
El 16 de noviembre de 1963, el diario Crónica de Comodoro Rivadavia informa desde su primera plana:
“Sorpresa en el país. Una hora antes de la medianoche, se anularon los contratos petroleros”.
En efecto, el 12 de octubre, ha asumido la Presidencia de la Nación el doctor Arturo Humberto Illia y cumple con lo que prometió durante su campaña electoral, anulando los contratos petroleros, por considerarlos lesivos a los intereses del país.
Así, caen las vinculaciones que el Gobierno Nacional tiene empresas que operan con anterioridad en el país, como Astra, Shell o Esso, pero también se desvincula de las empresas que han llegado a partir de la firma de los contratos: Pan American, Tenesse, Cabeen, Union Oil, etc.
Muchas de las que llegaron en 1958 se retiran del país. Otras, como Pan American y muchas prestadoras de servicios complementarios, se quedan.
Hay confusión al principio, pero de a poco el panorama se aclara hasta ofrecer una triste realidad: la de una economía deprimida luego de haberse “inflado” en forma engañosa. Cual Macondo tras la salida de las compañías baneras –aquel imaginario pueblo García Márquez en la novela “Cien años de soledad”- Comodoro experimenta de repente el triste final de la fiesta, en la que los invitados se fueron sin agradecer.
“El griego Basilio Stathakis dormitaba sobre el mostrador de su Bills Bar al anochecer del domingo 25. Despertó de su ensueño únicamente para volver a él. Antes se vivía aquí –murmuro morbosamente- y este bar era un ejemplo. Hasta 20.000 pesos diarios entraban por la caja a fines de 1963. Hoy me firmaron una cuenta de 400 pesos.
Satathakis -37 años, casado, dos hijos- dejo su vida de a bordo en 1958, atraído por la quimera. Al llegar a Comodoro, pago por la esquina de España y Ameghino 350.000 pesos de llave e invirtió otros 250.000 en vestir un lugar coqueto, que fascino a los norteamericanos. Hasta tal punto que alguien colgó en sus muros una falsa copia del diario de Orleans Times, con un título estrepitoso: ‘Bill’s Bar Burn, 500 American Homeless’ (El bar Bill’s esquilma a 500 americanos sin hogar) Y casi era cierto, porque buena parte de los perforadores dejaron todo su sueldo, año tras año. Hubo ciertas consecuencias que Stathakis escudriñó en su calidad de confidente de los parroquianos. ‘Decenas de yanquis se casaron aquí, libreta y todo, con las chicas del cabaret Uno de ellos, John Willkins, le dijo el sí a una copera famosa por su belleza, se llamaba Mabel. Ayer recibí una tarjeta de ellos, están en Arabia Saudita, con sus dos hijos argentinos. Pecos Bill, sobrenombre de Stathakis en Comodoros, aún espera la vuelta de los contratos, por lo menos unos meses más Si no, partirá hacia Atenas”.

Con el apoyo del SUPE, algo que en su momento se considera la defensa de la soberanía nacional y la tenue crítica de otros sectores gremiales, la anulación de los contratos petroleros provoca en Comodoro un gran impacto, al observar el retiro de compañías y la paralización de las oportunidades de trabajo: “Todo se paró de golpe”, asevera Cristiano Torres, un obrero que ayudó en las perforaciones de la Cabeen Corporation- Torres dijo después que habían encanecido también de pronto en la Navidad de 1963: “Me quedé sin trabajo al día siguiente de la anulación y desde entonces puchero”, fue el último pespunte de su queja. El lamento general sopla desde la esquina de Ameghino y Belgrano en un modesto local con piso de madera, sede de la regional de la CGT. “Con el fin de los contratos, que pretendió ser una medida legal, nosotros pasamos a soportar un régimen de ilegalidad”, protestó Bernardo Gauna, tesorero. En marzo pasado -del año 1964-, un millar de obreros desfiló por las calles de Comodoro Rivadavia en una “marcha de hambre”, que enjuiciaba el despido de 142 asalariados de la compañía Metalúrgica Austral. Este espectáculo sombrío también es incomprensible para Ricardo Martins, secretario general de los metalúrgicos Porque el 43% del capital de la empresa es del Estado”.
Los vehículos abandonados por las compañías
La última postal de la época será la de los vehículos utilizados por la compañía americana que, tras haber amortizado su inversión, resuelven evitar el costo de su traslado a los Estados Unidos.
La memoria popular dibuja el desdén del poder, es una escena que lastima y sobre la que hay varias versiones: las camionetas que los yanquis arrojaron al mar antes de irse. “Eso es mentira: para tirar los vehículos al mar hubieran tenido que contratar un barco”, dirá un empresario que trabajó con los americanos. Algunas compañías optan por el enterramiento de los vehículos en una cava, en Santa Cruz Norte. “Eso tampoco es cierto, hubiéramos ido con una máquina a desenterrarlos. Lo cierto es que los vehículos se les sacaron los motores y lo demás se tiró como chatarra”, Insiste el empresario. En todo caso, son varios los predios cercados por alambres, con vehículos arrumbados en su interior.
El pueblo asiste atónico a esas imágenes. No prospera una intención de donar las camionetas a los hospitales de la zona porque esto supone afrontar aranceles de importación y no hay acuerdo entre las compañías y el gobierno.
Se cierra así la contradictoria época de los contratos. Sus efectos aún se discuten según la óptica de quien lo mire. Pero son claros los cristales rotos y la resaca de un triste amanecer: “La verdad -sintetiza Marcial Paz, Secretario General del Gremio de la Construcción- es que cuando se anularon los contratos, se pensó en la soberanía pero no en los trabajadores del sur argentino. Si es cierto que la soberanía quedó salvada, a nosotros se nos aplastó”.
Extraído del libro “Crónicas del Centenario” editado por Diario Crónica en 2001
1 comentario
Todo un comentario especulativo local, lo que pasaba con el país no lo tuvo en consideración, por ejemplo las areas petroleras entregadas gratis a las compañías extranjera fueron exploradas por las comisiones de exploración de YPF de gravimetría, magnetometría y el trépano de los equipos de perforación verificando los descubrimientos petroleros y en lugar de capitalizar a YPF para hacer una explotación intensiva por coimas se entregaron las áreas a los capitales extranjeros y eso lo pagó todo el país, igualito a los préstamos de De La Rúa/Cavallo y Macri/Trump con el FMI que hoy nos lleva de la nariz, limitando nuestro desarrollo para generar trabajo con bienestar social para todos y el Peluca va a ser el que definitivamente va a terminar de vender el país si llegara a ser presidente. Claro las nuevas generaciones de esto no saben nada de nada ni les interesa, solo viven el día a día y no les importa en futuro del país y su gente.