El ejército parte de Tapalqué el 05/04/1833.
En Tapalqué se incorporan los caciques Catriel y Cachul, y un batallón de libertos, todos negros.
Así van acercándose a Bahía Blanca, y allí recibe una mala noticia: el barco con los vestuarios no ha llegado.
El 01/05 se pone en marcha con todo el ejército hacia el Sauce Chico, desde donde dispone que la vanguardia de Pacheco se dirija al río Negro.
Para evitar que los aborígenes maloneros se escapen al sur del río Negro, se concertó un pacto con los tehuelches: Rosas le pagará un monto fijo por cada araucano que maten de los que pasen al sur del río, pero si no lo hacen así, serán ellos mismos exterminados. La guerra la encara con aborígenes aliados, a los que, siguiendo los ejemplos de San Martín y lord Chesterfield, recelando que sus amigos se conviertan en cualquier momento en enemigos, los pone siempre al frente, a fin de mermar su número. Dicho en lenguaje llano, los utiliza como “carne de cañón”.
Para terminar con los aborígenes depredadores e invasores de las pampas, el que podría llamarse método post-combativo de Rosas lo denuncia así Schoo Lastra: “Rosas, preocupado por la escasez de hombres y elementos para el cuidado y alimentación de la cantidad de indios que resultaban prisioneros, indicó al coronel Ramos que en lo sucesivo, tratándose de adultos no de mujeres ni criaturas sólo le mandase los de verdadera importancia; pero si no la tenían, luego de tomarles declaración, que los dejara atrás con una guardia, a cuyo jefe instruiría para cuando quedaran solos los ladeara al monte y allí los fusilase. Daban las instrucciones el nombre del oficial capaz de servir de verdugo, agregando que si luego eran echados de menos los prisioneros, podía decirse que, habiéndose querido escapar, la guardia había cumplido su consigna de hacer fuego sobre ellos. No convenía, al avanzar sobre una toldería, tomar muchos prisioneros vivos, pues con 2 o 4 bastaba y si había más, en caliente no más debían matarse. No había cómo guardar los prisioneros seguros. Instrucciones escritas de Rosas al coronel Ramos. Archivo General de la Nación. Sala 5, cuerpo 26, anaquel 5, Nº 5”.
El 12/05/1833 llegan al Colorado y establece su cuartel general, donde ordena la construcción de trincheras. En su interior se levantan los cuarteles, varios ranchos y algunos negocios en lo que se conocería como Médano Redondo.
Rosas se queda con 300 hombres y a los demás los envía en distintas direcciones en persecución de los aborígenes. También dispone que Bathurst reconozca el río Colorado hasta su desembocadura en el mar, que Chiclana midiera la distancia y los rumbos hasta el camino proveniente de la isla Choele Choel y que Descalzi reconociera el río Negro de Carmen de Patagones aguas arriba, mientras una comisión informaba sobre la naturaleza y aprovechamiento de algunos vegetales de la zona.
Pacheco, el 26/05/1833, aniquila a la tribu de Payllarén y, el 03/07, se apodera de la isla Choele Choel, mientras uno de sus segundos vence a Pitriloncoy y otro destruye a la indiada de Chocorí.
Un jefe escribe: “He servido en varios ejércitos, pero no he visto uno más entusiasta, ni más arreglado y moral, ni tampoco que presente el raro fenómeno de no tener desertores”.
De los tehuelches, Rosas afirma que son buenos y que no necesitan robar para vivir.
El gobierno demuestra su oposición negándole recursos monetarios; entonces pide dinero a los vecinos de Patagones y Bahía Blanca entregándoles a cambio letras para que las cobren del ministerio de Hacienda. Simultáneamente, el gobierno le ha prohibido a los estancieros venderle reses.
La falta de provisión llegó a tal punto, que las fuerzas de Pacheco debieron comer los caballos más inútiles.
El coronel Ramos va por las márgenes del río Colorado rumbo a la cordillera. Otra división ligera, al mando de Leandro Ibáñez, marcha al sur del río Negro para perseguir a los que hubieran escapado de la avanzada de Pacheco, fuerza que llegó hasta el arroyo Valcheta.
El 10/08 salen de Patagones la goleta Encarnación y la lancha Manuelita, bajo las órdenes de Descalzi.
El 07/09 Quiroga ordena que la División Derecha regrese a Mendoza.
Según las cartas de Antonino Reyes, murieron 7.000 aborígenes; Saldías eleva la cifra a 10.000. Cerca de 3.000 cautivos fueron libertados, y este número se sobrepasó cuando después los caciques siguieron entregando los cautivos que tenían, los que eran rescatados por las divisiones que continuaron persiguiendo a los maloneros que no se habían sometido.
La Campaña del Desierto terminó virtualmente a fines de 1833. Pacheco le escribe el 02/11/1833 a Juan Nepomuceno Terrero diciéndole que nada falta por hacer pues se ha buscado a los aborígenes por todas partes sin que quedasen rastros de ellos.
La última página del Diario de la División Izquierda dice: “Día 25/03/1834. Dándose hoy por concluida la campaña contra los indios enemigos y habiéndose licenciado el ejército izquierdo, el Señor General que ha tenido la suerte honrosa de mandarlo se dirige a sus patriotas y compañeros de armas:
Soldados de la Patria: Hace doce meses que perdisteis de vista vuestros hogares para internaros por las yermas y vastas pampas del sur. Habéis operado activamente sin cesar todo el invierno y terminados los trabajos de la campaña en un año como os lo anuncié al tiempo de nuestra primera marcha. Vuestras lanzas han despoblado de fieras el desierto; han castigado los crímenes y vengado los agravios de dos siglos.
Las bellas regiones que se extienden hasta la Cordillera de los Andes y las costas que se desenvuelven hasta el afamado Magallanes, quedan abiertas para nuestros hijos. Habéis excedido la esperanza de la Patria (…) Adiós: vuestro general que ha tenido siempre sobrado valor para llenar en esta parte sus deberes, sin temor a los peligros, ni a la ferocidad de los tiranos, no lo tiene para despedirse de vosotros. Unión- Remedio- Al país”.
Rosas, el 28/01/1834, había dado a las tropas este santo: “¡Al Colorado y al Negro, adiós!”
Textos de Luis B Colombatto