
De ascendencia tehuelche septentrional (Chokorí = langosta), aunque otros lo consideran araucano (huilliche o borogano) y por lo tanto aborigen chileno, se había casado con una ahonikenk.
En la batalla de Languiñeo, Chocorí, ayudado por sus coterráneos chilenos, engañó a los tehuelches con el pretexto de comerciar con ellos, los rodeó y exterminó sin perdonar mujeres ni niños; aunque otras referencias aseguran la mezcla de sangres luego.
El principal enemigo que debió sobrellevar Rosas en 1833, fue la indiada de Chocorí, que en ese entonces se movía entre el río Colorado y Choele Choel, y en otros momentos se extendía desde las sierras de la Ventana y Bahía Blanca hasta el país de Las Manzanas, en Neuquén. Aliado de los boroganos, vivía en constante movimiento atacando colonos, poblados y fortines para alzarse con haciendas y cautivos.
Durante la campaña de 1833, fueron varios los enfrentamientos con su tribu, pero el cacique se les escapaba. Finalmente, el teniente coronel Francisco Sosa, procediendo con cautela y rapidez, logró sorprender a Chocorí, muriendo el caudillo en los entreveros a lanza, facón y bola, donde el coraje de ambos contendientes rivalizó en denuedo propio de gestas de épocas de leyendas.
Sus artimañas tenían como base de sustentación su conocimiento de la zona en que nació y se crio.