
Al inicio de la travesía, Mancha (pelaje: overo) y Gato (pelaje: gateado) tenían 15 y 16 años respectivamente, edad en que la mayoría de los caballos terminan en campos de pastoreo. Su carácter era poco amigable. Habían crecido en la Patagonia, donde se habían acostumbrado a las condiciones más hostiles. Su propietario, Don Emilio Solanet, dueño de la estancia “El Cardal” de Ayacucho y criador de caballos criollos, se los había comprado al cacique tehuelche Liempichún, en Chubut.
Guiados por el profesor suizo Aimé Félix Tschiffely, recorrieron unos 21.500 km, transitando por profundos valles, sobre montañas heladas de más de 5.000 m, descendiendo a las húmedas selvas y a los desiertos calurosos. Pasaron por América Central y México hasta llegar, después de tres años, a Estados Unidos, el 20 de septiembre de 1928.
Este tipo de equinos de estampa poco atractiva, descendieron de los primeros caballos españoles y se reprodujeron salvajemente en la Patagonia.
Domarlos puso a prueba las facultades de varios de los mejores domadores. Cuenta Tschiffely: “…desde los primeros días advertí una real diferencia entre sus personalidades. Mancha era un excelente perro guardián: estaba siempre alerta, desconfiaba de los extraños y no permitía que hombre alguno, aparte de mí mismo, lo montase… Si los extraños se le acercaban, hacía una buena advertencia levantando la pata, echando hacia atrás las orejas y demostrando que estaba listo para morder… Gato era un caballo de carácter muy distinto. Fue domado con mayor rapidez que su compañero. Cuando descubrió que los corcovos y todo su repertorio de aviesos recursos para arrojarme al suelo fracasaban, se resignó a su destino y tomó las cosas filosóficamente… Mancha dominaba completamente a Gato, que nunca tomaba represalias”.
El amor a su jinete está reflejado en sus cariñosas palabras: “Mis dos caballos me querían tanto que nunca debí atarlos, y hasta cuando dormía en alguna choza solitaria, sencillamente los dejaba sueltos, seguro de que nunca se alejarían más de algunos metros y de que me aguardarían en la puerta a la mañana siguiente, cuando me saludaban con un cordial relincho.”
El largo raid de Buenos Aires hasta Nueva York, les valió la conquista del récord mundial de distancia y también el de altura, al alcanzar 5.900 msnm (altitud) en el paso El Cóndor, entre Potosí y Chaliapata (Bolivia). El viaje se desarrolló en 504 etapas con un promedio de 46,2 km por día. Tschiffely estaba convencido de la fortaleza de los rústicos caballos criollos.
Mancha y Gato murieron en 1947 y 1944, a los 40 y 36 años de edad. Fueron cuidados hasta su muerte por el paisano Don Juan Dindart, en la Estancia “El Cardal”, donde se encuentran enterrados sus huesos, mientras que sus pieles fueron taxidermisadas y hoy se encuentran expuestas en nuestro Museo de Transportes.
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