El biógrafo Roselli, aquel cine-bar hoy desaparecido de la ex calle Luis Costa (hoy Hipólito Irigoyen y Mariano Moreno), marcó fuertemente una etapa en la ciudad capital a comienzos de la segunda década del siglo XX. A partir de ese acontecimiento, a la ronda habitual del café nocturno se le agregó una función de cine que indisimuladamente alteró en forma definitiva la costumbre de los sorprendidos parroquianos.
Aquellas largas reuniones de naipes, humo y discusión vieron modificar su fisonomía en torno de la novedad que ofrecía Pablo Roselli, quien de ese modo inauguraba las viejas y recordadas sesiones de las 21.30.
El biógrafo se separa del bar
Las proyecciones de cine crecieron de tal modo que se hizo necesario separar el cine del bar a fin de evitar los innumerables alborotos que se sucedían a raíz del entusiasmo que exhibía la concurrencia. En el local colindante se abrió el nuevo cine con un moderno equipamiento que dejaba atrás la vieja proyectora de cine mudo y la victrola a manija.
Los memoriosos de Rawson recuerdan funciones antológicas, como las de invierno, en donde la gente para combatir el frío de la sala llevaba su ladrillo caliente y sus frazadas; o la insuperable habilidad del musicalizador, quien en la penumbra manejaba la victrola con mano maestra entendiéndose con los discos de pasta como si fuera de día.
Los silbidos de la sala cuando la proyección era interrumpida por algún desperfecto eran el motivo ideal para las más acaloradas reacciones, pasando con el tiempo a formar parte de una costumbre tan esperada como la misma película.
Cinema paradiso
Los sucesos protagonizados por la gente gracias a la permanencia del cine Roselli, que de las proyecciones mudas, pasó a las sonoras y llegó hasta la era del technicolor cerrando sus puertas a principios de la década del 70, aún recorren las calles de la ciudad de Rawson. Un recuerdo que perdura y nos trae a la memoria aquélla gran película italiana, Cinema Paradiso, (ganadora de un premio Oscar a la mejor película extranjera), que cuenta con notable belleza y economía de recursos, los amores, desventuras y vivencias de una pequeña comunidad en torno al nacimiento, esplendor y ocaso de su cine de pueblo.
Por Sergio Pravaz para La Voz de Chubut.
(Fuentes: Estanislao Oñate, Tupi Amado y Miguel Bigrevich)