La Comarca Andina del Paralelo 42º, como tantos sitios de nuestra vasta Patagonia, ha recibido a aventureros, educadores y emprendedores que en distintas actividades han sido pioneros cuando las condiciones climáticas y el aislamiento minaban las esperanzas de todo aquel que se aventuraba en su territorio. Desde finales del siglo XIX y principios del XX llegaron numerosas corrientes inmigratorias al entonces Territorio del Chubut, los que al afincarse dieron inicio a una etapa de desarrollo económico y social de características particulares. Entre ellos arriba John James Gough y Florence Holmes, es su nieto Alex Gough quien rememora ese momento, “(…) resulta que mi abuela doña Florence Holmes se escribía con un Lord inglés, ella estaba en Australia, entonces abordó un barco para encontrarse con el Lord en Londres. Bueno embarco, pero en el viaje conoció a mi abuelo John James Gough, ahí inició una relación, ella tenía que desembarcar en Londres para su encuentro con el Lord, pero, por esas cosas de la vida no lo hizo y se vino a la Argentina con el Sr. Gough, ellos fueron los dueños de la Hostería que estaba en el Lago Puelo(…)”. Ambos eran ingleses, John James había nacido en el año 1882 y su esposa Florence lo había hecho en Kent, Inglaterra. En los albores del Centenario las comunicaciones y los transportes de carga se realizaban a través de las tropas de catangos o carros, primero tirados por dos o tres yuntas de bueyes y luego por mulas y caballos. Eran largas travesías, la circulación en el entonces territorio del Chubut se daba entre Trelew y Puerto Madryn hacia los poblados del interior y la cordillera, destino o punto de partida la Colonia 16 de Octubre y Esquel. Resultaba ser el transporte por excelencia para el traslado de bienes comercializables en estas tierras patagónicas. En Trelew tenían un lugar donde confluían las distintas tropas y carreros, se trataba de un espacio amplio y llano al que denominaban el Dobladero, nombre que se repetía en cada parada o campamento a lo largo de las huellas que transitaban. Avanzaban entre 30 y 40 km por día con una carga que rondaba los 3500kg, cuando el viaje era de Trelew hacia la cordillera solían ir con menos carga debido a las subidas y los fuertes vientos habituales. Enrique Shrewsbury, pionero de los viajes en automóvil por la Patagonia entre 1916 y 1921, relata: “(…) La tropa más grande y mejor organizada era la del señor Juan Gough, un inglés con muchos años de residencia en la Patagonia. Se componía de trece carros, cada uno con doce mulas; seis atadas y seis de remuda. Además, las de montar, para el capataz, mansero y sus ayudantes y algunas de reserva. En total unas ciento setenta mulas. En un lugar de las cordilleras tenía otro lote similar. De esta manera, cada lote hacía un viaje redondo desde la cordillera hasta Trelew y vuelta; alrededor de 250 leguas (1250km). Era la única tropa con tantos animales y debido a eso y a su buena organización hacía, por lo menos, dos viajes por cada una de cualquier otra. Las mulas de Gough eran muy bien tratadas. Era prohibido usar látigo, rebenques o espuelas. Únicamente el mansero por la naturaleza de su trabajo, podía utilizar estos instrumentos (…)”. Eran tiempos en que el transporte en carro sacaba las producciones del interior hacia los puertos del territorio, en donde se embarcaban hacia diferentes mercados. Patricia Mac Williams, nieta de Don Gough también recuerda anécdotas contadas por su madre y tíos sobre esos tiempos y las largas travesías de su abuelo como carrero: “(…) yo sé que él iba al frente de sus mulas, dicen que como eran muchas, en la parte del freno, entre las dos orejas, ponía unos espejos que era como un distintivo que se veía desde lo lejos por el sol y el reflejo, así se manejó durante muchos años, él siempre acompañando la caravana. Me contaron que se llevaba una bañera y un silloncito y entonces cuando paraban a la nochecita, a la orilla del Río Chubut, él bajaba sus bártulos y tenía entonces un minuto de civilización”. Distintas imágenes tomadas por aficionados de aquel entonces nos ilustran hoy aquellas caravanas de wagons de la firma saliendo, por ejemplo, de la Compañía Mercantil Chubut de Esquel hacia el interior, o desde Trelew transportando harina del antiguo molino de Evan Coslett Thomas, o también del molino harinero de Trevelin hacia otros destinos.
