Carlos Agüero dedicó gran parte de su vida a recorrer las vías del ferrocarril, convirtiéndose en un símbolo de compromiso y pasión por su trabajo. Pero su historia no solo está marcada por los kilómetros en las vías, sino también por el apoyo incondicional de su familia y su confirmación de amor arriba del tren.
Carlos Agüero es el reconocido maquinista del Viejo Expreso Patagónico “La Trochita”. En el año 1986 arribó a Esquel para desempeñarse en el ferrocarril y hoy, a sus 62 años, continúa con el sentimiento y la pasión de sus inicios en el oficio.
Su crianza en Tres Algarrobos, en la provincia de Buenos Aires, lo tuvo trabajando desde muy pequeño: “A los 9 años empecé a trabajar en una panadería, hasta los 14, para poder llevar el pan a mi casa. Luego quedé como maestro de pala y empecé a ganar un sueldo”.

Luego de tres años, a sus 17, Carlos tuvo un paso por la ciudad de Lincoln y luego, arribó a Capitán Castro, pequeña localidad donde vivía su hermana. Allí, según cuenta a La Voz de Chubut, en el año 1983, ingresó al ferrocarril en el ramal RPB (Rosario – Puerto Belgrano), en el sector de vías y obras: “Pasé una solicitud de ingreso a la carrera de conducción y en abril de 1984 me mandan a rendir un examen a Plaza Constitución. Allí rindo bien y me trasladan a Olavarría; a la escuela técnica de La Fraternidad, para realizar el curso de aspirante y ayudante de conductor”.
“En Olavarría rendí de manera satisfactoria y quedé como aspirante”

Ya con el galardón en su haber, Carlos Agüero solicita una vacante de ayudante en la ciudad de Esquel, donde efectivamente lo trasladan en 1986.
“Me quedé a hacer mi carrera de conductor en Esquel. En 1990 me mandan a Bahía Blanca a hacer el curso de conductor; rindo bien y regreso a Esquel después de un año”

“Para mí, fue lo mejor que me pudo haber pasado en la vida haber venido a Esquel a trabajar a La Trochita”, destaca Carlos, recordando que es la ciudad donde conoció a su esposa Amalia y formó su familia con tres hijos; Ayelén, Magalí y Mariano.
“El apoyo de mi familia es muy importante; sin ellos, todo hubiera sido muy difícil”

“Ser ferroviario no es un oficio, es un sentimiento”, enfatiza emocionado el entrevistado, agregando que “ser maquinista es una de las responsabilidades más importantes dentro de la empresa, con este tipo de tracción y la edad del material rodante más todavía”
Ese sentimiento del cual habla Carlos sobre el tren parece no tener techo… Tal es así que, el pasado 12 de mayo, decidió casarse con Amalia en uno de los vagones; lugar donde nació esta historia de amor.

La jornada estuvo llena de emociones y alegría: “Casarnos en el tren para mi esposa y para mí fue lo más lindo que nos pasó. Fue el lugar donde nos conocimos allá por el año 1986”.

Carlos continúa con su labor en el tren, mientras admite tener un sueño pendiente: “Lo que siempre quise fue haber podido dictar un curso en la escuela técnica de La Fraternidad que se formó en Esquel”.