miércoles, 4 de diciembre de 2024
Dibujo a lápiz sin título de León Palliere (circa 1860).

EN LAS ANCAS DEL CABALLO
Pero, ¿qué dice la leyenda, que para algunos es más que eso, de esta dama, y a qué ancas hace referencia su nombre? La periodista y escritora Patricia Rodón, en un cuento inspirado en esa historia, lo narra con picardía de este modo: “Me acordé de una leyenda que me había contado Sergio cuando me estaba haciendo el filo. Era la de una mina fantasma que se le montaba en el anca del caballo a los criollos solitarios que atravesaban de noche la montaña y que al otro día aparecían o locos o muertos o ciegos. Lo sexista del cuento era que ningún hombre le había visto el rostro” (en Mitos y leyendas cuyanos, 1998).

El núcleo de la historia, en efecto, involucra a una ignota mujer fantasma, que aborda a los jinetes en las noches oscuras. Los hombres víctimas del abordaje no la ven en principio, sino que sienten un frío que comienza a invadirlos por la espalda y cuando se giran, notan que una dama vestida de blanco, con largos cabellos que ocultan su rostro, se ha sentado en las ancas de sus caballos, que comienzan a actuar con inquietud. Lo curioso es que también, en la actualidad, le temen los que abordan un camino en auto, ya que dicen que el espectro femenino se sube al asiento trasero de los coches.

“Los arrieros de la zona, los que llevan el ganado, usan caballos y se tienen que internar en el campo, sobre todo en la veranada, andan mucho solos y a caballo guiando a las vacas. Y esos hombres son los que han reportado la sensación, otros la visión, otros hasta el diálogo, de que se les sube en la parte de atrás del caballo una mujer”, cuenta Diego Grilli, estudioso de leyendas mendocinas y autor del libro El terror en Mendoza (2020). El escritor recuerda que otra versión de esta historia es la de la “mujer de la curva”, más propia de la montaña.

Para el sancarlino Ricardo Mariano (Psicólogo Social, Facilitador en Constelaciones Familiares y conductor del programa Aparecidos y otras hierbas), “respecto a la leyenda, el jinete relata que siente la presencia de una mujer que lo acompaña en las ancas del animal por un trecho y que después desaparece. No hay jinete que se haya atrevido a girar para mirarle la cara”.

Mariano ofrece, en este sentido, lo que serían las explicaciones “sobrenaturales” del asunto: “Al ver las distintas leyendas, el demonio se presenta en distintos cuerpos y formas humanizados, como el gaucho oscuro, alto, con rastras y espuelas de oro o la mujer en ancas, para tomar contacto con el humano y provocar estos miedos, energía según dicen de la cual se alimenta. Y la otra hipótesis podría ser que son las almas atrapadas de mujeres que murieron, víctimas de distintos estados de sufrimientos en una época en la cual ocuparon un rol de padecimiento, y todavía no pueden despegar a la luz”.

¿UNA VERSIÓN LOCAL DE LA LLORONA?
Para Darío Mugneco, licenciado y docente en Comunicación Social, además de autor del libro Registro paranormal, la de la Mujer Enancada “es una versión de la Llorona, o quizás de otras leyendas, como la de una mujer que se sube a los autos de noche y pide que la lleven al cementerio y cuando se baja, desaparece”.

La leyenda de la Mujer Enancada en México tiene puntos de contactos con el de la Llorona, una mujer fantasma que llora al costado de los caminos por los hijos que ella misma asesinó. De hecho, en la región de Coatepec, de ese país, una versión de la historia incluye también el hecho de que aborda a los jinetes y se sube a las ancas de su caballo.

Para Gastón Zúñiga (integrante del grupo Alerta Paranormal, que estudia casos sin explicación y los difunde en las redes), las diferencias con la leyenda de la Llorona son muchas y, a lo sumo, la de la Mujer Enancada se parece a la leyenda de la Sayona. “Muchos especialistas dicen que no se puede hablar de la Llorona fuera de México, que se basa en una historia real. Acá la historia es la aparición de una mujer, una imagen espectral, que no queda muy en claro cómo muere y por qué asusta a los hombres. Sí podemos decir que es esa clase de historias en las que se manifiesta un alma en pena, porque quizás murió de manera trágica y su alma se niega a abandonar este plano”, dice este inquieto “cazafantasmas” mendocino.

Zúñiga entiende que lo común en estos relatos de fantasmas es el prototipo de “mujeres fantasmales o espectrales, siempre con objetivos de venganza contra los hombres. Nunca es al revés”.

SUPERSTICIONES, SOLEDAD Y MALOS HÁBITOS
Ahora bien, ¿por qué la leyenda persiste, por qué aún hoy un arriero o un hombre de campo de Mendoza, tema pasar por tal o cual camino y se le hiele la sangre de sólo pensar que una mujer fantasma se subirá a su caballo o a su auto?

Para Hugo, el cazador, hay una explicación sencilla: “El hombre de campo que anda solo es muy supersticioso, y además, toma mucho alcohol”.

No es tan alejada, su teoría simple de hombre de a pie, de la que apunta Grilli: “Las personas del campo son más susceptibles a estas creencias. La situación del humano aislado lleva a algunas alucinaciones visuales o sonoras, que perduran incluso varias horas. El tipo de vida agropecuario de estos puesteros lleva a que muchos tengan alto consumo de alcohol. El alcoholismo también produce estas visiones. Además, en la zona del Valle de Uco hay un gran porcentaje de diagnóstico de problemas mentales, desde la década del 80 hasta ahora, en personas que viven en situaciones de aislamiento”.

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