martes, 11 de febrero de 2025

 

Ricardo Pedro Peña.

La Voz de Chubut trae la segunda entrega del crimen del guitarrero del “Bar España” de Trelew, Ricardo Pedro Peña, que enterraron en Dolavon en 1960.

En la primera parte tras el hallazgo del cadaver detuvieron al dueño del bar España, Orlando Lavigna, su ayudante Conrado Torné, un chico de 17 años y a Enrique “Melody” Barrenechea, un joven oficial de hijo de un jefe policial de Comodoro Rivadavia.

Primera parte del crimen que conmovió a Trelew:
Trelew, 1960. El crimen que conmovió a la ciudad (primera parte)

En esta segunda entrega, revelamos una verdad que permaneció enterrada durante décadas y encierra una historia de amor.

En octubre de 1960, cuando apareció el cuerpo enterrado, se destapó un verdadero escándalo en Trelew. Nadie podía creer que Torné, hijo de dos maestros, hubiera participado en un crimen a sueldo con “Melody” Barrenechea.

Conrado Torné

 

Lavigna, sospechaban varios, quería sacarselo de encima Peña, un tipo pintón –un “bohemio”, lo calificaban los diarios- que llegó de la provincia Buenos Aires con su guitarra y se fijó en su mujer, la joven y hermosa Goyeneche.

Una vez descubiertos Barrenechea y Torné, que no negaron los hechos, se acusron entre ellos de haberle disparado a Peña en un campo de Dolavon.

Mientras tanto en el hotel España, se destapaba el affair del buen mozo de Peña con la esposa de Lavigna, y salían a la luz otros negocios que se cocinaban en ese “antro corrupción” como lo definían los diarios.

Lavigna, acorralado por los investigadores, negaba todo. No obstante, un desecuentro que había tenido con Peña antes del crimen, terminaba por hundirlo

La verdad se la revelaría Parhelio Gocochea, muchos años después, al comisario Mariano Héctor Iralde, tomando mate, así como quien no quiere la cosa.

¿CASO RESUELTO?

El caso parecía resuelto: Orlando Lavigna, el dueño del Bar España, le habría pagado a “Melody” Barrenechea para que matara al guitarrero y el policía había arrastrado al pibe Torné, amenazado a punta de pistola, para que lo encubriera.

Los trelewenses que iban al cine Coliseo a ver El Vicio de Matar con Hugh O´Brian –que se estrenó ese año- y seguía las noticias por la prensa, hacían preguntas que no tenían respuesta.

“¿Qué tiene que ver este cádaver con el allanamiento de un hotel céntrico realizado hace poco más de dos meses en la calle 25 de Mayo?”, sugería Jornada en la edición de sábado 29 de octubre.

Los investigadores sabían mucho más de lo que dejaban trascender y lo filtraban en off the record. “¿Qué tiene que ver este presunto crimen con esa famosa Operación Audacia de la que nuestro diario informó copiosamente hace más de un año?”, se preguntaba el matutino.

Y anticipaba: “no sería nada difícil que en las próximas horas hubiese sensacionales revelaciones”.

Los indicios apuntaban a Barranechea como el supuesto “matador” (deriva de killer en la jerga de la época), mientras que se especulaba que Torné habría tenido un rol secundario.

En los cafés, en los bares de Trelew, el crimen estaba en boca de todo el pueblo. La gente decía que Barrenechea lo había amenazada a Torné: “si no enterraba el cuerpo él iba a correr la misma suerte que Peña”, corría la voz.

El abogado de Torné era Ricardo Beltrán Elicagaray, a quien muchos recuerdan verlo llorar junto a los padres del chico.

La pregunta que se hacían muchos, era si el crimen había sido premeditado o era una situación fortuita que se les había ido de las manos.

Para explicar esto había que entender cómo llegaron Barrenchea, Torné y Peña por la Ruta 25, a un campo, a unos 5 kilómetros pasando Dolavon.

“ LOS ARRIEROS”

El relato del “gordo” Ismael,  el policía que encontró el cuerpo (ver Parte 1), no dejaba ningún cabo suelto: esa noche un o dos arrieros que estaban con las ovejas, vieron a tres hombres en un campo removiendo la tierra.

