sábado, 27 de julio de 2024

En 1943, el Gobierno Municipal considera que” existe en esta ciudad una considerable cantidad de perros sueltos que vagan por las calles del municipio, lo que puede constituir en ocasiones no sólo un peligro para los transeúntes, sino también para la salud pública”.

Por ello resuelve que “todo dueño de perro deberá abonar una patente anual de $2 m/n, cuando se trate de la tenencia de un solo perro. Cuando tuviere dos deberá abonar una patente anual de $10 por el segundo”.

También establece que queda “terminantemente prohibida la tenencia de más de dos perros en cada” y “se concede un plazo de hasta el 31 de agosto para abonar las patentes”.

Además, “cada perro por el cual haya sido abonada la patente deberá llevar un collar en el que se fije la chapa que esta municipalidad entregará al abonarse la chapa”.

Si el vecino no cumple “después de la fecha fijada, todo perro que carezca de la patente y sea encontrado en la vía pública será requisado y sacrificado de inmediato, destruyéndose por cremación. Regístrese, publiquese y archívese”.

El 7 de noviembre de 1943 el comisario de la policía Ángel Donatone eleva una nota al comisario municipal, coronel Ángel Solari, porque “el vecino Ricardo M posee un perro sin la correspondiente patente municipal. El contraventor de referencia fue notificado y debe compadecer a los efectos de regularizar la situación”.

Quince días después, la policía informa que se “le comunicó -al dueño del perro que reside en España 868- acerca de la Resolución N° 171 del 6 del 8 del 43”.

Al día siguiente lo citan y le comunican que “tiene dos días de plazo para que saque la patente correspondiente. En caso contrario se le aplicará una multa de $ 20 que determina el Artículo 54 de la Ordenanza General de Impuestos en vigencia”.

El último día del mes, “compadece el dueño del perro y enterado de la resolución precedente manifiesta haber sacrificado al perro por haber mordido a una niña hace un mes”.

Notifíquese y archívese.

Extraído del libro “Crónicas del Centenario” editado por Diario Crónica en 2001

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