En los avances del ejército argentino por las tierras de Neuquén, el día 02/02/1883 el teniente coronel Juan G. Díaz avanza con 50 hombres por el valle de Pulmary -que en araucano significa “diez pozos o excavaciones”-, un cerrado desfiladero entre los lagos Aluminé y Moquehue, en donde los soldados se enfrentan con un número de 120 a 150 aborígenes el día 7.
En vista de tal desproporción, Díaz tomó posesión de un cerro y se parapetó para su defensa, cuando los indígenas lo habían rodeado completamente y avanzan de a pie. En ese momento, y a menos de un tiro de carabina, los naturales levantan un trapo blanco en señal de paz y parlamento, pero sin detener su avance.
El comandante Díaz, con la experiencia de sucesos análogos y recientes en que terminaron atacando traidoramente a los militares Vidal, Bustos y Crouzeilles, tomó la determinación de romper el fuego sobre aquella tropa que avanzaba, y sostuvo un combate por el cual logró dispersar al enemigo, quienes dejaron en el campo de batalla a 6 soldados uniformados y un aborigen muerto, y los nacionales perdieron dos hombres.
En el parte oficial redactado por Díaz, manifiesta “que tras la bandera parlamentaria alzada por el enemigo, marchaba una compañía de infantería chilena desplegada en guerrilla, y que temiendo le aconteciera lo de otras comisiones, mandó romper el fuego”.
Este grave incidente ocurrido entre las fuerzas argentinas y chilenas, evidencia el apoyo que ese gobierno le daba a los aborígenes insurrectos en tierras de nuestro país. Más adelante, y para guarecer dicho paso hacia Chile, se levantó el fortín Paso de los Andes.
3 comentarios
Hubo una época, según este relato, en que ciertos militares chilenos estaban del lado de los pueblos. Los que nunca erraron, y salvo el glorioso ejército Sanmartiniano y honrosas excepciones, son los milicos argentinos. Coherentemente en contra del pueblo.
El universo es finito, al contrario de la estulticia de algún comentarista
Qué dice este incoherente de Daniel?