Uno de los “testigos” indicó el lugar preciso donde habían estado: los investigadores fueron hasta allí, comprobaron que había tierra removida y desenterraron el cuerpo.

La flecha señala el lugar donde se encontró el cadáver, a ocho kilómetros al oeste de Dolavon.

Según las crónicas, una noche a mediados de mayo, dos arrieros que andaban en un camino de Dolavon, vieron unos hombres descender de un auto y escucharon detonaciones.

“Creyeron que se trataba de cuatreros que andaban en busca de ovejas y que los tiros eran dirigidos a los lanares que se hallaban en el lugar. Pegaron el odio a al tierra, como es usual en los arrieron para escuchar la conversación, pero la misma se diluía con el ruido del motor que no cesó en ningún instante”, reconstruye Jornada el 14 de noviembre.

La autopsia, más tarde, reveló que el guitarrero recibió cinco balazos por la espalda además de un tiro en la nuca.

A finales de ese mes, apareció una tricota de lana con cinco agujeros de bala flotando en un canal a cinco kilómetros de Dolavon.

Lo que se comentaba era que Lavigna le había pagado 20.000 pesos a Melody Barrenechea para que matase a Peña.

El policia necesitaba un cómplice para hacer el trabajo.

“CONTRABANDO DE AUTOS”

Barrenechea invitó a Torné a viajar a la provincia de Buenos Aires en un coche con un hombre de esos pagos, que no era otro que Peña, el guitarrero.

Melody le habría dicho a Torné que iban a “contrabandear autos” pasando el Paralelo 42, y Peña, que era de Guaminí, provincia de Buenos Aires, tenía sus contactos.

Esa noche, a mediados de mayo, salieron en un auto por la Ruta 25. Torné iba manejando, Barrenechea al lado y Peña en el asiento de atrás.

Al pasar Dolavon, Barrechea, en pleno viaje, le pidió a Torné que tomara un desvío para evitar unos policías. “Tomá por la derecha, así evitamos que la Policía nos vea”, le ordenó.

Allí –cuentan las voces- Barrenechea le pidió a Torné que parase porque “tenía que mear”, y Peña (que también andaba en apuros) bajó del coche y se le puso al lado.

Estaban parados en medio del campo en la oscuridad, con el auto en marcha, cuando se desencadenó la fatalidad. Aquí las versiones de Torné, que iba  al volante, y Barrenechea, difieren.

Barrnechea, en la reconstrucción de los hechos, culpa directamente a Torné. “Peña descendió del auto por la puerta del lado derecho, caminando aproximadamente 10 metros. Al mismo tiempo bajó Torné por el otro lado y él (Barrenechea) le alcanzó al pistola a Torné, que desde atrás del auto disparó contra Peña desde unos seis metros de distancia”, declara el policía.

Los investigadores, sin embargo, no terminaban de creele a Melody. “Si hubiese disparado de esa distancia, la bala no podría haber quedado alojada en el cráneo de Peña, sino que hubiera seguido su trayectoria”, decían.

La versión de Torné, aun con su inexperiencia, sonaba más creible. “Barrenechea se bajó por la derecha del auto haciendo ademán de cumplir una necesidad personal. Peña descendió por la puerta de adelante del mismo lado, quedándose él (Torné) al volante del auto. Al bajar Peña, Barrenechea hizo fuego a aproximadamente dos metros de distancia”, declaró.

El chico, que se había quebrado, dijo que no sabía que el viaje a Buenos Aires iba a terminar de la peor manera. “Yo no creía que Barrenechea lo iba a matar. Barrenechea estaba al lado, unos 50 centímetros  y le dijo a él (Torné): No te preocupes, quedate quieto porque te va a pasar lo mismo a vos. Sacá la pala del baúl del coche”, declaró.

“UN ANTRO DE CORRUPCIÓN”

“Peña salió un 9 de mayo de la cárcel de Rawson y pocos días después lo mataron”, salió publicado en los diarios días después de la aparición del cadáver. Lavigna, que estaba en la mira de todos, no tenía escapatoria.

