viernes, 25 de abril de 2025

Al reconocerse la caleta Valdés, se la llamó así en recuerdo del ministro Antonio Valdés, mientras los ingleses de la época asentaron con el nombre de Valdés tanto la caleta como la península, aunque ésta siguió llamándose San José, para los españoles y para nosotros, hasta principios del siglo XX.

Por su prolongación dentro del Mar Argentino, es evidente que sus costas fueron vistas desde las primeras expediciones europeas, aunque fue en 1770 cuando Goicoechea la reconoce con cierto detenimiento, dando nombres a tres puntas, posiblemente las actuales Hércules, Delgada y Lobos, tarea que se prolongó hasta descubrir el golfo Nuevo.

Pero es a partir de 1779 en que, al haber sido colonizado el istmo Carlos Ameghino, se inicia su meticuloso relevamiento, tanto costero como interior.

El 20/01/1779 toma posesión de la península Juan de la Piedra, quien funda el puerto San José y el fuerte de la Candelaria; semanas después se despachan expediciones de reconocimiento al interior descubriendo las grandes salinas, conocidas en su momento como Fuentes de Villarino. En esos movimientos tuvieron importancia Francisco de Viedma, Basilio Villarino y el ya nombrado Juan de la Piedra.

En 1789 la explora Alejandro Malaspina, y Gutiérrez de la Concha la reconoce el 14/01/1795.

El 05/03/1833 el teniente Wickham vuelve a explorar la caleta, y en sus costas halla montones de cuernos y osamentas, además de un buque náufrago.

Con referencia a este tema, quedaron en la historia de los siglos XIX y XX los naufragios de varios barcos: América, Carlitos, Fournier, Kaiser, Maule, Presidente Roca, entre otros.

Luego del fracaso colonizador en el istmo, las costas de la península sirvieron única y esporádicamente como recalada de loberos para su matanza. Se construyeron plantas elaboradoras de grasa y aceite.

Superada esta etapa, en 1885 se establece el primer poblador: Gumersindo Paz, en tres leguas cuadradas cedidas por el gobierno.

En forma paralela, se inicia la explotación de las salinas con el trazado de un ferrocarril.

Las opiniones vertidas por Luis Jorge Fontana, abonaron su crecimiento ganadero: “(…) debe reconocerse que la Península Valdés, como todos los campos que se encuentran alrededor del Golfo Nuevo, uno de los más hermosos del mundo, y de la bahía San José, senos marítimos que ofrecen los puertos más seguros y fáciles de nuestras dilatadas costas, tienen una importancia real y un porvenir inmenso y cercano”. Así consiguió que el gobierno enviara al ingeniero Ezcurra para estudiarla e informar sobre las posibilidades de una provechosa explotación, para luego otorgar concesiones de campos de pastoreo y de minas, y favorecer así la explotación de las salinas.

Entre los diversos proyectos frustrados se encuentra la erección de una colonia penitenciaria, propuesto en julio de 1881, o el aprovechamiento de la caleta para establecer un apostadero de hidroaviones o lanchas patrulleras para la vigilancia del litoral patagónico. Pero el proyecto de mayor magnitud e interés fue el de aprovechar la potencialidad de las mareas entre los golfos San José y Nuevo.

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