domingo, 9 de febrero de 2025

Un caso demostrativo de lo que podía haberse hecho con los distintos grupos indígenas lo constituye la colonia pastoril Cushamen, formada por la tribu de Miguel Ñancuche Nahuelquir y otras familias. Este cacique, después de haber actuado como baqueano en el Ejército y en la Comisión de Límites, junto con su hermano Rafael y asesorado por Francisco P. Moreno y Clemente Onelli, obtuvo la concesión de 260.000 hectáreas en el noroeste del Chubut por decreto del presidente Roca el 5 de julio de 1899. Estas tierras fueron luego subdivididas en lotes de 650 hectáreas para ser adjudicados a las familias de su tribu.

El 30 de noviembre de ese mismo año, la División de Geodesia imparte al agrimensor Agustín I. Rodríguez las instrucciones para la mensura de la colonia, acompañando una lista de indígenas que ocupaban ya tierras en el paraje designado, a los que debía darse preferencia en la adjudicación, siempre que reuniesen los requisitos exigidos por la ley. Notificados los linderos, el agrimensor inició sus tareas el 27 de diciembre. El 18 de abril de 1900 informó a la Dirección General de Tierras y Colonias que había concluido la mensura y subdivisión, y dado posesión provisoria de sus lotes a 52 personas; 19 pertenecían a individuos que figuraban en la nómina que le había sido entregada.

La colonia prosperó rápidamente y surgió la necesidad de la presencia de funcionarios oficiales para la debida ejecución de los trámites civiles y legales. Antes que concluyera el año 1900 ya se había nombrado un encargado de policía en la persona de Agustín Pujol, un poblador de la zona. Al año siguiente es designado Severiano Britto. Poco tiempo después se sintió la “necesidad de reforzar la policía, dado el aumento de la población y la importancia” que había adquirido, por lo que S. Britto fue ascendido a oficial en Comisión y se pusieron a sus órdenes tres agentes. En los meses siguientes otros individuos solicitaron lotes en la colonia. Al disponer la Jefatura de Policía (del Chubut) una inspección en la zona noroeste del Territorio en noviembre de 1900, comisario Inspector Ithel Berwyn “dar posesión en la colonia Cushamen a los indígenas cuya lista se adjunta”. Al año siguiente se agregó la tribu de Juan Napal, por lo que en octubre de 1901 se encomienda al ingeniero Hugo Bimboni, que iba a realizar un viaje de exploración, para que proceda a “ubicar y dar posesión a los individuos detallados en la nómina” que se le entrega. A cambio de ese servicio la Gobernación le proporcionó medios de movilidad y un agente de policía.

El Juzgado de Paz

La larga distancia que debían recorrer esos pobladores para realizar cualquier trámite civil, pues la colonia dependía del Juzgado de Paz de 16 de Octubre, hizo pensar en la conveniencia de establecer otro Juzgado en la misma colonia. Ante esta perspectiva, un grupo de 36 vecinos se dirigen al gobernador A. Conesa el 30 de setiembre de 1902 para manifestarle que habiendo llegado a su conocimiento que se crearía un Juzgado de Paz en este importante distrito del Territorio” solicitan se nombre “para desempeñar dicho cargo al ciudadano Sr. Severiano Britto. Este señor en el corto tiempo que viene desempeñándose en este punto, los cargos de comisario interino y jefe del Registro Civil, ha procedido con tanta corrección y acierto, tratando siempre de infundir confianza y aliento tan necesarios a los pobladores de estas alejadas regiones, granjeándose la simpatía de los mismos, que verían en su nombramiento de juez, la mejor garantía de sus intereses y progresos de esta floreciente región”. Conesa les responde que “se tendrá en cuenta esta solicitud, una vez que la superioridad apruebe la subdivisión administrativa que se ha propuesto, sin cuyo requisito no es legal la creación de nuevos juzgados”. Y cumplió su promesa, pues cuando fue creado el nuevo Juzgado de Paz (19 de mayo de 1904) se nombró juez a S. Britto, aunque ya no era gobernador Conesa.

Hacia fines de 1901 había pasado por allí Clemente Onelli y pudo observar “escenas de activa vida rural que habían transformado ya la virgen naturaleza de los años anteriores, haciendo pensar si no sería bueno que el gobierno ensayara educar a las demás tribus con el aliciente de la tierra donada. De todas maneras… sirve de patrón o testigo para demostrar que tienen más aptitudes para el progreso que los otros sujetos colonizadores de la comarca, sean ingleses, galeses o criollos, que a pesar de disponer de campos más fértiles y capitales más importantes, presentan una inmunidad a toda prueba contra los sueros de la civilización y del progreso”, 285

Tal vez un entusiasmo circunstancial haya llevado a Onelli a alguna exageración. Sin embargo el censo efectuado hacia fines de 1902, el gobernador Alejandro A. Conesa lo cierra con este breve pero significativo comentario: Es el distrito “más rico en ganadería de la Patagonia, con una población de cerca de 1.500 habitantes”. Lo confirma también el informe de Santiago A. Bello en 1905 a raíz de la inspección efectuada en las colonias indígenas existentes. Después de describir el lamentable estado en que se encontraban casi todas, destaca con entusiasmo la prosperidad reinante en la colonia Cushamen, la armonía y buenas costumbres. “Las autoridades tenían poco que hacer con los pobladores, todos indígenas, y ellos piden que no se permita la instalación de ningún extraño. Reinaba entre ellos una verdadera comunidad, bajo la autoridad del cacique Miguel Nahuelquir… La población es laboriosa y los sembradíos se hacen en condiciones regulares…”.

“Patagonia azul y blanca”, Clemente Dumrauf

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