Las medias tienen que ser gruesas color negro igual que los zapatos. Para los desfiles y actos religiosos se agrega un sombrerito negro.

El uniforme de gimnasia es un bombachudo negro con elástico por debajo de la rodilla, por encima una pollera negra tableada también negra con pechera blanca abrochada detrás sobre la que se llevaba una holgada blusa de piqué con alforzas, y un pañuelo de color según el equipo de pelota al cesto que integran.

La obra de un salesiano
A la tarea de bregar por el espíritu y la educación de los niños en los colegios se suman los Oratorios, donde se les ofrece una merienda y espacios de juegos.

En la cripta de la Catedral funciona en el primero de ellos. En 1949, llega un seminarista que quiere cumplir con el sueño de Don Bosco, es Juan Corti, quien tendrá una agitada vida social como capellán de la policía y del Fuerza Aérea, a la par de crear colegios para los niños más necesitados.

Así es el motor de la creación de un colegio en La Loma previsto para dar educación a los niños pobres del barrio Pietrobelli, el Instituto Santo Domingo Savio. Para la construcción de este colegio el cura atina a recaudar fondos provenientes de diversas fuentes y para la obra utiliza a los presos.

El colegio se inaugura el 9 de agosto de 1970.

Por cuestiones de salud Juan Corti se retira de la dirección del colegio, cuando regresa la realidad es otra, diferencias con la superioridad de la Orden Salesiana establecida en Comodoro Rivadavia, lo alejan de la institución, pero el cura sigue su obra y funda el Colegio Ceferino, después seguirá el Colegio Juan XXIII, y el Colegio Don Bosco, todos de nivel primario, el sueño es la construcción de un colegio de artes y oficios que se concreta, en 1999, con la creación del Colegio San José Obrero.

Para dotar de máquinas al colegio el cura realiza una exitosa campaña en Galbiatti, el pueblo italiano donde nació.

Extraído del libro “Crónicas del Centenario” editado por Diario Crónica en febrero de 2001.

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