jueves, 5 de octubre de 2023

Transcurre el año 1905, cuando el Consejo Nacional de Educación decide instalar una nueva escuela en la zona cordillerana del N.O chubutense. La propuesta le fue formulada a Vicente Calderón. Como lo cuenta él es digno de análisis para asombrarnos frente al espíritu de aquellos maestros:

“El Consejo de Educación, mostrando una vez más esa confianza que tanto me alentaba, me autorizó a emplazar la escuela cuya dirección se me confiaba en el punto de la cordillera que yo juzgara más adecuado”.

“Sin más bagajes que mi entusiasmo, monté a caballo en Gaiman el 18 de setiembre de 1905, llevando en otro caballo pilchero mi menguado equipaje”.

“Recorrí los 750 kilómetros que separaban la costa de la cordillera siguiendo las huellas de la Expedición Fontana y, día inolvidable para mí, el 22 de octubre de 1905 llegué al maravilloso valle de Cholila, emplazado casi en la frontera, un poco al norte del lugar que ocupa hoy Esquel.”

Un mes y cuatro días cabalgando por una enorme extensión totalmente desconocida, de cara al viento por los viejos senderos indios costeando el río Chubut, durmiendo sobre el recado…! Cuantos inconvenientes, cuantas peripecias que contar!. Y, sin embargo, con cuanta simpleza lo recuerda Calderón:

“Pese a las penurias pasadas en el viaje, me sentía feliz ante la magnitud de la obra a realizar que en apariencia era tan humilde y sencilla, pero que tenía tan hondo significado histórico. No vacilé un instante con respecto al lugar del emplazamiento de la escuela y desde aquel día Cholila, ese valle encantado, quedó unido para siempre a mi vida”.

Elegido el lugar para el emplazamiento del local escolar se realiza un acopia de materiales de la zona: madera para construir pisos, puertas y ventanas, caña para las paredes, totoras para el techo etcétera.

Seis meses duró la construcción iniciada el 25 de diciembre de 1905.

Todo está listo para la memorable inauguración.

“Elegí el 25 de mayo de 1906 para inaugurar la escuela que lleva el Nº 17” –rememora Calderón- “ese día también inolvidable reuní a todos los pobladores en torno a la escuela y, en nombre del Consejo Nacional de Educación, procedí a recibir en donación el local construido por suscripción pública. No puedo reprimir la emoción al recordar aquel día del frío invierno cordillerano, cuando nuestra bandera ondeaba orgullosa en la primera escuela de este valle fronterizo”.

Calderón se entera de una donación de campo efectuadas por el Gobierno Nacional al Perito Moreno, en mérito a los importantes servicios prestados durante las cuestiones de límites con Chile. Moreno cedió estas tierra a Florencio MARTINEZ DE HOZ, quien a su vez las vendió a la empresa chilena COCHAMÓ. Tales terrenos comprendían nada menos que los valles de Cholila, Epuyen, El Bolsón, El Foyel y El Manso. La empresa chilena tenía programado destinar estos valiosísimos campos a la cría de ganado, para lo que lógicamente procedería al desalojo de la población existente.

Cuando Calderón recoge toda la información, el operativo está en ejecución, el maestro de Cholila informa detalladamente al Gobernador del Chubut quien se traslada a la zona con la finalidad de ratificar y dar mayor fuerza al informe que elevará al Ministerio del Interior de la Nación.

El entonces Gobernador del Chubut, Doctor Julio B. Lezana (1903 – 1909) es un abogado oriundo de Catamarca, recibido en Santa Fé, que está preocupado y ocupado por la infiltración chilena en la cordillera chubutense. Antes de regresar a la sede gubernamental en Rawson, designa Comisario de Cholila al señor Juan Bonancea.

Con la premura que la situación exige el Gobernador eleva un detallado informe al Ministro del Interior Doctor Indalecio Gómez finalizando el extenso texto, a manera de advertencia: “el día que la Compañía entre en la posesión de los campos diestramente ubicados y comience a explotarlos, el gobierno no tendrá terrenos para instalar una escuela, una comisaría o Juzgado de Paz … Chile crea pueblos en sus valles y busca nuestros campos para estancias..” y remata el informe sugiriendo: “creo, pues, que la prudencia aconseja no entregar a título de dominio ni un palmo a las compañías chilenas”.

La venta de MARTINEZ DE HOZ a la COMPAÑÍA COCHAMÓ fue anulada por el Gobierno de la Nación en base al trabajo del maestro rural. Frente al descalabro que significó para la Compañía Cochamó la anulación de los campos argentinos dispuso usar sus influencias y poderío para tomar represalias sobre quienes habían mediado contra sus intereses. Calderón aparece como principal responsable por lo que no trepidan en sobornar a funcionarios destacados en la zona para concretar su venganza. En marzo de 1908 Vicente Calderón decide poner en conocimiento, del Gobierno del Chubut, el descubrimiento de una nueva maniobra de infiltración chilena.

LA MIRA APUNTA AL MAESTRO CALDERÓN

Como recordamos el señor Bonancea había sido designado por el Gobernador Lezana para mantener un control sobre la policía de la zona conflictiva, con su desaparición, el oficial Cejas, y los dos agentes Batilana y Ayala, quedan en libertad de acción.

