sábado, 27 de julio de 2024

Aquel 2 de Abril la mañana había amanecido fría y lluviosa en nuestro pueblo, a las ocho en punto tocó el timbre de ingreso a la escuela, no era un día cualquiera era el Día de las Malvinas Argentinas, y para los chicos era una fecha sensible, más que las de otras fechas patrias, no solo por haber acontecido en tiempos contemporáneos y cercanos a ellos, sino y fundamentalmente porque tendrían la oportunidad de escuchar al pelado, su héroe local, y su experiencia en la guerra.

Desde muy chicos aprendimos en nuestros primeros grados de la escuela que las Islas Malvinas eran Argentinas. Conforme pasaban los años, en la secundaria, ese sentimiento crecía en nuestros corazones como una deuda pendiente, la recuperación de nuestra soberanía en aquellas islas lejanas del sur.

Allá por los años 71, 72 las escuelas primarias del noroeste chubutense promovían las competencias interescolares, es así que muchos niños de 8 y 9 años se enfrentaban en torneos de fútbol en los que defendían la camiseta de su escuelita rural. Raúl Larenas, o como popularmente lo conocemos, “pelado”, cursaba en la Escuela Nº 81 de El Hoyo, Miguel de Leleque, lo hacía en la Escuela Internado Nº 9 de Epuyén y “Pilo” en la Escuela Nº 30 de la misma localidad cordillerana. Para estos tres niños que supieron granjearse una amistad duradera, ese mismo sentimiento hacia las islas no les era indiferente. En ese entonces no se imaginaron que la historia les tenía un lugar reservado en esa legión de valientes soldados argentinos que tendrían el honor de defender con su sangre ese rincón de la Patria.

Las circunstancias de la vida los llevo a reencontrarse diez años después cuando debieron cumplir el Servicio Militar Obligatorio. Abocados todos ellos a las tareas rurales en sus pueblos de origen, fueron convocados primero para la revisación médica en Esquel, siendo esa circunstancia su primer encuentro. A partir de allí el derrotero seguido por estos tres jóvenes amigos fue: Esquel, Trelew, La Plata, Río Grande y Malvinas.

Con apenas 19 años de edad un 3 de Agosto del año 1981 llegan una fría noche a la Base Aeronaval de Río Grande, en el entonces Territorio Nacional de Tierra del Fuego. Para el joven del interior, fundamentalmente de zonas rurales, cumplir con su deber militar muchas veces era una etapa que añoraban, se convertía como en un ritual de iniciación, el pasaje de la juventud a la adultez. Ello significaba afrontar los sinsabores, sacrificios y en algunos casos, humillaciones que esa condición representaba, pero que a la vez, los llenaba de orgullo en cada celebración patria o cuando Juraban la Bandera.

Corrían tiempos difíciles, la Dictadura Militar instaurada en el año 76, llegaba con sus persecuciones y desapariciones aún hacia el interior de los cuarteles. Sin embargo esta situación no minó el espíritu patriótico que miles de jóvenes argentinos sintieron cuando fueron convocados para viajar a recuperar las islas., nuestras Islas Malvinas.

Quizás la casualidad, quizás el destino volvió a juntar a los tres jóvenes oriundos de esta Comarca Andina, esta vez, no como rivales en un partido de futbol, sino como conscriptos clase 1962 en la Armada Argentina destinados al Batallón de Infantería de Marina 5, 1º Sección de la Compañía de Mar.

Intempestivamente, la noche del 2 de abril, mientras descansaban se los convoca al playón exterior de la unidad, la duda invadió a esos soldados que se preguntaban ¿Qué hicimos?, ¿Por qué nos querrán bailar a esta hora?. La respuesta llegó pronto, el Cabo grita “ATENCIÓN!, conmigo carrera mar, rodilla a tierra…” y ante el total desconocimiento de la tropa ya que habían estado de maniobras en la frontera se les informa que transitaban un momento histórico ya que las Fuerzas Armadas de la República Argentina habían recuperado las Islas Malvinas luego de tantos años de usurpación británica. “El 5 de Abril volvimos al Batallón, recuerda el “pelado”, un día nos ve el Tte. de Fragata a cargo, y nos lee una carta enviada por el Presidente de la Nación en la que lo invita a colaborar con la gesta de Malvinas. Había que ir un mes y al mes se nos relevaba. En ese momento pensamos…y bueno vamos a conocer…pensando todos que era por un mes. La noche del 8 de Abril llegamos a Malvinas, la emoción era grande, también la incertidumbre, alojamos en un galpón de esquila y al otro día nos asignaron el sector de combate en Sapper Hill. Llegamos y preparamos las posiciones para dos, como era un risco levantamos los parapetos con piedras. La noche del 1º de Mayo sufrimos, de sorpresa, un ataque aéreo con la pérdida de un compañero y cuatro heridos. Esa noche fue terrible parecían fuegos artificiales las balas rebotando en los riscos, las explosiones y el ruido ensordecedor. Casi tres semanas más tarde volvimos a tener otro ataque, un compañero con una ametralladora comenzó a disparar para proteger la posición y derribó un avión, desde ese día cesaron los ataques aéreos pero continuaron los que se hacían desde el mar.

El 13 de Junio nos había llegado la orden de contraatacar Puerto Argentino ya que habían desembarcado los ingleses, quedamos a la espera, pasaron las horas y nadie decía nada, sabíamos que ahí el enfrentamiento sería cuerpo a cuerpo, quizás presentíamos sería la batalla final. No se nos avisó. Al otro día a la tarde recién nos enteramos que Argentina se había rendido a las ocho de la mañana. Iniciamos el repliegue hacia Puerto Argentino caminando en largas hileras con controles que nos iban desarmando y retirando los equipos, con el sabor amargo que producía la rendición. Luego de ocho días esperando el traslado, éste finalmente se produce desde Malvinas a Bahía Blanca en un avión de carga, y hasta Río Grande en el A.R.A. Bahía Paraíso el 23 de junio por la tarde. La baja me la dieron un 5 de septiembre de ese año 1982. Recién unos días después pude reencontrarme con mi mamá, mis hermanos y mi novia que me esperaban ansiosos”.

Tras un emotivo y caluroso aplauso los alumnos y docentes de la escuela rendían homenaje a su héroe local. Raúl, “el pelado”, miembro querido del establecimiento dejaba su reflexión: “De Malvinas hay que hablar durante todo el año en recuerdo de los 649 héroes que quedaron custodiando nuestras islas, para mí la causa es un sentimiento patrio…”. Los tres amigos, vecinos de esta Comarca del Paralelo 42º, volvieron como héroes, a sus hogares luego de la Gesta de Malvinas.

Hoy Raúl es un querido vecino de El Hoyo, que por su condición de veterano de Malvinas ha sido objeto, en distintas oportunidades, del reconocimiento de su comunidad y autoridades.

Por Marcelo D. Giusiano

Fotografías gentileza de Raúl Larenas

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