Mientras el siglo XIX daba sus primeros pasos, Alexander Von Humboldt entró en América y descubrió para sus adentros. Años después escribió:
* Sobre las clases sociales: México es el país de la desigualdad. Salta a la vista la desigualdad monstruosa de los derechos y las fortunas. La piel más o menos blanca decide la clase que ocupa el hombre en la sociedad.
* Sobre los esclavos: en ningún lugar uno se avergüenza tanto de ser europeo como en Las Antillas, sean francesas, inglesas, danesas o españolas. Discutir sobre que Nación trata mejor a los negros es como elegir entre ser acuchillado o desollado.
* Sobre los indios: entre todas las religiones, ninguna enmascara tanto la infelicidad humana como la religión cristiana. Quien visite a los desafortunados americanos sujetos al látigo de los Frailes, no querrá volver a saber nada más de los europeos y su teocracia.
* Sobre la expansión de los Estados Unidos: la conquista de los norteamericanos me disgusta mucho. Le deseo lo peor en el México tropical. Lo mejor sería que se quedaran en casa, en lugar de difundir su loca esclavitud.
Este alemán curioso y valiente estaba preocupado por el desarrollo sostenible, mucho antes de que esto se llamara así. En todas partes lo maravillaba la diversidad de los recursos naturales, y le horrorizaba el poco respeto que se les tenía.
En la Isla Urbana, en el Río Orinoco, Humboldt advirtió que los indios no recogían una buena parte de los huevos que las tortugas dejaban en la playa, para que la reproducción continuara, pero los europeos no habían imitado esa buena costumbre y su voracidad estaba extinguiendo una riqueza que la naturaleza había puesto al alcance de la mano.
¿Por qué descendían las aguas en el lago venezolano de Valencia? Porque las plantaciones coloniales habían arrasado los bosques nativos. Humboldt decía que los viejos árboles demoraban la evaporación del agua de lluvia, evitaban la erosión del suelo y garantizaban el equilibrio armonioso de los ríos y las lluvias. Su asesinato era la causa de las sequias feroces y las inundaciones imparables:
-No solo el lago de Valencia –decía-. Todos los ríos de la región son cada vez menos caudalosos. La cordillera está desforestada. Los colonos europeos destruyen los bosques. Los ríos se secan, durante buena parte del año, y cuando en la cordillera llueve se convierten en torrentes que arrasan los campos.
Párrafos extraídos del libro “Espejos – Una Historia Casa Universal” – Eduardo Galeano