Comienza la huelga
Antes de que terminara el año 1919 y como consecuencia del auge que estaba tomando las conquistas sociales de los empleados y obreros en todo el mundo, la población de Trelew se encontró conmovida por un hecho de naturaleza gremial que, para aquellos que no la presenciaron, les parecerá pura fantasía y hasta inverosímil de que haya podido ocurrir en un pueblo tan pacifico como el local.
El fermento de todo lo ocurrido lo encontramos en la Sociedad Obrera de Oficios Varios y Centro de Empleados, fundada a principio de año.
El movimiento era comienzo de la lucha por las reivindicaciones obreras, que luchaban para mejorar su situación y la de sus familiares, procurando que los patrones humanizaran sus relaciones con su personal, muchos de los cuales eran verdaderos tiranos; era la lucha por la jornada diaria de 8 horas y un jornal de $5 m/n.
El clima creado en este ambiente era el ideal para canalizarlo hacia el primer “asunto gremial que se presentase” y para ello sus dirigentes no tuvieron que esperar mucho tiempo, viniéndoles de perlas el malestar que se creó entre el personal y obreros de la firma comercial, con su propietario, el señor Victorio Gillio Matté, quien en más de una ocasión se comentaba en el pueblo que había traído desde Bueno Aires personal para su negocio, al cual una vez en esta, no le cumplía con lo que les había prometido y si sus empleados no cedían sus reclamos, sin consideración alguna se los dejaba sin el empleo. Por si esta desconsideración fuera poca, se decía que trataba a su personal en forma prepotente y con ello tenemos completado el cuadro en el que se inició la lucha del Centro de Empleados.
Esta firma estaba considerada como una de las principales casas de ramos generales existentes en el pueblo, ubicada en 25 de Mayo entre Carlos Pellegrini y pasaje San Luis, con sucursales en Rawson y Gaiman; además explotaba un horno de cal en Gales y A. P. Bell.
Esta firma, en 1920, reclamaba para sí, dos records en negocios en la zona: haber traído en un mes por vía marítima 2.000 cascos de vino y 1500 docenas de huevos.
El personal estaba disconforme con el patrón asegurando que los trataba en forma desconsiderada, despidiéndolos en cualquier momento y al parecer, según ellos, sin causa justificada. Llevada las quejas al Centro de Empleados, allí se resolvió iniciar en las últimas horas del sábado 13 de diciembre, una huelga general a la vez que continuar con el boicot contra el mencionado comerciante, al que se le negaban toda clase de servicios, hasta que diera satisfacción al personal despedido y prometiera conducirse mejor en lo sucesivo. A los pocos días se labró en el Centro de Empleados un largo manifiesto al que se dio amplia difusión, el que fuera firmado por 148 personas, muchos de los cuales firmaron por amistad con los que hacían firmar el manifiesto, pues se deseaba tener la mayor cantidad de firmas posibles. En dicho manifiesto se exageraban los hechos y se le hacían graves e inexistentes acusaciones al señor Gillio Matté, además de insertar un pliego de condiciones, que considerado como un chantaje le permitieron iniciar un juicio contra los firmantes, privándolos de su libertar por alrededor de 45 días, al ser detenidos y enviados a la cárcel de Rawson.
Todo este panorama era atentamente observado desde la gobernación, donde el despacho, por encontrarse ausente el titular Dr. Oreste Franzoni, estaba en manos del Secretario General Sr. Nicolás Federici, quien en su febril imaginación, creyó ver en todo esto un serio movimiento de corte comunista y como tal escribió telegráficamente al Ministro del Interior, solicitando además, por razones de seguridad, se remitiese un barco de guerra a Puerto Madryn con el fin de contar con refuerzos cercanos. Así las cosas, ni bien apareció el manifiesto declarándole el boicot, el señor Gillio Matté se trasladó a la gobernación para entrevistarse a su amigo, el señor Federici, el que además de ejercer el cargo de Gobernador interino, también se había hecho designar Jefe de la Policía interino, en ausencia del titular.
Para completar su autoridad, téngase en cuenta que en aquellos años el director de la cárcel dependía directamente del Poder Ejecutivo y no como en la actualidad que depende del Poder Judicial, con lo que en esos instantes reunía en sus manos el sumun del poder en el territorio; y para cometer cualquier arbitrariedad, solo tenía que contar con la anuencia del Juez Letrado, lo que consiguió tal cual veremos, recurriendo a una estratagema que le dio muy buen resultado; ya que el señor Federici, en vez de procurar darle al conflicto una solución razonable, lo que fácil le hubiera resultado con solo interceder en forma imparcial, convenció al fiscal de Juzgado Letrado, juez subrogante por vacancia del cargo del que trasladara al tribunal a Trelew, para proceder con energía, a fin de impedir que triunfara una “Revolución Comunista”, que empezaba a manifestarse en dicho pueblo, la que solo existía en su afiebrado cerebro. Al principio el Fiscal del Juzgado se negaba a darle crédito a lo que le decían, pero terminó por acceder cuando le mostraron los textos de los telegramas ya despachados al Ministerio. De común acuerdo el miércoles 17 de diciembre, se efectuó el citado traslado, estableciéndose las oficinas judiciales en la comisaría local, donde también estableció su despacho el gobernador y jefe de policía interino, quien llevó consigo a todos los agentes y guardia cárceles disponibles.
Párrafos de Matthew Henry Jones