“En las últimas dos décadas han visto a China construir en miles su flota pesquera de aguas profundas, lo que resultó en que China agotara su propia población de peces en sus océanos más cercanos. A su vez, sus pescadores han navegado a otros océanos del mundo para continuar con la pesca de altura. Esta práctica ha generado alarmas sobre el impacto en las economías locales, así como la sostenibilidad comercial de las especies oceánicas”. Leonardo DiCaprio en Twitter, 28 de septiembre de 2022.
El comentario de la super estrella de Hollywood enlazaba un especial multimedia publicado por el New York Times explicando cómo China ha logrado en los últimos 20 años construir la flota pesquera de aguas profundas más grande del mundo: 3.000 barcos. Aunque hay otros informes que elevan hasta 17.000 sus embarcaciones. En comparación, Estados Unidos tiene solo 300 barcos en aguas lejanas.
Los chinos operan los 365 días del año frente a las costas de más de 90 países de África y América del Sur, sin olvidarnos de los barcos apostados alrededor de los pequeños estados insulares del Pacífico Sur. No hay ninguna otra flota en el mundo que abarque un área tan grande.
Fue en 2013 cuando el presidente Xi Jinping, entonces un novato en el trono de Pekín, empujó a los marineros a “construir barcos más grandes, aventurarse aún más lejos y pescar peces más grandes”. El Gobierno chino tenía claro que había que potenciar una industria que en 1985 tan solo tenía 13 barcos lejos de sus aguas.
SUPERPOTENCIA
China, en 2022, es el más poblado del mundo y sus inversiones cada vez se extienden por más rincones del planeta. Es una superpotencia económica, tecnológica, científica y también pesquera. Porque, según la ONU, el gigante asiático consume alrededor del 36% de la producción mundial total de pescado y transporta 15,2 millones de toneladas de vida marina al año. O lo que es lo mismo: el 20% de la captura anual global. Para algunas especies, su participación es mucho mayor. Por ejemplo, es responsable de casi el 70% de la captura mundial de calamares.
La expansión por los mares de la flota china lleva años en la mesa de debates medioambientales y políticos: hay muchas denuncias de pesca ilegal, a lo que hay que sumar las incursiones, a veces consentidas y otras no, de los barcos chinos en aguas territoriales, o zonas económicas exclusivas, de otros países.
“De forma rutinaria la flota china está violando la ley, apuntando a especies de tiburones en peligro de extinción, falsificando licencias y documentación, y cometiendo abusos contra los derechos humanos a bordo de sus embarcaciones. Aunque la ley marítima de Naciones Unidas exige que los barcos pesqueros utilicen un transpondedor para transmitir su ubicación en todo momento, muchos de estos barcos los desconectaron deliberadamente”, asegura Ian Urbina, autor de The Outlaw Ocean, un libro basado en sus investigaciones sobre el crimen y la pesca ilegal en aguas internacionales.
DENUNCIAS
En su hilo de Twitter, Leonardo DiCaprio denunciaba que China había agotado parte de su población de peces cerca de sus costas y que por eso ahora los iba a buscar más lejos. Por ejemplo, en el disputado Mar de China Meridional, varios informes reportan que, en esa región, la sobrepesca ha provocado una reducción en la biomasa total de peces del 90% desde la década de 1960.
“La flota de China eclipsa a todas las demás en términos de captura, número de embarcaciones e impacto ambiental. Las estimaciones sugieren que China es responsable del 38% de las actividades de pesca en aguas distantes”, reza un informe publicado este año por Environmental Justice Foundation (EJF), una organización con sede en Reino Unido.
“Los testimonios de más de 100 miembros de la tripulación revelan que los subsidios estatales han permitido que la flota de aguas distantes de China, embarcaciones que operan más allá de la zona económica exclusiva del país asiático, exploten las aguas de las naciones en desarrollo que dependen de sus recursos marinos para la seguridad alimentaria. El 95% de los miembros de la tripulación entrevistados dijeron que habían presenciado alguna forma de pesca ilegal, mientras que el 58% dijo haber presenciado o sufrido violencia física”, recoge el informe, que incide en vincular a China con la pesca ilegal después de que se hayan identificado “más de 300 delitos pesqueros confirmados y 240 sospechosos entre 2015 y 2019”.
ÁFRICA
El reporte de EJF también centra su atención en África: “El 78% de los proyectos de pesca en alta mar aprobados dentro de las zonas económicas exclusivas de 20 estados africanos han acabado en manos de los arrastreros de fondo chinos, embarcaciones que arrastran una red pesada por el lecho marino, a menudo arrasando hábitats y capturando peces de menor tamaño o especies que no buscaban en el proceso”.
Mirando al otro extremo del mundo, a principios de septiembre, Laura Richardson, comandante general del Comando Sur del Ejército estadounidense, denunció que Ecuador estaba permitiendo la pesca ilegal de la flota china cerca de la zona del archipiélago de Galápagos, cuyas aguas se encuentran entre las más biodiversas del mundo, sobre todo con la mayor biomasa de tiburones. Las aletas de estos peces cartilaginosos son un lucrativo negocio en el mercado asiático.
En 2020, la guardia costera de EEUU ya publicó imágenes satelitales en los que cientos de barcos chinos formaban una línea casi perfecta a lo largo del límite de la zona económica exclusiva de Ecuador. Tres años antes, las autoridades ecuatorianas interceptaron un buque frigorífico chino que llevaba 6.000 cadáveres de tiburones.
En el artículo visual del New York Times que compartía DiCaprio explican que China puede pescar a una escala tan industrial gracias a buques como el Hai Feng 718, un carguero refrigerado construido en Japón en 1996. Está registrado en Panamá y es administrado por una empresa en Pekín conocida como Zhongyu Global Seafood Corporation, propiedad del poderoso conglomerado estatal Corporación Nacional de Pesca de China. Algunos activistas denuncian que Pekín lleva años ofreciendo grandes inversiones en infraestructura en países latinoamericanos y africanos a cambio de que dejen a su flota pesquera faenar en las aguas exclusivas de estas naciones.