Durante todo el 26 de diciembre la población de Trelew se vio sorprendida por la visita de centenares de turistas, los que, en trenes especiales, habían llegado desde Madryn, donde se encontraba anclado el vapor alemán “Cap. Polonio”, considerado como un verdadero palacio flotante, moderno y el más grande de los vapores que hacían la línea Sudamérica, al que por una breve temporada, la Compañía General de Navegación “La Argentina”, había destinado a viajes de turismo para personas adineradas. Infinidad de turistas en automóviles pudiendo así también recorrer la zona del valle. Por su parte, la gente de la localidad, aprovechando la combinación de trenes especiales que ese día se hicieron correr, pudieron a su vez visitar a este coloso del mar, observando sus comodidades y lujo asiático que lo adornaba. Mientras esto ocurría en Madryn, lo turistas en Trelew fueron obsequiados en el Teatro Español, con un vino de honor ofrecido por el señor José María Poch en su carácter de presidente municipal.
El regreso del último tren desde Madryn estaba previsto para las 22.40, lo que dio la oportunidad de presenciar la partida del buque, en que levantó anclas a las 22 en punto, y al mismo tiempo lanzaba al aire fuegos artificiales que ofrecieron un espectáculo maravilloso y alegre a los pobladores, los cuales hubieran deseado que dicho vapor nunca se alejara.
No dejo de llamarme la atención la diferencia en el valor del pasaje que la gerencia del ferrocarril aplico ese día a los pasajeros, ya que el boleto de ida y vuelta desde Madryn (para los turistas del CAP. Polonio) se fijó en $7,25 m/n mientras que para los de Trelew que quisieran ir a bordo del citado vapor su precio era solo de $5.15 m/n, esto para mis 14 años se apartaba de toda lógica ya que los valores fijados no eran iguales para el mismo servicio, pero se trató de la primera vez que comprendí que se trataba de una de las tantas formas que existen para explotar al turismo.
Párrafos de Matthew Henry Jones