La actividad cinegética de los pueblos patagónicos proveyó a los colonos de carne de guanacos y avestruces, tan requerida durante los primeros tiempos de escasez. También de productos derivados de estos animales, como los cueros, los que eran sobados y luego utilizados para confeccionar los kai o quillangos. Estas mantas elaboradas por las mujeres indígenas con pieles de animales silvestres, que el cacique Antonio ya ofreciera a los colonos en su carta de presentación de 1865, se habían transformado para 1871 en uno de los principales artículos de “exportación” de la Colonia, junto con las plumas de avestruz. Además de estos productos, los indígenas pampino-patagónicos también a proveían de bienes que eran utilizados directamente por los colonos. Entre ellos estaban los caballos, tan necesarios para las tareas agrícolas y el transporte; también los aperos, los que se hicieron muy comunes en la Colonia, donde tanto hombres como mujeres utilizaban regularmente las monturas indias o “recados”.
Además de sus propios productos, pampas y tehuelches también abastecían a los colonos de artículos que a su vez adquirían en otros mercados. Entre estos se encontraban tapetes y ponchos, de lana de guanaco u oveja, confeccionados por los indígenas cordilleranos; y mercancías de manufactura europea, compradas en Patagones o a los comerciantes que incursionaban en el interior del territorio. Las caravanas de pampas y tehuelches actuaban de esta forma como intermediarios de mercaderías obtenidas en las fronteras de su territorio, las que eran transportadas de una plaza a otra, generando una red comercial que unía diversos centros de producción y consumo de la Patagonia, como Punta Arenas en el extremo sur, el puerto de Carmen de Patagones al noreste, la región de Las Manzanas del Neuquén al noroeste y ahora la Colonia Galesa del Chubut.
Si bien los indígenas manzaneros también se acercaban en ocasiones al Chubut para comerciar, sus visitas a la Colonia no eran tan frecuentes como las de pampas y tehuelches. Según W. M. Hughes:
“Dos tribus, la de Foyel y Shaiweke [Sayhueque], visitaban la colonia a veces, para intercambio comercial, pero el pueblo de Patagones, sobre el río Negro, era su principal mercado, debido a que estaba más cerca de sus campamentos en el Maquinchao y el río Limay” (1993: 157).
A cambio de los artículos que ofrecían, pampas y tehuelches requerían de los galeses diversos productos: “Sus compras consisten en casi todas las variedades de mercaderías y licores que más aprecian; en azúcar, yerba, tabaco, fariña, trigo, arroz, harina, jabón, ropa, etc”. De todos ellos, sólo el trigo y algo de harina eran producidos directamente por los colonos, mientras que los restantes bienes los obtenían principalmente de las plazas de Buenos Aires y El Carmen, y eventualmente de importaciones recibidas de Gran Bretaña o las Malvinas.
Además de estos bienes los indígenas también demandaban los servicios del único herrero que había en la Colonia para que les confeccionase boleadoras metálicas, hebillas y cuchillos; artículo, este último, muy requerido por los indios. Uno de los mayores inconvenientes para desarrollar trabajos de herrería y metalurgia, era el de no disponer de carbón mineral. A falta de éste, el herrero debía recurrir al carbón vegetal, proveniente del monte achaparrado autóctono, para poder cubrir la demanda de estos implementos por parte de los indígenas y también de los colonos. Para paliar esta deficiencia, el capitán de la Cracker hizo que se le dejasen cinco bolsas de dicho combustible mineral.
Como por aquella época no establecidas en la Colonia, ni tampoco un mercado o lugar para había casas comerciales el intercambio, el tráfico comercial entre galeses e indígenas era realizado en forma directa, estableciéndose los puntos de intercambio en las chacras de las diversas familias a lo largo del valle. Con respecto a las formas de pago utilizadas, no habiendo tampoco en el ámbito de la colonia moneda en circulación, los pagos se efectuaban generalmente por medio de intercambios, en los cuales los quillangos y las plumas de avestruz ocupaban el lugar de la moneda. La circulación de dichos bienes y su aceptación como medios capaces de cancelar pagos en el ámbito interno, seguramente estaba vinculada con la cualidad de fácil liquidez que poseían, dada su condición de principales bienes de exportación. Para los indígenas, la incorporación de la Colonia en sus circuitos de desplazamiento e intercambio, les abría la posibilidad de triangular comercialmente con Las Manzanas y Carmen de Patagones. Pero, además, pampas y tehuelches comenzaron a preferirla como punto de intercambio.
Fragmento del libro “Chupat-Camwy, Patagonia”, de Marcelo Gavirati