
El problema de la pobreza y las enfermedades continuó durante la década del ’50.
El “Esquel”, en su editorial del 21 de julio de 1955, titulado “La niñez abandonada”, reconocía que Esquel. “…pueblo que se precia, por algunas razones valederas, de un pujante progreso…”. tenía un tercio de su población en estado de miseria. Nombraba al “Barrio del Arroyo”, que se extendía a toda la orilla del mismo, barrio Buenos Aires, el irónicamente denominado Hyde Park (comúnmente llamado “barrio de las latas”) y otros “rancheríos” sin denominación, que formaban un “…terrible circulo de miseria”. Viviendas precarias, de lata y de barro, sin agua corriente.
Mencionaba el ingreso anual a la ciudad de 200 a 300 familias de origen rural en busca de mejor pasar, el alto índice de desocupación en los barrios citados, y la gran cantidad de gente que hacía “changas” temporarias. También, “la chiquilleria que ronda las calles pidiendo limosnas…” o cargando inútilmente una caja de lustrabotas, o buscando cualquier mandado. Del mismo modo, se refería a los hombres que no tenían que hacer y vagaban por las calles de una ciudad que hasta entonces “…no les ha ofrecido nada más sustancial que la proliferación de locales para despacho de bebidas alcohólicas.”
El periódico “La Luz” dedicó varias ediciones de 1959 a publicar notas relacionadas con la salud de los habitantes más carenciados. El 7 de mayo el Dr. Repetur decía que el problema principal era la tuberculosis y apuntaba al Estado como responsable, afirmando que “…así como se planificó y luchó en Esquel contra la sífilis, debe hacerse contra la tuberculosis”. El 14 de mayo presentaba un reportaje a la Sra. María A. de Cerdá, allegada a comisiones afines con el Ministerio de Salud Pública, quien criticaba la miseria de muchos vecinos, la promiscuidad y la indigencia. Aseguraba que “…se han donado alimentos y ropa por valor de 1.500.000 pesos y no ha quedado casi nada en las casas…” que visitaron; incluso denunciaba que “…hubo gente que vendió cada frazada a 10 pesos”. Agregaba que los niños carecían de vajillas para comer decentemente y decía haber visto a algunos comiendo de los basurales del vecindario. El 21 de ese mes se publicaba una nota al vecino Octavio Mangani, quien hacía responsables de este tipo de situaciones a los dirigentes, “…por no generar fuentes de trabajo y el embrutecimiento y la desesperación de cierta gente.” El 11 de junio “La Luz” presentaba reportajes a vecinos carenciados, todos con numerosos hijos propios o a cargo. Estas notas estaban dedicadas a una campaña por una Escuela-Hogar que finalmente no se concretó. Todas decían estar dirigidas a colaborar con los responsables de la Salud Pública.
Fragmento del libro “Esquel… del telégrafo al pavimento”, de Jorge Oriola
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