sábado, 27 de julio de 2024

 

 

Don Ciriaco Santos fue un antiguo vecino de Rawson, nacido y criado aquí, como suele decirse.

A lo largo de vida ha visto crecer a su pueblo, progresar a veces, estancarse otras o atravesar por épocas de crisis.

La mirada clara de Don Ciriaco se extravía por momentos en los recovecos de la memoria, a veces cuesta recordar, otras los tiempos idos surgen con tal nitidez de sus palabras que es fácil adentrarse en el pasado.

De sus padres dice que eran españoles

-¿Y sus padres vinieron directamente acá, al sur?

-Creo que sí, porque mi hermana había nacido en 1912, en España y yo nací en el 14, aquí en Rawson. Pero más tarde nos fuimos a Buenos Aires, ahora pienso que con la idea de regresar a España. Yo era chico, sin embargo me acuerdo algunas cosas de la época que estuvimos allá, por ejemplo recuerdo haber visto los tranvías aquellos tirados por caballos. No sé qué año seria, pero lo conocí.

-¿Y después que paso?

-Mis padres volvieron para acá y fuimos a vivir a Gaiman, en una chacra. Allí empecé la escuelita de adobe, en Bryn Gwyn.

-¿Cuándo volvieron a Rawson?

-No sé, no recuerdo exactamente el año…, creo que era en invierno cuando vinimos… y a veces dudo sino era verano, porque yo empecé a ir al colegio de los salesianos, entonces vivíamos del otro lado del rio.

-¿Qué amigo de aquellos años, de la infancia, recuerda?

-Mi mejor amigo desde siempre fue, Eugenio Graña, que se fue hace poco… -rememora Ciriaco con nostalgia- Él era menor que yo, pero siempre fuimos amigos.

Ciriaco recuerda que la escuela primaria la termino en la nacional N°1 (actual escuela 4) que por entonces estaba en la Avda. Sarmiento.

-¿Una maestra que le guarde cariño?

-La señorita Pazos, nosotros cuando chicos, con afecto, le decíamos pero ya digo, con mucho cariño.

-¿Después pudo hacer la secundaria?

-No, aquí no había creo que en Trelew tampoco. Además había que trabajar, nosotros éramos muchos en casa y no sobraba nada. Mi papa trabajaba en la quinta de Don Pedro Martínez, allí estuvo bastante tiempo, después recién entro como ordenanza en la gobernación y más tarde lo pasaron adscrito al Juzgado Federal.

-¿Usted trabajo alii, en el juzgado, no?

-Sí, yo deje de ir a la escuela en el año 26, y entre como mandadero en el juzgado… Tenía 12 años, nada más.

-¿Recuerda cuanto ganaba?

-Es que a mí no me pagaban sueldo, yo sacaba algo con las propinas que me daban, pero recién a los 16 años me nombraron en el juzgado. Por esa época el juez era Don Ramón Francisco Vázquez.

-¿Entonces cobro su primer sueldo?

-Sí, no eran grandes sueldos los de esa época…, un vigilante ganaba 147 pesos, imagínese…. Yo, con el descuento del 5% para el aporte jubilatorio, cobraba 137, 50…. Pero claro, entonces con mil pesos compraba una casa…! Las alpargatas, las “Rueda”, costaban 60 centavos y las que fabricaban acá en Trelew, 30 centavos…

-¿Había fábrica de alpargatas, acá?

-Sí, las alpargatas , esas con suelas de goma clavadas con tachuelas las hacían acá, en Trelew…. Me acuerdo que eran inmensas, siempre se veían mas grandes –recuerda con una son risa Ciriaco- les hacían las suelas con cubiertas viejas.

-¿Ciriaco, y de su juventud que amigos recuerda?

-Muchos, muchos –dice pensativo y se queda un m omento en silencio… seguramente muchos ya no están y la mirada se enturbia- al Finochieto lo quería mucho, aunque era mayor que yo. También trabajaba en el juzgado… ni sombra hacía de tan delgado que era…

-¿Y le gustaban los bailes?

-Iban a todos, pero no bailar mucho, no fui gran bailarín.

Lo mismo con el futbol, jugué en Germinal, pero llegue hasta la segunda nomas por no debo haber sido muy bueno. Lo que si me gustaba era ir a pescar. El mas siempre me gusto, cuando estaba por hacer el servicio militar quería a toda costa que me tocara Marina, pero me levante por numero bajo.

-No me diga que le hubiera gustado hacer la carrera militar…

-No, eso no creo, pero si me hubiera gustado hacer el servicio en la Marina…

-¿Dónde estaba el juzgado, Ciriaco?

-Ahí en la vacchina, entre Sarmiento y Belgrano, toda esa esquina donde estaba la pensión de Doña Modesta Quintana…

El recuerdo de la querida vecina lo distrae por un momento. Hay un gran afecto y mucha nostalgia al hablar de ella; .

-¿Siempre trabajo en el juzgado?

-Siempre, yo me jubile allí…

-¿En qué año se jubiló?

-En el año 68 deje de trabajar, no era tan viejo, tenía 54 años, pero no quise saber más nada de trabajar.

Hasta entonces Ciriaco mantenía su soltería irreductible. Sin embargo con los años hubo una mujer que lo hizo desistir de la soledad. Cuando Ciriaco y Rosina se casaron ya eran gente mayor. Ella había enviudado dos veces y tenía cuatro hijos.

Locuaz y muy agradable, Rosina cuenta entre risas como fue que se conocieron y finalmente se casaron hace ya doce años.

Hoy ambos disfrutan de los nietos que aporto Rosina a la unión y por supuesto de los hijos.

De la familia de don Ciriaco, él es el único que sobrevive, su hermano varón falleció de muy pequeño, cuando solo tenía 11 años. Tampoco sus padres tuvieron una larga vida, la madre murió a los 50 años y el padre a los 65, también sus hermanos, con el tiempo se fueron de este mundo y Don Ciriaco piensa hoy, seria lindo volver a empezar. Ser joven otra vez…

-¿Y se quedaría en el país?

-Si por supuesto, yo no me iría, pero pelearía más, lucharía más por las cosas.

-¿Elegiría Rawson de nuevo para vivir?

-Depende, depende de la edad….

Y en realidad los años no son un problema para Don Ciriaco porque los lleva muy bien. Por eso quisimos tener esta charla con él, porque más que una entrevista fue casi una charla de amigos y muy grata por cierto.

 

Nota de archivo de “El Informador Capitalino”

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