jueves, 23 de enero de 2025
La actividad minera fue el detonante del surgimiento de la localidad

El primer argentino que recorrió la zona de Río Turbio y constató la existencia de carbón fue Carlos M. Moyano, en una gira efectuada por toda la parte sudoeste del territorio de Santa Cruz en 1883. Pero fue el teniente de Navío Agustín del Castillo quien izó en el lugar la bandera argentina con todas las formalidades.

Salió de Río Gallegos el 8 de enero de 1887, siguiendo el río homónimo hasta sus nacientes; allí se relacionó con dos individuos de vida trashumante, dedicados a la caza, Guillermo Greenwood (inglés) y Francisco Poivre (francés), quienes se sumaron a la expedición.

“Después de practicar varios reconocimientos, dimos al fin con un gran depósito de carbón muy bien formado… Convencido del valor del hallazgo, comprendí que para que tuviera verdadera importancia, era necesario buscarle una vía fluvial que permitiera sin gastos hacer su transporte”.

Con ese propósito se encaminó hacia el sur y pasando por la naciente del río Turbio se dirigió al seno Última Esperanza. En las cercanías donde se encuentra actualmente Puerto Natales, Del Castillo decidió izar solemnemente la bandera nacional. Escaló con la gente que lo acompañaba un cerro cercano; en su cumbre derribaron algunos árboles y construyeron un trípode y un asta. Del Castillo redactó un acta que además de él firmaron el inglés y el francés. El acta fue luego colocada en una botella y enterrada al pie del trípode. Estaba redactada en los siguientes términos: “En la tierra comprendida entre dos bahías de agua salada formadas por el Pacifico rodeadas por el SO y N por cordilleras y la E por la pampa que se prolonga del valle del río Gallegos y, a los cinco días del mes de marzo de mil ochocientos ochenta y siete, a las cuatro horas y treinta minutos de la tarde izo en lo alto de un farallón de piedra que mira al Oeste, la bandera de la República Argentina, dejando en la parte del farallón que se extiende al Norte magnético hasta tocar la segunda bahía las siguientes inscripciones con pintura roja en la piedra bruta: República Argentina, marzo 5 de 1887, F. P., A. Del C., W. G. Y para que conste este acto, firmo y conmigo los señores que me acompañan, esta acta que dejo depositada en una botella que entierro en este mismo lugar. Francisco Poivre, Agustín del Castillo, Wlliams Greenwood”.

Apenas hubieron firmado el Acta, Del Castillo extrajo de entre su recado la bandera y con ella en las manos se dirigió a sus ocasionales acompañantes y testigos internacionales de tan solemne acto: “Mis amigos, sin interés de ningún género, con entusiasmo incansable, con una solicitud generosa y digna me habéis acompañado hasta aquí. Yo os agradezco con toda mi alma vuestra abnegación y creo poder alguna vez conseguir que mi país os lo agradezca también. Ha llegado el momento de completar vuestra obra, acompañándome a vivar esta bandera, que si bien no es la vuestra, cobija a muchos de vuestros compatriotas que a su sombra viven, libres y felices. La Inglaterra y la Francia, tienen muchas glorias para que con este pequeño acto que ejerzo en honor de mi Patria, un francés o un inglés pueden sentirse celosos”.

Seguidamente comenzó a izar la bandera; al llegar al tope del rústico mástil fue saludada con un ¡Hurra! que repitió el eco de los cerros. Allí quedó la bandera flameando al viento. Pocos años después, en 1893, Argentina y Chile firman el “Protocolo Adicional y Aclaratorio del Tratado de Límites del 23 de junio de 1881”, por el cual “Chile no puede pretender punto alguno hacia el Atlántico, como la República Argentina no puede pretenderlo hacia el Pacífico”. En virtud de esa disposición el lugar donde con tanta solemnidad Del Castillo izó la bandera nacional, y que según la tesis “de las altas Cumbres” debía pertenecer a la República Argentina, pasó a posesión de Chile.

Fragmento del libro Patagonia Azul y Blanca, de Clemente Dunrauf.

 

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