martes, 20 de mayo de 2025
Membrete de “La Pilarica”, de Manuel Cao con sucursal en Corcovado, 1910.

Un censo agrícola, realizado en 1901, nos informa quiénes eran los productores del valle, la existencia de ganado vacuno y lanar y el cultivo de hortalizas, cereales y otras plantas.

En el otoño de 1901 el comisario de la Colonia 16 de Octubre, Eduardo Humphreys, recorre las zonas de “Pampa Grande” y “el Corcovado” y levanta un censo agrícola para conocer la situación productiva de los nuevos asentamientos. Así podemos conocer la situación de la tenencia de la tierra y la producción en ese momento. De 44 censados (43 hombres y una mujer de estado civil viuda), 16 se encuentran asentados en tierras fiscales, 1 posee animales (yeguarizos) pero es ambulante, 1  se encuentra en la legua 49 de la colonia 16 de octubre, habiendo comprado los derechos a Harry Jones y el resto está instalado en tierras que, según el plano oficial que se levantó por aquellos años, tenían dueños. El censo no aclara la situación legal a partir de la cual los ocupantes en tierras privadas hacen uso de las mismas, si con permiso de esos dueños, como peones, arrendatarios o puesteros, o como “intrusos”. Entre quienes se encuentran en tierras que tienen propietario figura el cacique Foyel; coincide su situación con la mención, ya citada, de Moreno en 1896, en la que hacía referencia a que las tierras que ocupaba habían sido vendidas a un señor de Buenos Aires. Los propietarios que se mencionan son R. Igarzabal, F. C. Blastegui, F. Bustamante y F. Moreno. Era práctica común que, según las leyes vigentes, algunas personas que ni siquiera conocían el lugar hubieran sido adjudicatarios de tierras.

Con respecto a la producción, los resultados del censo arrojan un total de 9639 lanares pertenecientes a 21 productores, de los cuales solo 6 superan las 500 cabezas, 2583 vacunos, propiedad de 25 productores, de los cuales solo 3 superan las 100 cabezas, 2015 yeguarizos de 43 productores, 57 cabríos de 2 productores y 3 porcinos de un solo productor.

La posibilidad de vender el ganado vacuno dependía por aquellos años de los arreos hacia los mercados chilenos a través de pasos ubicados más al Norte. Esta modalidad habría sido la utilizada por quien era uno de los principales productores de vacunos de la zona, Pioquinto Vargas, pero se tornaba más dificultoso cuanto más al Sur se hallaran los campos, especialmente por las dificultades de tránsito que presentaban los caminos para salir de Corcovado. La intención de abrir caminos hacia Chile directamente desde esta zona, por el paso Palena por ejemplo, siempre estuvo presente como una posible alternativa para el comercio aunque no queda muy claro cómo se llegaría, una vez en territorio chileno, a los mercados compradores, que precisamente a estas latitudes, no estaban.

Estas dificultades para la comercialización de los vacunos explicarían la temprana opción productiva por los ovinos, ya que la venta de la lana a través de las casas comerciales que se habían establecido o se estaban estableciendo en zonas cercanas, como la Compañía Mercantil del Chubut, Cao, Lahusen, era mucho más viable. Manuel Cao, por ejemplo, con su almacén “La Pilarica” hacia acopio de frutos del país y tenía sucursal en “el Corcovado”.

Fragmentos del libro “Corcovado, historias y recuerdos”

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