miércoles, 4 de diciembre de 2024
San Martín y 9 de Julio, la esquina más fotografiada de la ciudad. Foto: Archivo Municipal

Se construyen las redes cloacales y se cambian las viejas redes de agua, pero la insuficiencia del abastecimiento sigue golpeando al pueblo que aspira a ser ciudad. Con unos 30 mil habitantes, se necesitan mayores fuentes de abastecimiento. El viejo acueducto desde Manantiales Behr no alcanza a cubrir las necesidades de toda la población.

Los diarios no se cansan de repetir: hay una solución para la permanente carencia de agua, que motiva largas colas de vecinos a la espera de abastecer tachos y bidones en canillas públicas, ubicadas en los barrios más favorecidos (sobre la denominada planta baja del pueblo). Para resolverlo, proponen los diarios, se debe traer el agua desde el lago Musters, como se viene hablando desde 1918.

Cualquier cosa, pero que hagan algo. Este pueblo lo dio todo desde 1907, cuando buscando agua se encontró petróleo. Y aunque parezca mentira, “a 48 años de aquel inolvidable y venturoso hallazgo de lo que hoy es la gran riqueza nacional, tenemos que implorar para satisfacer nuestras elementales necesidades. Se ha convertido en un drama, pues hay residencias donde ese elemento no sólo es escaso, sino que transcurren semanas sin que llegue, debiendo sus moradores recurrir a la mendicidad y buena predisposición del vecino que le surte sus vasijas. Creemos que nadie lo ignora porque las escenas señaladas son muy fácilmente visibles, ya que constituyen espectáculo en nuestras calles”.

El grave problema, pese a las promesas de los gobernadores militares, seguirá sin solución aun por varios años más.

Para colmo, el pueblo sufre otros inconvenientes: el gas tiene elevadas tarifas, pese a que la región abastece al centro del país a través del gasoducto Presidente Perón. Y la electricidad adolece de energía suficiente para satisfacer toda la demanda. “Tal es la situación real -informa el diario El Chubut- de una población que, con su esfuerzo privado, brega y se esfuerza ante la admiración de la mayoría y la indiferencia de no pocos, por elevar al rango de ciudad. Y esa población no es otra que la de Comodoro Rivadavia”.

 

Fragmentos del libro “Crónicas del Centenario”

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