Se dice de él que lo disfrutaron desde un Sarmiento adolescente (en su libro Recuerdos de Provincia relata que bailó pericones con su maestro el padre Don José de Oro) hasta San Martín, quien lo dispersó junto con su ejército por el territorio del Río de la Plata. Que lo bailaban los campesinos y la aristocracia de forma indistinta, y que su momento de mayor esplendor coincidió con la época de la Independencia. No por nada el baile finaliza con las parejas revoleando sus pañuelos celestes y blancos al grito de un fervoroso “¡viva la Patria!”…¡Viva!
Relación:
El bastonero, o sea quien dirige esta danza, le dice a su compañera:
“Allá por el plumerillo
están llamando a reunión,
si ud. niña me permite,
me voy para mí batallón.”
La dama respondía:
“Vaya a cumplir como bueno,
primero es la obligación,
cuando triunfe volveremos
a bailar el pericón.”
Por Miguel Ángel Martínez