sábado, 27 de julio de 2024

Con el advenimiento del Presidente Arturo Ilia, en 1963, se puso en marcha un proyecto sin precedentes y de vastos alcances: el censo indígena, ambicioso programa que no solo intentaba saber con la mayor precisión posible la cantidad de indígenas que había realmente en el país, sino que buscaba indagar con profundidad los distintos aspectos de su forma de vida.

Se trataba de un relevamiento integral de las comunidades en el cual el factor cuantitativo era uno de sus ítems. Nunca antes en Argentina se había intentado un proyecto semejante.

Importante fue también el hecho de convocar a los especialistas, tener en cuenta su opinión y encargarles la realización de la tarea: “el problema de las comunidades indígenas existentes se examinará aprovechando la experiencia universitaria para formar una política coherente y positiva que permita la integración de muchos millares de compatriotas a su propia nacionalidad….”. Arturo Ilia, mensaje legislativo del 1 de mayo de 1964.

Tanto el Decreto que dispone la realización del censo como la intervención del Ministerio del Interior en ocasión de la clausura de la Primera Convención Nacional de Antropología (Resistencia, Chaco, Mayo de 1965) permitieron la elaboración y posterior publicación de un documento que sintetizó la posición oficial sobre el tema, en aquel momento, de la vida política del país.

La primera parte de este texto transcribe las palabras del Ministro del Interior, quien, en representación del Presidente de la Nación, clausuró la mencionada convención de antropología. Al hacer mención a la cuestión indígena planteo lo siguiente: “ella no representa –es bueno recalcarlo- tan solo el problema biológico de una raza sino también el problema cultural, económico, social, moral y político de un sector del pueblo argentino. Quienes lo componen son hombres y ciudadanos, iguales en derechos y no obstante, no han sido iguales sus posibilidades”.

Previamente, había hecho referencia a la importancia del trabajo de los especialistas en todo lo relativo a los distintos procesos de “aculturación de los pueblos etnográficos” enfatizando acerca de la necesidad de integrar a esas comunidades al conjunto de la sociedad: ”existen grupos indígenas sin plena integración a la comunidad nacional, y eso debe lograrse mediante una acción constante –realizada por el Estado y por la sociedad- que tiende a incorporar al indio al proceso colectivo de civilización y cultura, respetando su personalidad de manera que sea él mismo artífice principal de su mejoramiento”.

Se consideraba necesaria además la promoción de una reforma agraria que tuviera en cuenta el acceso a la propiedad para las familias indígenas y la organización de cooperativas de producción.

En medio de estos anhelos se deslizaban, una vez más, las ideas paternalistas (“y también, señores, cuidar su formación moral encausando su sentido natural de religiosidad, combatiendo la promiscuidad y la embriaguez”), que sin embargo no empañan el intento global de esta política asentada en el hecho imprescindible de conocer, como primer paso, una realidad inasible.

Censo Indígena Nacional 1968

El Censo fue el primer proyecto de alcances nacionales que fue realizado en su gran mayoría por personal especializado. Su estructura interna estaba compuesta por un Comité Ejecutivo y una Secretaría Técnica de los cuales formaban parte antropólogos y estudiantes de antropología y sociología (estos últimos como agentes censistas).

Se plantearon dos objetivos principales, uno teórico y otro práctico; el primero apuntaba a “ubicar geográficamente las distintas agrupaciones indígenas que pueblan nuestra República determinando en cada una de ellas sus características demográficas, al mismo tiempo que los niveles de vida alcanzados por dicha población”; el segundo planteaba que “en base a conocimiento del universo que nos da el objetivo primero, proponer posteriormente plantas de Desarrollo de Comunidad en aquellos grupos que, por sus características y situación, ofrecen oportunidad de que la experiencia que se realiza sobre ellos, pueda ser repetida en otros contextos similares”.

Otro hallazgo de este proyecto consistió en la definición de ciertos conceptos claves.

El censo entiende por indígenas a aquellos individuos que reúnen los siguientes atributos:

  1. que se manejes en su estructura económica en un nivel de subsistencia;
  2. que convivan en comunidad o grupo;
  3. que mantengan elementos de la cultura prehispánica, especialmente la lengua y si ella no se habla que se identifiquen con otros elementos tales como festividades, vestimenta, artesanías, etc.;
  4. que expresen una conciencia de pertenencia a un grupo étnico o de lo contrario que sea notoria su descendencia de éstos;
  5. que su hábitat actual se encuentre en la misma zona o muy próxima al hábitat pre hispánico.

En otro lugar del mismo trabajo se define como indígenas a todos aquellos “individuos que manifiesten en su conducta individual o grupal predominancia de elementos de la cultura pre colombina y que expresan al mismo tiempo una conciencia de pertenencia actual o histórica a alguno de los grupos étnicos pre hispánicos que habitan la zona”.

Asimismo, el censo define a la comunidad como “una unidad social cuyos miembros participan de algún rasgo o interés común, con conciencia de su pertenencia a un grupo social determinado, a un sitio geográfico, situado en una determinada área en la cual los individuos interactúan más intensamente entre sí, que con el resto de la sociedad”.

Grupo, por su parte, es un “conjunto de individuos que tiene un elemento o rasgo común que permite aglutinarlos, que esté situado en un lugar geográfico determinado y sus integrantes tienen una interacción tanto entre sí como con el resto de los individuos que lo rodean y que no pertenecen al grupo”.

Entre ambos conceptos, el de comunidad y de grupo, se ubicaría el de agrupación indígena, que abarca a ambos y a aquellos individuos que en la práctica poseen diferencias de grado con las definiciones enunciadas, haciendo referencia al hecho de que, en muchas circunstancias, los indígenas han dejado su hábitat original rural, para trasladarse, por ejemplo, a centros urbanos.

Textos extraídos del libro: “Nuestros paisanos los indios” – Carlos Martínez Sarasola

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