-Yo no tengo nada que ver con la muerte de Peña.

-Peña le dio a usted dos cuchilladas, ¿por qué?

-Yo tuve un incidente con Peña, que me perseguía, yo le tenía miedo.

-Después que ingresó a la cárcel no recuerdo más nada de él.

Ismael, que frecuentaba el bar España, sabía que entre Lavigna y Peña pasaba algo. El guitarrero se había hecho fama de seductor.

En ese bar, ubicado en 25 de Mayo entre Pellegrini y el pasaje San Luis, se juntaba toda clase de gente. Una vez destapado el escándalo, se decía que era “un antro de corrupción”.

Ismael había escuchado de una pelea entre Lavigna y Peña por una “deuda de juego”, aunque eso nunca quedó claro.

Peña, denunciado por Lavigna, terminó en la cárcel de Rawson y salió los primeros días de mayo.

“Olfatié mal la cosa”,  diría Ismael  mucho después. Para mediados de mayo, el guitarrero ya no se presentaba más en el bar España.

El gordo, que conocía bien la noche, no podía encontrarlo por ninguna parte. La gente decía que se había vuelto a sus pagos en la provincia de Buenos Aires.

El guitarrero -se sabría mucho tiempo después-, tenía una mujer y una hija a las que había dejado en el pueblo para irse a recorrer el sur.

De pronto Ismael empezó a notar que un pibe (Conrado Torné) llevaba y traía algo entre Lavigna y su esposa Elvira.

“Acá hay algo raro”,

El gordo, que ya sospechaba, dejó que la mujer sola sacara el tema:

-Yo lo quería, bueno, pero, ¿por qué se fue entonces?

-Bueno, en algún momento volverá.

-Lo voy a matar al porquería ese.

Elvira, como preveía Ismael, estaba convencida de que su esposo lo había matado.

-Pero el chico no tiene nada que ver.

UN OSCURO DÍA DE JUSTICIA

El gordo Ismael no necesitaba mirarla a los ojos a Elvira Goyeneche para darse cuenta de que estaba enamorada de Peña.

Lavigna le daba seguridad, sí, pero había una pieza que faltaba. Y esa pieza estaba enterrada en alguna parte. “Quedate tranquila, vamos a organizar todo para que quedes afuera”, la tranquilizó.

La mujer de Lavigna solo tenía que convencer al chico de que hablara. “No te hagas problema, que nos ayude y lo ayudamos”, le garantizó Ismael.

En el peor de los casos –pensó el gordo- el pibe terminaría encerrado como partícipe del homicidio (algo que finalmente ocurrió).

La traición a Lavigna recién estaba empezando.

La mujer y el chico salieron por la Ruta 25 hacia Dolavon, se desviaron en un  camino que llevaba al campo donde estaba el cuerpo.

Ismael los siguió de lejos en su coche sin que se dieran cuenta. “No vaya a ser que me birlen el muerto”, le dijo a Goicoechea.

Al día siguiente, cuando pactaron el segundo encuentro, Ismael ya tenía el caso resuelto. El gordo estaba feliz: se llevaría todo el crédito.

Melody Barrenechea se llevó la peor parte: le dieron más de 20 años de cárcel por haber cobrado y por ser policia.

El policía cumplió una década en el Penal de Rawson y salió por buen comportamiento. En los años ´70 terminaría en la sección policiales de “Crónica” de Comodoro Rivadavia.

Torné, que había sido arrastrado por Melody, fue condenado a 17 años de cárcel como partícipe del homicidio. Pasó unos siete años adentro hasta que recuperó la libertad.

Goicochea, una tarde, le confió a Iralde que nunca hubo ningún arriero que los viera a los tres enterrando el cuerpo.

La verdad que el gordo Ismael se llevó a la tumba, era mucho más dolorosa aun.

Elvira Goyeneche, la esposa de Lavigna, y el guitarrero Peña, al final de la noche, ya nunca más se irían juntos del bar España.

 

 

 

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