La profunda y escarpada quebrada que aloja al lago Lácar se prolonga hacia el este en una extensión de seis Kilómetros formando la amplia y pintoresca vega Maipú, antiguamente llamada Chapelco. Allí, en ese marco de exuberante belleza, tenía su residencia un grupo de pehuenches cuyo cacique era Bartolomé Curruhuinca (Cristiano Negro), llamado así por su simpatía hacia los blancos (huincas) o cristianos argentinos. Cuando en 1880 Sayhueque convocó aquel parlamento que debía juzgar a Francisco Moreno (detenido por los indígenas en el Nahuel Huapi) porque lo tenían por un espía del Gobierno Argentino, Curruhuinca no concurrió.
En el año 1881 se realizó la ya mencionada campaña de los Andes que abarcó todo el territorio comprendido entre los ríos Neuquén y Limay, la cordillera de los Andes y el lago Nahuel Huapi. Durante esa campaña la vega de Chapelco fue recorrida por los mayores Silvano Daza y Nicolás Peñiñori. Después de la segunda campaña de los Andes, realizada en 1882, el general Villegas, cumpliendo instrucciones superiores, dispuso establecer una línea de defensa paralela a la cordillera a fin de impedir que los indígenas huidos a Chile pudieran volver. En virtud de esta disposición se crearon en la zona de referencia tres fuertes y trece fortines para dominar los boquetes cordilleranos. Para los fuertes se eligieron nombres de la campaña sanmartiniana: Chacabuco, el del Nahuel Huapi; Junín, el del valle del Chimehuín y Maipú, el de la vega de Chapelco. Los fortines recibieron nombres de los caídos durante la campaña de ocupación.
El 1º de abril de 1883 el capitán Adolfo Drury con 40 hombres del regimiento 7º de Caballería y la tribu de Curruhuinca compuesta por 42 indios de lanza, 47 mujeres y 82 menores, dejó establecido el fuerte Maipú a unos dos kilómetros hacia el este del lago Lácar, en el mismo lugar donde se encuentran los cuarteles actuales. Los informes militares no mencionaron explícitamente el izamiento de la bandera, pero resulta obvio que se haya realizado, como igualmente que en todos los fuertes y fortines flameaba la bandera nacional.
Después de la rendición de los últimos grupos indígenas en 1885, las tropas fueron retiradas; pero al agudizarse el conflicto limítrofe con Chile se decidió ocupar nuevamente el lugar. El jefe de la División Los Andes, general Rudecindo Roca, acantonada en el fuerte General Roca, recibió orden del ministro de Guerra, general Ricchieri, a principios de 1898 de ocupar el lugar para defender los derechos argentinos afirmados 15 años antes, por cuanto Chile pretendía toda la cuenca del Lácar.
En enero de 1898 se estableció en el abandonado fuerte el regimiento 3 de Caballería a las órdenes del coronel Celestino Pérez. Pero las nuevas circunstancias reclamaban ya algo más que la presencia de una unidad militar. Se imponía la ocupación definitiva y permanente, para lo cual era necesario atraer pobladores y fundar un pueblo. Rudecindo Roca hizo comparecer a Curruhuinca que, si bien ya se había sometido a las autoridades nacionales, recibía fuertes presiones de los indios chilenos que lo incitaban a resistir y apoyar las pretensiones de Chile y obtuvo su consentimiento para trazar el pueblo. El lugar elegido para establecer el pueblo fue en la orilla misma del lago. Inmediatamente se efectuaron los preparativos para el acto fundacional al que se procuró dar la mayor solemnidad posible. Un roble de 30 metros de altura fue acondicionado para mástil y plantado en el mismo sitio donde se encuentra ahora el mástil metálico, en la plaza Sarmiento.
El 4 febrero de 1898, frente a la tropa formada, se izó hasta el tope de aquel mástil la bandera azul y blanca; a continuación se cantó el himno nacional, quedando de esa manera reafirmada la soberanía argentina. Habló luego el coronel Celestino Pérez, designado el día anterior presidente de la comisión que debía trazar el pueblo. Del discurso entresacamos: “La aurora de un pueblo es un acontecimiento que no se ve siempre y en esta apartada y fértil región es de capital importancia dada su situación geográfica. El pabellón azul y blanco… que altivo flamea al tope del mástil que lo sostiene, nos contempla de lo alto confirmando con su ondear gallardo el ideal patriótico del señor general don Rudecindo Roca…”.
El general Rudecindo Roca en su alocución expresó: “Al entregar al cuidado del regimiento 3 de Caballería un punto avanzado de nuestra frontera internacional… las fuerzas del regimiento serán como han sido siempre nuestras tropas nacionales, una garantía para la paz, un elemento de armonía con propios y extraños y el primer factor para el desarrollo del progreso, incorporando no sólo por el derecho, sino también por la civilización, estas lejanas tierras de la Nación Argentina”. En la orden de día correspondiente a la fecha se puntualizaba: “Para consagrar definitivamente la ocupación de este punto, se resuelve: primero, nombrar una comisión compuesta del teniente coronel don Celestino Pérez, jefe del Regimiento 3 de Caballería, como presidente” y siguen los nombres de los vocales. El pueblo recibió el nombre de “San Martín de los Andes”. A un siglo de su fundación esta población que recibió el nombre del más ilustre de los argentinos, ha superado con creces las expectativas y esperanzas puestas en ella por sus fundadores; se constituyó a partir de entonces en la permanente presencia argentina en esa zona disputada por Chile, es una hermosa y pujante ciudad y un atractivo centro turístico.
Del antiguo fuerte, que se encontraba en el mismo lugar donde están los cuarteles, no quedan restos; el sitio donde se izó la bandera el 4 de febrero de 1898, la actual plaza Sarmiento, ha sido declarado “lugar histórico”.
Fragmento del libro “Patagonia azul y blanca”, de Clemente Dumrauf