sábado, 27 de julio de 2024

El Ministro de Asuntos Exteriores durante la guerra de Malvinas, Nicanor Costa Méndez, recordaba 10 años después:

“El plan era ocupar, provocar la intervención de Naciones Unidas, del Consejo de Seguridad, y ahí concretamente, retirar las tropas que ya habían comenzado a retirarse. El primer paso se había cumplido y había que comenzar una negociación real ante Naciones Unidas. Ese tipo de movimientos diplomáticamente tenía antecedentes, a mi juicio no era erróneo y no había demasiadas alternativas. Era bastante común en los llamados conflictos coloniales, en los conflictos llamados del tercer mundo…

Las Naciones Unidas no condena a la Argentina como asesor, y segundo y muy importante no lo dice, no lo ordena como hubiese sido lo normal, la restitución de las autoridades británicas. Dos puntos muy importantes de la resolución. Tercero dice: ‘Absténgase de hostilidades y negocien’. Conseguimos lo que parcialmente conseguimos, lo que buscábamos. Esa tarde comenzaron a retirarse las tropas ¿Por qué? Porque la idea era que las Naciones Unidas pusieran sus cascos azules y entonces negociaríamos en esas condiciones…

En esta guerra hubo dos grandes imprevistos: no era un imprevisto la reacción británica, no podíamos pensar que Bran Bretaña no iba a intervenir. No podíamos pensar que no iba a Gran Bretaña si ya había mandado dos fragatas y dos submarinos nucleares. Debíamos pensar que Bran Bretaña iba a actuar en esa forma, tenía que actuar en esa forma!…

Pero cometimos dos errores de apreciación, quizás imprevisibles o mal juzgados, mal apreciados. Primero, la formidable reacción interna, la formidable reacción que significó la plaza, el vibrar de toda la Argentina. A mí me ocurrió que me vinieron a ver dirigentes sindicales encabezados por Don Lorenzo Miguel a decirme: ‘Ministro, usted es el ministro civil, venimos a decirle que los sindicatos están con ustedes y que nos manden adonde quieran a hacer propaganda’…

A esto le agrego que un resto de Montoneros, exiliados, también dijeron: ‘Estamos con Argentina, vamos a luchar con Argentina’. Bueno, era muy difícil ante esta emoción tan grande parar la pelota y cumplir el plan… el hombre es un ser falible, y no siempre actúa como debe, muchas veces lo hace como siente o como la inspiración lo guía…

Ahí estamos, se desmorona el plan, ahí cambia de signo la historia del conflicto. En lugar de pedir la intervención de los cascos azules de Naciones Unidas para que ocuparan las islas al amparo de una resolución que no obligara la restitución de las autoridades británicas –fíjese que importante es esto-, y entonces nos encontramos con un enfrentamiento inevitable.

Esto obliga a la Argentina a hacer toda una remodelación, todo un cambio de las políticas de alianzas y de entendimientos que había pensado.

Ahí se plantea el tema con los Estados Unidos. Nosotros no nos equivocamos respecto a Gran Bretaña, tampoco nos equivocamos respecto a Europa, pero no apreciamos en todos sus mil distintos matices, distintos y variados, la posible reacción de Estados Unidos. El Departamento de Estado y buena parte de algunas figuras del gobierno estaban por la paz, porque le interesaba más la política hemisférica y en ese momento estaban en plena lucha en América central con presencia y asistencia de la Argentina. Y fíjense ustedes: El dos de abril a la noche, el embajador Argentino en Washington, Esteban Takacs, da una recepción; todo el Departamento de Estado va allí: Krikpatrick, Enders, todos. Con gran indignación de los ingleses que dicen: ‘Esto es un apoyo a la Argentina’.

Copia de la resolución 502 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas

Al día siguiente de la reunión del Consejo de Seguridad y de la resolución 502, me llama la embajadora Krikpatrick y me invita a cenar con ella para discutir la colaboración de Estados Unidos en la tarea de paz y finalmente, en 6 de abril, a pedido del general Haig, viajo a Washington para establecer las bases de una posible mediación norteamericana. Hasta ese momento, Estados Unidos no se inclina por Gran Bretaña, aun cuando Reagan, en la conversación con el General Galtieri la noche del 1 al 2 de abril le dice: ‘Cuidado que si hay guerra, nosotros vamos a tener que estar con Gran Bretaña’. Galtieri no quería recibir la comunicación de Reagan porque sabía a dónde venía la comunicación y la rehuía, hasta que me llama en un momento y me dice:

Margaret Thatcher con el presidente de EE. UU. Ronald Reagan

-¿Qué hago?

– Mire, Presidente, si Breznev lo llama a usted, usted no puede negarse, bueno, si Reagan lo llama a usted, usted no puede negarse.

Pero el timing fue favorable a la intención de Galtieri, porque la comunicación llegó, la tomó Galtieri una media hora después de lo que se conoce como Fail face, ¿no? ¿Cómo lo llaman a esto en español? A partir de ese momento se rompen las comunicaciones con los submarinos, es la hora del no retorno.

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