martes, 20 de mayo de 2025
Establecimiento “El Peral”, Península Valdés

La ganadería era otra de las actividades destacadas que daba estabilidad y seguridad económica al pueblo. La venta de la lana proporcionaba un buen ingreso de dinero a los ganaderos, que después de muchos años de trabajo sacrificado y de inversión monetaria se sentían reconfortados por el éxito.

Paulatinamente se fueron fortaleciendo económicamente y eso benefició el engrandecimiento de Madryn.

Las señaladas eran, y en algunos establecimientos siguen siendo, el trabajo y la fiesta anual más importante en los campos. Consiste en marcar las orejas de los corderitos que nacieron. Se castran, se cortan las colas y a veces se vacunan. Todo esto es en la primavera donde hay una sola parición. Para este trabajo se cuenta con la ayuda de los vecinos. Los invitados del pueblo acuden a ese acontecimiento, donde después de las empanadas y el asado del mediodía rociado con la bota de vino que va de mano en mano, comienza el baile amenizado con acordeón y guitarra sin descuidar el juego de la taba y alguna carrera de caballos. Los pastelitos y el mate son infaltables.

Comparsa de esquiladores y máquina de esquilar

Fueron muchas las veces que acampé en los establecimientos ganaderos, y pude escuchar y ver a las 4 o 5 de la mañana, cómo salían a caballo, con cualquier clima, a realizar responsablemente las tareas campestres.

Pero un día, debido a nuevos materiales que fueron creados sintéticamente, eclipsaron a la lana del ovino. A pesar del sacrificio y el esfuerzo de los ganaderos, no alcanzó para sostener sus productos en el mercado nacional y del exterior. Incluso dando pérdida económica. No les quedó otra opción que cerrar “las tranqueras”. Algunos se desprendieron totalmente de esos bienes y otros siguen esperando que haya ofrecimiento para vender la magra cosecha por falta de ovinos.

Fragmento del libro “Nostálgico Puerto Madryn”, de Pancho Sanabra

 

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