Los Gough fueron pioneros con una de las mejores tropas de carros con mulas. El Diario Esquel en su Edición Especial del año 1950 afirma que el progreso de Esquel, dependió en gran parte de los medios de transporte, y amplia: “(…) La mula, el catango, el carro tirado por mulas o bueyes, fueron los que abrieron la senda. Le siguieron los wagons tipo studebaker, que llegaban en caravana, para evitar así sorpresas. Pero los primeros transportes que llegaron a la zona cordillerana, fueron particulares. Mucho tiempo después comenzaron los transportes de mercaderías a cargo de firmas comerciales. Ya casi pisando el año del centenario, Luis Ferrario, más conocido como el rubio catanguero y Miquelarena, establecieron una tropa de bueyes entre Esquel y Trelew. Este transporte funcionó desde 1907 hasta 1911. Otro transporte tenía Juan A. Garin y más tarde Larrouchú. Una de las tropas de carros tirados por mulas, de más renombre ha sido la de Crockett, Painter y Gough, que trabajó hasta el año 1930”.
Fue entonces cuando la familia Gough-Holmes decide cambiar de rubro y se instalan allá por el año 1930 a orillas del Lago Puelo donde construyen una hostería de madera y dedican su tiempo a la atención de ocasionales turistas que visitaban este rincón patagónico, aún antes de ser alcanzados por las políticas de Parques Nacionales. El matrimonio llegó con sus cinco hijos: Catherine Doreen, Dorotea Eileen, John Cecil Esquel, Gerald (Jimmie) y Patrick. Es John quien ilustra esos años de pioneros: “(…) mis padres eran ingleses los dos (…) vinimos en un coche viejo, demoramos como cuatro días de Trelew a acá. Hicimos un poco de turismo. Llegamos a Puelo en Noviembre de 1930. Vine con mi padre solamente y con mi hermano el que me sigue, yo tenía 12 años y él 8 años. Nos quedamos acampados en Puelo un mes hasta que mi padre regresó a Trelew a buscar a nuestra familia (…)”. John había nacido en Trelew en el año 1918 y permanece en Lago Puelo hasta el año 1937 cuando decide irse para trabajar en las estancias de Compañía de Tierras del Sud Argentino de capitales ingleses. Su padre John James reunió al resto de la familia, cargaron todos sus muebles en un camión y se radicaron a orillas del Lago Puelo, en donde actualmente se encuentra un edificio de materiales que funcionó como confitería, a la izquierda del muelle rodeados de añosos álamos. Los hermanos Gough habían asistido a una escuela inglesa y continuaron sus estudios primarios en la escuela del maestro Nogues y luego Jimmie y Patrick continuaron en Golondrinas para finalmente concluir en una escuela inglesa en Trelew. Sobre los inicios de la actividad turística a través de la prestación del servicio de alojamiento y alimentación, John comentaba: “(…) como en ese tiempo no era Parque Nacional, era fiscal, cerramos una hectárea e hicimos una hostería (…) mi padre tenía la idea, el falleció en el año 32 yo estaba alambrando esa parcela cuando él falleció. Seguimos solos con mis hermanos y mamá. Se empezó a edificar en el año 1932 y en el año 33, a fines de ese año, empezamos a vivir en Lago Puelo, aunque la casa no estaba terminada. Con la ayuda de mis hermanos y con un carpintero se hizo el resto de la hostería, de a poquito. Los materiales, era todo madera, no había nada de ladrillos ni cemento. Todo se trajo en balsa del Turbio, yo hacía las tejuelas y los rollizos se traían y se aserreaban acá en el lago. No como ahora que se aserrea con máquinas. Todo a mano era, se hacían las tablas, las vigas eran labradas, todo a hacha. Ya en 1935 estaba más o menos terminada, demoramos bastante (…). En el interín que se hacía la hostería yo me dedique a la pesca. Por dos años estuve pescando y vendía pescado en El Bolsón, por supuesto había muy poca población (…) yo era pescador, verano e invierno, porque era la única entrada de ingresos, y yo iba en un botecito a pescar a Epuyén y el lago Puelo (…) en nuestra parcela nosotros solamente hacíamos una quintita para nuestra casa nada más, no teníamos animales (…) para abastecernos de lo que necesitábamos nosotros íbamos del Puelo a El Bolsón a caballo”.
Por
Por Marcelo D. Giusiano