jueves, 27 de marzo de 2025

El 1 de febrero, el Honorable Concejo Municipal concedió al señor Cosme Reichelt, con carácter provisorio y por el término de 6 meses, autorización para propalar audiciones musicales con altoparlantes desde el kiosco de la Plaza Independencia, con explotación de avisos comerciales. En su presentación el Sr. C. Reichelt solicitaba una concesión por dos años y ofrecía a la Municipalidad un porcentaje, el que dejaba a criterio del H. Concejo, porcentaje que se aclaró recién sería establecido a la terminación del semestre, período inicial éste que sería gratuito, resolución que se efectuaba con el fin de ofrecerle a la población las famosas retretas de años anteriores.

Los corsos de carnaval que se realizaron las noches del 25 al 28 de febrero y del 4, 5, 11 y 12 de marzo, en la calle 25 de Mayo, estuvieron muy desanimados como consecuencia, sin duda, del malestar económico reinante en el país, contribuyendo a restarle lucimiento la falta de comparsas, siendo la única excepción, la del domingo 26 de febrero, en la que hubo mayor cantidad de vehículos y se jugó con entusiasmo y alegría al carnaval, como en sus mejores tiempos.

La nota alegre de estos carnavales la constituyó la propalación de la música por los altoparlantes colocados por el Sr. C. Reichelt, cuyo aparato amplificador de radio, recientemente recibido de la Capital Federal, amenizó los corsos con una red de siete altoparlantes de gran poder, intercalando la música con propaganda de casas de esta localidad, por cuyo motivo fue justicieramente muy felicitado.

Por su parte las Empresas que explotaban los salones de los Teatros Español y Verdi, organizaron durante las noches de carnaval grandes bailes familiares, los que se vieron muy concurridos, pero en ellos reinó poca alegría ante la escasez de disfraces que siempre son los que dan la nota alegre en estas diversiones. En este sentido, el baile del Teatro Español del domingo 5 de marzo, podría ser la excepción, pues la concurrencia que se calculó en unas 500 personas bailaron con tal entusiasmo que la platea y el escenario resultaron pequeños para que la cantidad de parejas pudiesen bailar con cierta comodidad.

Textos de Matthew Henry Jones

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