El 31 de mayo de 1908, Calderón pone término al tercer período escolar, despide a los alumnos, iniciando el receso escolar por vacaciones.

Probablemente el maestro presentía que iban a conspirar contra su vida. Pero, no era hombre de rehuirle al peligro. Sigue su actividad de rutina. Él evoca para contarla así:

“El 3 de junio estaba yo tranquilamente en mi “puesto” en el lugar denominado “Laguna del Mosquito” cuando a las diez de la noche llegaron dos Agentes del Destacamento Policial, enviados por el Oficial El vio Cejas. Yo me encontraba del lado del fogón en la cocina cuya pared era de “palo a pique” que tenía entre palo y palo ranuras bastantes grandes”.

“Los invité a pasar, ajeno en absoluta al siniestro plan que tenían y, luego de estar un rato hablando conmigo, el agente Antonio Batilana, natural de Patagones, salió del recinto, dio vuelta a la cocina hasta situarse del lado de afuera frente al lugar ocupado por mí; apoyo el revólver en una ranura y a una distancia no mayor de treinta centímetros hizo fuego contra mi cabeza. La bala penetró por detrás de mi oreja derecha pero al chocar contra el hueso del cráneo se desvió la trayectoria hacia abajo atravesando el cuello fue a incrustarse en los tizones del fogón, me incorporé rápidamente con el propósito de llegar a mi dormitorio y tomar un arma, pero me desplomé bañado en sangre dentro de la cocina”.

Cumplida la misión que los había llevado hasta el lugar y convencidos que el maestro estaba muerto, intentan hacer desaparecer el cuerpo. Para ello los policías arrastran a Calderón en dirección al Lago Mosquito separado de la vivienda por unos doscientos metros, seguramente con la intención de arrojarlo al agua. Luego de recorrer unos cincuenta metros desisten y abandonan el corpulento físico que resulta demasiado difícil de arrastrar entre el matorral. Además están apremiados por el tiempo ante la inminente aparición del peón del maestro. Efectivamente al regresar al rancho se encuentran con la inocente víctima matándolo alevosamente.

Gracias a su vitalidad el maestro riojano recobra el sentido. Al volver en sí, cobra conciencia de lo sucedido y de la grave situación que atraviesa. Pero le sobra coraje para enfrentar la situación.

Sigamos en su narración: “comprendiendo el peligro de muerte en que me hallaba experimenté una violenta reacción y, arrastrándome, cayendo en menucos y pantanos conseguí hacer una legua y llegar a la casa de Don Sixto Gerez, uno de los pocos argentinos que poblaban la zona. Allí me atendieron solícitamente y consiguieron pararme la peligrosa hemorragia. Comprendí que aparte del inminente peligro que significaba la herida recibida, debía huir del alcance de esa Policía pervertida que seguramente no descansaría hasta liquidarme”.

“Pedí a Don Sixto GEREZ un caballo y montado a pelo emprendí la marcha a las tres de la mañana del día 4 de junio rumbo a Esquel. Para ganar tiempo debí ir por el camino de la cortada de la cordillera que estaba totalmente cubierto de nieve. Fue esta marcha un episodio que jamás olvidaré. Mi caballo se hundía hasta la mitad de su cuerpo en la espesa capa de nieve, que en parte tenía una peligrosa consistencia. Pero el afán de salvar la vida es superior a todo obstáculo y pude trasponer así las 17 leguas que dista Esquel de la cortada, llegando a ese pueblo el 4 de junio a las diez de la mañana”.

Esquel era apenas una incipiente aldea. Eran tan pocos pero tan solidarios…! . Además dio la casualidad que ese día llegó, procedente de Rawson, el Doctor Hércules Musachio, el médico italiano presta solícitos cuidados al herido que ha sido alojado en la casa de la familia Morelli. Con este episodio esta legendaria familia esquelense inicia lo que sería una tradición para la historia familiar y lugareña: auxiliar a los maestros rurales.

Cuarenta y cinco días bastan para el total restablecimiento del valiente maestro riojano. Los dos policías y el oficial fueron condenados y remitidos a Ushuaia. Al maestro riojano se lo designa en el Boquete de Nahuelpan, en una comunidad aborigen a sólo 30 kilómetros de Esquel. En 1912 Vicente Calderón logra, finalmente, ser trasladado nuevamente a la escuela Nº 17 de Cholila, la de todos sus desvelos. Allí actuará hasta que es ascendido a Inspector Seccional con sede en Esquel.

El 31 de mayo de 1927, rodeado del afecto del magisterio de la zona cordillerana de Chubut, se alejó de la docencia por jubilación. Ello le permitió radicarse definitivamente en Cholila en compañía de sus familiares y para ello levantaría la conocida casa de piedra, quizás recordando el aula de Gaiman.

El 13 de mayo de 1948, en viaje a Buenos Aires por razones de salud, falleció en la localidad de Ingeniero Jacobacci, Rio Negro. Sus restos descansarán para siempre en Cholila. Su recuerdo, su ejemplo, seguirán haciendo docencia.

 

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