domingo, 3 de noviembre de 2024

De acuerdo al relato de Richard Olmedo, conocedor de temas aeronáuticos, actualmente relacionado al Aero Club de Trelew, el 12 de octubre de 1915 se efectúa en Trelew el primer vuelo del que se tenga registro en la localidad.

Un aeroplano Farman traído por la Sociedad Española para las romerías del 12 de octubre, al mando del Sargento Francisco Sánchez, intentó hacer una demostración que no pudo completar debido a que al carretear para levantar vuelo una ráfaga de viento cruzado lo hizo capotar y rompió un ala y la hélice.

El lugar utilizado para la prueba, era el “campo de aviación” que estaba ubicado en las afueras de la localidad, donde hoy funciona la Escuela 748, ex ENET Nº1, en la actual manzana rodeada por las calles San Martín, Marconi, 28 de Julio y Pecoraro, tomando como referencia un aporte de Fernando Saldivia.

Por aquel entonces, no había transcurrido una década desde que los primeros aeroplanos se habían conseguido elevar del suelo y habían realizado sus primeros vuelos de larga distancia. No obstante, ya se auguraba la utilidad y repercusión que estos pioneros aparatos tendrían en un futuro cercano.

El aeroplano diseñado en 1910 por «Henri Farman» se caracterizaba por estar construido con lona y madera y contaba con dos alas fijas de igual envergadura. Tenía una extensión de 16,5 metros y una potencia de 50 caballos de vapor (similar a la de un tractor). A pesar de todo, era considerado un biplano fiable para su época.

Darío Roberts comenta en una edición del diario Jornada, que en 1915 Trelew era una pequeña comunidad en medio de la Patagonia con una población que, según los datos de época, apenas superaba las 7 mil personas incluyendo la zona rural, pero con una organización que permitía avizorar un futuro de crecimiento dentro de la región.

Aquel año, y cuando el mundo se encontraba en plena Primera Guerra Mundial, la comunidad valletana celebraba el cincuentenario de la colonización galesa, y algunas instituciones que años antes habían tomado vida se esforzaban por generar actividades que tuvieran una fuerte repercusión en el pequeño poblado, tal era el caso de las asociaciones que nucleaban a los inmigrantes galeses, italianos y españoles.

Fue justamente esta última comunidad, cuyo esfuerzo se canalizaba a través de la Sociedad Española de Socorros Mutuos, la que motorizó la llegada del primer avión a la zona y si bien los resultados de la experiencia no fueron los esperados por todos, alcanzó para convertir aquel episodio en el primer intento de vuelo en la Patagonia.

En el marco de las celebraciones por el primer medio siglo de la gesta galesa y a modo de conmemoración por un nuevo aniversario del Descubrimiento de América, la Sociedad Española de Trelew entre otras actividades invitó y costeó los gastos de la llegada de un avión y su piloto a la zona.

El dato sobre el primer vuelo en Trelew llega a estos días a partir de las crónicas de los diarios y vecinos de aquella época, pero además por la recopilación que ha realizado sobre el tema el vecino Miguel Alejandro Sánchez Peña, quien es miembro del Instituto Nacional Newberiano.

La Sociedad Española era presidida en aquel entonces por el vecino José Sánchez Atienza y la comisión de festejos estaba a cargo de José María Borrero, quien se encargó de la invitación y la contratación de la aeronave, un biplano Farman 50hp y del piloto Francisco Sánchez, por aquel entones sargento 1º egresado de la Escuela Militar de Aviación que apenas tres años antes había sido creada por un grupo de impulsores de la aviación en nuestro país entre quienes se encontraban Jorge Newbery, el Barón Antonio de Marchi y el Mayor Arturo Luisoni, además de los altos mandos del Ejército y la Armada de aquel entonces, entre otros.

Tras ser embarcado en Buenos Aires, el avión y su piloto llegaron a Puerto Madryn y se trasladó la aeronave desarmada hasta Trelew, donde se puso en condiciones para realizar los vuelos. Los datos que quedan de aquellos años indican que el lunes 11 de octubre de 1915 “se realiza la presentación del aeroplano, el cual fue exhibido ese día por la mañana en una chacra de la vecindad –en referencia a la chacra de Corradi- previo pago de $2 Moneda Nacional por persona” y alrededor de las seis de la tarde el avión “emprendió vuelo de regreso al pueblo ante una numerosa concurrencia que había ido a verlo”.

La actividad principal de la aeronave, en el marco de los festejos por el aniversario del descubrimiento de América, estaba prevista para el martes 12 de octubre y el horario del acto central era a las dos de la tarde. De acuerdo a la recopilación histórica realizada por Miguel Alejandro Sánchez Peña, “numeroso público se congregó al lado de los cuarteles, ubicados en la calle San Martín entre Ameghino y Pecoraro, pero lamentablemente después de una prolongada espera de más de 3 horas y de varios carreteos por la pista, la exhibición tuvo que aplazarse debido a la intensidad del viento reinante”.

Pasaron cinco días hasta que nuevamente se intentó el primer vuelo. El domingo 17 de octubre de 1915 “por la mañana, a eso de las 6.30, aprovechando la falta de vientos y con el fin de realizar una prueba de ensayo, partiendo de los baldíos existentes donde hoy se encuentra el Colegio Padre Juan Muzio, levantó vuelo el pequeño avión con tal mala suerte que, al no alcanzar mucha altura, después de esquivar por pocos metros a la torre del molino de viento que se encontraba al borde la zanja grande, frente al hoy pasaje Tucumán, fue a estrellarse contra el poste telefónico que estaba en la esquina de Belgrano y Julio A. Roca”.

La crónica indica que “felizmente el piloto salió casi ileso, ya que sufrió algunos rasguños de poca importancia. El avión sufrió rotura de hélice, repuesto que se hizo traer de Buenos Aires”.

La presencia del avión junto al piloto fue prolongada en la zona y tras realizarse en el pueblo los arreglos de la aeronave, se intentó un nuevo vuelo el jueves 11 de noviembre de aquel año, cuando “en horas de la tarde y ante un público muy numeroso que se dio cita frente a los cuarteles, se llevó a cabo la prueba saliendo a gran velocidad para, a los pocos metros descender en forma violenta, aterrizando entre unas matas que destrozaron el aparato. El piloto salió ileso por fortuna”, recuerda la crónica de Matthew Henry Jones.

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