Tenía 25,35 metros de eslora, 6,17 de manga y 2,26 de puntal. Estaba construida de madera de roble y abeto.
Era hermosa verla con sus dos palos y las velas desplegadas.
Fue una goleta con un pasado histórico extraordinario.
Se construyó en un astillero de Estados Unidos en el año 1883.
A fin del siglo XIX fue adquirida para ser utilizada en la caza de lobos de dos pelos.
Posteriormente fue vendida en Punta Arenas y afectada para el transporte entre las Malvinas, Estrecho de Magallanes y Ushuaia.
El progreso de esa zona se debe a veleros como la “Emma”.
En 1916 la Goleta fue contratada para rescatar a los náufragos de la Expedición de Ernest Henry Schakleton, navegando con él a bordo, para lo cual tenía que trasladarse hasta la isla de Elefantes, en las Georgias.
Lamentablemente no pudo realizar el rescate, no obstante quedó registrada por ese cometido en la historia de las grandes travesías.
En 1933 participó en el rescate del matrero en la entrada de la ría de Río Gallegos y cuando la fiebre del cazón fue afectada a esa pesca teniendo como asiento Puerto Madryn.
Poseía un motor naftero muy chico utilizando para maniobras y ayudar a veces a las velas.
Alvarado, de origen chileno, era el patrón. El día del siniestro se encontraba a bordo junto a Couceiro, que era un contramaestre y dos marineros.
Tenían ciertos tambores de combustible con una bomba manual y a veces por gravitación lo trasladaban a los tanques que se encontraban en la bodega. Justamente mientras se estaba efectuando esta operación rutinaria, imprevistamente se desacopló la manguera en el interior desparramándose el combustible sobre el piso. El marinero no le dio importancia en ese momento, pero después de repararla encendió un cigarrillo y distraídamente tiró el fósforo al piso. Allí, en ese momento, se produjo el incendio.
Al marinero se le quemaba el calzado y el pantalón y a medida que corría iba trasladando el fuego por distintos sectores. La embarcación Tucu-tuco, que se encargaba de abastecer distintas necesidades de los pesqueros, se encontraba junto a la Emma, por coincidente se subieron a ella los cuatro que estaban a bordo y se alejaron del peligro.
El vapor “Asturiano”, de la Sociedad Anónima, trató de lanzar agua para extinguir el fuego, pero no pudo lograr su cometido debido a que no podía acercarse lo necesario por la explosión de los tambores de combustible.
Se hundió totalmente el 20 de enero de 1947.
Nosotros, que éramos adolescentes, presenciamos todo ese día el espectáculo dantesco sentados en el cordón de la esquina de la avenida Roca y Sarmiento, donde vivía Arce, un señor que tenía máquinas esquiladoras para ganado ovino. El cerco en esa esquina era de tamarisco. Ahora allí está construida la vivienda de la familia Merino. Aún no estaba edificada la sede del Club Madryn.
Años después, en 1970, nacería alrededor de los restos de la “Emma” el primer parque submarino de Argentina.
Tuve la suerte de estar entre los primeros que descendimos y tengo el material fílmico en Súper 8 y diapositivas del motor hélice, malacate y otros elementos.
Se habían formado dos refugios para peces, uno en popa, el otro en proa, que estaba mirando hacia Madryn. Durante muchos años sacábamos grandes salmones y permanentemente cholgas.
Actualmente queda muy poco de ellas.
Desgraciadamente los barcos que fondeaban cerca o encima la fueron destruyendo casi en su totalidad al arrastrar sus anclas.
Los primeros años posteriores al hundimiento, Víctor del Ré pescaba con línea meros y salmones no revelando su posición, hasta que “Polo” García logró la ubicación empezando a pescar él también. Años después nos dijo a nosotros y fue cuando comenzamos a buscarla. Se convirtió en un lugar atractivo con medio palo de proa chamuscado y el costado de babor con grandes cholgas.
Era un orgullo bucear en ese lugar. Siempre decíamos que “el que no había llegado nadando desde la costa y buceando en apenas apnea en el Emma no podía considerarse buceador”.
Fragmento del libro “Puerto Madryn 1940 y tanto…”, de Pancho Sanabra