sábado, 27 de julio de 2024

La redacción de un diario, a principios de los sesenta no era el lugar más inclusivo y amable del mundo. Si había mujeres, escribían de asuntos domésticos. A Loretta McLaughlin, que trabajaba en el centenario Record American de Boston, no le bastaba.

Mientras le daban a probar una tostadora para que escribiera sobre los beneficios del electrodoméstico, sus ojos y su atención se iban siempre a otro lado de la redacción, donde se hablaba de crímenes, o de política. En su casa, recortaba noticias que le resultaban impactantes. Sobre todo una última: una serie de crímenes a mujeres, todas ellas violadas y estranguladas. Loretta pidió que le dieran a ella el caso. Imploró. Aceptó hacerlo incluso fuera de horario con tal de que la dejaran hacer lo que parecía destinado exclusivamente a los hombres. Fue ella, Loretta, la que descubrió algo que ni la policía había notado: había un modus operandi, los crímenes estaban relacionados. Pero la policía le cobro el desaire. Y cuando estuvo a punto de perder la posibilidad de seguir escribiendo sobre el tema, le sumaron a una compañera de ruta, Jean Cole.

Interpretada por Keira Knightley, Carrie Coon, Alessandro Nivola y Chris Cooper (con la producción de Ridley Scott), el filme cuenta un caso real. Entre 1962 y 1964, hubo trece crímenes brutales en la ciudad de Boston: mujeres de diversas edades eran sorprendidas en sus casas por un misterioso visitante que las golpeaba, violaba y luego las estrangulaba sin dejar rastros de su presencia. No había nunca puertas forzadas. Finalmente, la policía detuvo a Albert DeSalvo, un hombre con un historial de robos y abusos, que terminó confesando la autoría de las muertes, aunque no fue condenado por los asesinatos sino por delitos de robo, abuso sexual y violación.

DeSalvo, encarcelado

Poco después, los crímenes y la historia de DeSalvo se convirtieron en un libro: “El estrangulador de Boston”, escrito por Gerold Frank. Y en 1968, la historia llegó al cine con el mismo título, la dirección de Richard Fleischer, y con Tony Curtis y Henry Fonda en los papeles del asesino confeso y del abogado de la fiscalía respectivamente.

Curtis y Fonda, en la película de 1968, «El estrangulador de Boston»

Lo que hace este nuevo filme , es cambiar el eje de la mirada. Ya no se centra en DeSalvo, sino en las periodistas que, pese a las dificultades, el ninguneo del que son víctimas y a veces la liviandad con la que son expuestas al peligro, logran desentrañar buena parte de ese caso que conmovió a los Estados Unidos y que, ocurrido al principio de los años sesenta, estaba lejos aún de poder ser incorporado a la teoría de los asesinos seriales.

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