Silenciados los postreros ecos de la controversia internacional sobre la cuestión limítrofe con Chile, en principios del presente siglo, nuestro gobierno se apresuró a cimentar y consolidar la soberanía nacional en la vasta zona cordillerana, en valles que, por las condiciones de su suelo, fueran susceptibles a poblarse y con sus naturales recursos para su desenvolvimiento y progreso. Entre otros surgió el hoy flamante pueblo de El Bolsón o Valle Nuevo, como figura en las antiguas cartas geográficas, entre otras la autorizada y completa ortografía del ingeniero Don Germán Avé Lallemant, formando parte del territorio de Río Negro. En realidad, hasta que no fue fijado el paralelo 42, límite entre Río Negro y Chubut, le quedó usurpado el nombre de El Bolsón, que en justicia correspondía a Chubut, lo que actualmente forman las poblaciones de Golondrinas, El Puelo y El Hoyo, y se explica por la radicación de oficinas públicas, correos, policía, etc.
No se puede hablar del milagro tratándose del adelante de El Bolsón, sin mencionar al patriota y vidente gobernador del Chubut, doctor Julio E. Lezana, que, con los precarios medios de transporte de la época (1903) ya que solo se podía hacer viaje a caballo desde Rawson, hizo su primera gira de estudio sobre las posibilidades de desarrollo de estas nacientes poblaciones, preocupándole hondamente la extraordinaria cifra de población extranjera trasandina, casi el 98%. A su gestión se debió la creación de destacamentos de policías, juzgados de paz, escuelas, siendo una de las primeras la de Golondrinas N 16, en 1905, siendo el director don Pedro Pascual Ponce. Le tocó a esta escuela, y a las que se fundaron posteriormente en El Bolsón de Epuyén, y otras localidades inmediatas, desarrollar, con todo empeño, un franco nacionalismo por el conocimiento y respecto a las leyes e instituciones argentinas; a esta obra pacífica, con ideales humanos y de fraternidad, encarada por la escuela, sobre todo hoy, que se palpan sus frutos brindándoles su galardón.
Hacia los años 1906 y 1907, una extensa zona comprendida entre los valles de El Manso, Foyel, El Bolsón, Epuyén y Cholila, con población algo diseminada, se vio conmovida por el peligro de verse desalojados con sus enseres y haciendas, ya que una fuerte compañía chilena, “La Cochamo”, o Chile-Argentina, se disponía a ocupar sus campos con haciendas, en una extensión de 25 leguas seleccionadas, conseguidas en compra a don Florencio Martínez de Hoz, cedidas a este por el perito don Francisco P. Moreno. Esta situación, hecha a conocer al citado gobernador Lezana, motivó la segunda gira a principios del año 1908, comprobando el visu lo grave de la situación, no solo por la población en general, sino la serie de servicios públicos, sin contar con las escuelas, que quedarían sin objeto preciso. Se detuvo, precisamente en Golondrinas, alojándose en la escuela, para informarse de su director y pobladores calificados, que, aunque chilenos, se consideraban defraudados y seriamente perjudicados en sus intereses. Es de recordar la opinión generalizada de la época, en especial del elemento intelectual, constituido por maestros y autoridades, que bien podría calificarse de otros fines encubiertos de proyecciones políticas internacionales, lo que daba pábulo a suponer esto, la construcción de un camino de herradura bastante amplio, con sus puentes y alcantarillados, refugios, etc., a través de la cordillera, para desembocar en El Manso, era desde luego sugestiva que solo se le destinará para el transporte de hacienda en pie.
Bien, todo esto contribuyó a que despertara el celo patriótico del gobernador Lezana, quien dio sus instrucciones para que, en unión del poblador afincado y aún de extranjeros, eleváramos sendas notas al entonces ministro de Agricultura, Dr. Ezequiel Ramos Mejía, haciendo conocer la situación creada a raíz de estos hechos a la población radicada, iniciados en cultivos, alguna industria, comercio, etc. El gobernador, por su parte, hizo su parte trasladándose a la Capital Federal, llevando el convencimiento pleno al superior gobierno, que prestó, resolvió anular la citada concesión.
El desenvolvimiento de estos vecindarios fue lento en sus diversos aspectos, ya que el problema de las comunicaciones era difícil por la falta de caminos. Sin embargo, era de notar la vida holgada y próspera por la facilidad de la crianza de ganado, la agricultura, agregado a la abundancia y baratura de las mercaderías y herramientas que llegaban del Puerto libre de la aduana de Madryn y el comercio de ganados, en ese entonces cordillera libre, por los pasos de El Manso, El Pueblo y San Martín y Junín de los Andes.
La tradición reclama perpetuar el nombre del gobernador, que, con tan acertada visión, defendió su patrimonio en estos ricos valles, emporios de trabajo y riqueza, y cuyos soberbios panoramas que ofrecen sus lagos y selvas hacen la delicia del turista, vislumbrándose ya lo que llegarían a ser en un futuro no lejano, de tal modo que lo que hoy es Colonia Mixta, de Epuyén y que forman los lugares El Hoyo, Golondrinas, El Puelo, Epuyén y Cholila, en justicia debería ser colonia Gobernador doctor Julio B. Lezana y un puesto de honor para los maestros que modestamente colaboraron con él.