El Padre Alejandro Greco fue un sacerdote que hasta 1992 realizó en Rawson una tarea de evangelización cristiana, a través de la enseñanza y la celebración eucarística.
Alejandro Greco había nacido en Angoli, Italia, un 12 de noviembre de 1913 y en 1934 recibe el hábito eclesiástico. Ese mismo año llega a la Argentina, donde se instalara en la Inspectoría de Bahía Blanca.
Luego de desempeñar una loable tarea en Fortín Mercedes, de realizar allí sus votos perpetuos y de haber estado en Bariloche y La Pampa, llega a Rawson en 1963.
En el instituto Don Bosco, en ese entonces un internado para alumnos secundarios, es el ecónomo de la ampliación del colegio.
Urgían aulas por que la matrícula crecía y el mismo se aboco a esta tarea de agrandar el instituto.
Quienes lo conocieron aseguran que el padre Greco corría en busca de presupuestos y a la vez dictaba clases de castellano.
Fue trasladado nuevamente a Fortín Mercedes, en Viedma, y a Junín de los Andes, pero los últimos años de su vida los desgranara en esta obra salesiana en la que siguió cumpliendo fielmente su tarea incansable, a pesar de su edad.
Su corazón comenzó a flaquear y amigos médicos le rogaron que no caminase tanto como lo hacía. Sin poder evitar esta actividad, el padre Greco cayó al suelo y debió ser trasladado a Buenos Aires para someterse a una intervención quirúrgica, que luego no le practicaron.
En los comienzos del mes de abril se despidió de los amables hermanos de la casa de la Procura para regresar a su querido Rawson, donde fue recibido gozosamente por toda la comunidad, e inmediatamente comenzó su trabajo en el despacho parroquial.
El 6 de agosto de 1992 vivió su última jornada terrenal.
Por la noche al irse a dormir, sintió un golpe cardiaco que lo hizo acudir a uno de sus “hermanos” para decirle que se sentía muy mal. Luego todo fue cuestión de minutos, hasta que falleció a las 23:15 de ese día, no sin pedir antes la absolución.
Largamente los fieles oraron por él, mientras era velado en la Parroquia de Rawson, y una espontánea procesión acompaño sus restos hacia el cementerio de la ciudad. El padre Greco había cumplido su misión.