miércoles, 4 de diciembre de 2024

Muchas persona, afortunadamente cada vez menos, recuerdan al Gobierno Militar con un modelo que fue ordenado en materia económica, pero en realidad nada está más alejado de la realidad, durante esos años no solo se cometieron abusos contra los derechos humanos y aberraciones sin antecedentes en nuestras historia,  sino que hundieron al país con la inflación más grande recordada hasta ese momento y multiplicaron la deuda externa por siete. Esperamos que estas líneas, con documentación oficial y publica, esclarezca un poco la verdadera cara de la dictadura que además de inhumana,  dio inicio a la decadencia económica Argentina.

En Buenos Aires, los tres hombres que se preparaban para conducir el período más sangriento de la historia moderna argentina convocaban en aquel entonces a un desgarbado pero influyente abogado para implementar un plan económico funcional a su estrategia política. José Alfredo Martínez de Hoz había demostrado brevemente sus cualidades como ministro catorce años antes, durante casi cinco meses, en el gobierno de José María Guido y trabó una muy buena relación con las Fuerzas Armadas a partir de una extraña historia que resumía un pasado ligado al poder rural y un presente repleto de contactos con el sistema financiero internacional.

Más allá de las diferencias ideológicas entre los protagonistas del encuentro, los cuatro coincidían en el sueño golpista y, curiosamente, en su edad: todos tenían 50 años. Los comandantes militares le prestaron gran atención desde las 21, sobre la medianoche, le pidieron que volcara todas sus ideas por escrito en un plazo de 72 horas porque, tras el asalto al poder, sería el encargado de ejecutarlas.

El objetivo primero de nuestro programa económico es el bienestar humano… resulta indispensable restablecer la actividad económica sobre bases que tiendan a estimular la actividad productiva. Se trata de una economía de producción”, señalaría el flamante ministro en su discurso de 150 minutos por radio y televisión, antes de inaugurar una gestión que provocaría una caída cercana al 30% en el salario real, el cierre de más de 10.000 establecimientos industriales y el legado de un 22% de los hogares argentinos con sus necesidades básicas insatisfechas.

El gobierno republicano de Gerald Ford también recibió a Martínez de Hoz con enorme calidez. William Simón, secretario del Tesoro, elogió los planes de Martínez de Hoz sin medias tintas. Sin embargo, su principal lobbista en Washington fue el controvertido secretario de Estado, Henry Kissinger, un legado de la administración Nixon que en la primera visita del ministro argentino a la capital de los Estados Unidos en junio de 1976 se quedó encantado con los planes de la dictadura y con las oportunidades de negocio que se abrían en el país para los inversores extranjeros.

A fines de 1983, la Argentina vio cómo sus compromisos externos totales pasaban de USD 9.739 millones a USD 45.069 millones y la deuda del Estado de USD 6.648 millones a USD 31.709 millones

En 1976 la deuda externa pública era de USD 6.648 millones y los pasivos privados USD 3.091 millones; cinco años más tarde, cuando Martínez de Hoz dejaba su poderoso cargo, el país debía USD 35.671 millones, un 48% del PBI y un 390,4% de las ventas al exterior, repartidos entre USD 20.024 millones del Estado y USD 15.647 millones de la esfera privada.

A fines de 1983, la Argentina vio cómo sus compromisos externos totales pasaban de USD 9.739 millones a USD 45.069 millones y la deuda del Estado de USD 6.648 millones a USD 31.709 millones. Cada uno de los habitantes del país, que debía 320 dólares en 1976, llegó a cargar con una deuda de 1.500 dólares en 1983, mientras el 10% más rico de la sociedad pasaba a concentrar el 31,8% de los ingresos totales, frente al 23,6% que acumulaba en 1974. Antes de la represión brutal de la dictadura, el 10% más pobre de los argentinos contaba con el 4,4% de los recursos del país; después, ese mismo sector social apenas accedía al 2,3% de la exigua “riqueza” que aún quedaba en pie.

Durante los cinco años del gobierno de Videla, la inflación se ubicó siempre por encima del 100%: 1976 (444%), 1977 (176%), 1978 (171,4%), 1979 (163%), 1980 (100,8%), un promedio del 211% anual, más alto que cualquier gobierno anterior.[1]​

Al dúo Videla/Martínez de Hoz le siguieron tres dictadores que gobernaron poco tiempo, Roberto Viola (8 meses), Leopoldo Fortunato Galtieri (6 meses) y Reynaldo Bignone (un año y medio). En esos casi tres años la inflación se mantuvo en ascenso por encima de los tres dígitos, alcanzando su pico en 1983, con 343,8%.[1]​

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