
La primera fase de la conquista cambió el carácter de la sociedad de los antiguos mapuches profundamente. La mortandad masiva y la guerra hicieron pedazos la sociedad agrícola, la “sociedad ribereña”. Los mapuches se vieron obligados a reducir sus siembras bajo el peligro constante de que las “campeadas apareciesen y les quemaran los sembradíos. Se acostumbraron a cultivar pequeños huertos escondidos en los bosques o fondos de quebradas. La disminución de la población condujo a que viviesen mucho más aislados. Pero la adopción del caballo, las vacas y ovejas, los condujo a cambiar, no solo las formas de vida, asentamiento, sino que les proporcionó una movilidad que antes no conocían.
La sociedad mapuche se “desedentariza” y podemos ver a numerosas familias cambiando de asentamiento, moviéndose de una parte a otra. Se crea una división creciente entre las agrupaciones mapuches que están más cerca de la frontera y que reciben todo el impacto de la conquista y las que se encuentran más “al interior de la tierra”, que pueden mantener sus sistemas de siembras y su carácter agrícola con mayor seguridad. Esta diferenciación conduce a que un grupo de mapuches se especialice en la guerra. Como ellos mismos dicen, “viven de la guerra”. Se transforman en guerreros”, constituyéndose directamente en “fuerza militar” separada de los sistemas ordinarios de la sociedad. Entre estos especialistas se encontraban los pureninos que encuentran y sorprenden al Gobernador Oñez de Loyola en Curalava.
La aparición de una estructura militar en la sociedad mapuche de fines del siglo XVI con una lógica de la guerra secularizada, conducirá a equilibrar las relaciones de fuerzas en el sur de la colonia chilena. A ese equilibrio de fuerzas es lo que se refiere con detalle Alonso González de Nájera en su preciso y detallado estudio acerca de las causas y razones por las cuales no se ha podido conquistar la Araucanía. Pero al mismo tiempo comienzan a surgir nuevas formas de mando. Los “señores de la guerra” se apropian de la sociedad mapuche y transforman su jefatura en permanente, no como era antiguamente en que se la para cada ocasión. Se ha pasado de “la guerra del pueblo” a “la guerra de los guerreros”, cuestión que no comprendieron los encomenderos y sí entendieron a la perfección los misioneros jesuitas.
Chile surge y se funda, lamentablemente, sobre una enorme mortandad. No cabe duda de que en el fondo inconsciente de nuestra cultura sigue presente este sangriento carácter fundacional. La guerra de exterminio, como denominamos este período, condujo a la destrucción de la sociedad ribereña. Pero también a que de casi un millón de habitantes, en poco más de cinco décadas, quedaran apenas doscientas mil personas.
El segundo período de la historia de los antiguos mapuches está marcado por el triunfo de los guerreros de Curalava. Un Gobernador de Chile, por segunda vez, perdía en una batalla contra los indígenas. No es un hecho menor para la historia de un pueblo. Valdivia y Oñez de Loyola dejaron sus huesos en el sur de Chile.
Fragmento del libro “Historia de los antiguos mapuches del sur”, del escritor chileno José Bengoa.