Organización política y social
No tenía un gobierno único, sino que cada tribu era una organización independiente. A veces ni siquiera era una tribu, sólo una gran familia, que se regía por un cacique o un jefe de familia.
Los tehuelches viajaban en grupos familiares numerosos, y lo hacían por un desierto enorme, a veces sin muchas fuentes de agua ni abundante caza de animales. Cada tribu tenía delimitado el territorio por donde se movilizaba, para no acabar con los animales y la leña, o ellos morirían de hambre y frío. Se trasladaban por caminos conocidos y se reunían en puntos preestablecidos, pues en el desierto patagónico es también muy fácil perderse y morir de sed.
En cada viaje cubrían muchos kilómetros. Antiguamente a pie, luego con el caballo, ellos no avanzaban mucho más rápido, pero si el trayecto era más aliviado, pues los animales cargaban con sus toldos y las herramientas de caza.
El cacicazgo
Para atravesar el territorio de una tribu vecina, había que pedir permiso, o de lo contrario, esa actitud era considerada una invasión y podía ser motivo de guerra. Ésta se concretaba, si el cacique tenía el apoyo de los miembros más importantes de la tribu. Una vez declarada la guerra, peleaban a muerte, y los vencedores se llevaban a las mujeres y a los jóvenes. Los ancianos eran desechados. Antiguamente las armas empleadas fueron: la lanza y las boleadoras. Con la venida de los blancos, incorporaron los sables y más tarde las armas de fuego.
El cacique se encargaba de organizar la guerra y de llevar adelante la tarea de caza. Este rol lo cumplía generalmente el padre, en contadas veces la madre y otras un abuelo, si era lo bastante joven y autosuficiente como para ser respetado como tal.
El cacicazgo se heredaba de padres a hijos, pero si estos no demostraban tener condiciones para ese cargo, podía heredarlo un hermano o un sobrino u otro miembro de la familia.
La organización familiar y el trabajo de las mujeres
El cacique, la mayoría de las veces, tomaba por esposa a la hija o hermana de otro cacique, la que además podía ser comprada. Estaba permitido tener más de una esposa, pero ésta sería siempre la principal, pues divorciarse de ella posibilitaría una guerra. Tener más de una, significaba contar con cierta posición económica, ya que para evitar peleas entre esposas era conveniente que habitaran distintos toldos con sus respectivos hijos.
Por lo general, los tehuelches tenían mucha paciencia con los niños. Soportaban todas sus travesuras. Poseían un gran sentido de unión familiar. Se podía abandonar una tribu por diversos motivos, pero casi nunca a la familia.
El trabajo estaba perfectamente dividido en tarea de hombres y de mujeres.
A ellas les correspondía sobar los cueros y fabricar los toldos. Confeccionaban la ropa y decoraban los quillangos. Se hacían cargo de embalar y desembalar los toldos, los palos que servían de sostén, y todos los demás enseres, que necesitaban ser transportados en el viaje. Cuidaban de que nada fuera perdido en el trayecto.
Debían acarrear la leña y el agua una vez acampados. Cocinaban y atendían a los niños. Creían que durante el embarazo era saludable trabajar con tesón, así su hijo nacería fuerte y sano. Para el S. XIX, las mujeres habían aprendido a tejer en telares.
Los hombres se encargaban de fabricar las armas y las herramientas; llevar a cabo las guerras; la caza; y de domar y cuidar a los caballos.
En un período más tardío, con los restos de naufragios u objetos dejados por los blancos, fabricaban las alhajas femeninas, adornos, cuchillos y todo lo relacionado con las cabalgaduras (aperos, recados, ensillado, etc.).
Era tarea masculina el derretido y almacenado de grasa, elaborar la carne disecada y estaquear los cueros para que las mujeres luego confeccionaran los toldos.
Como buenos cazadores-recolectores, sus presas más buscadas eran el guanaco y el avestruz, puesto que su gran tamaño servía para que se alimentaran varias personas a la vez. Los caballos constituían un buen alimento pero en ocasión de celebrarse alguna ceremonia religiosa. De los animales nombrados no sólo aprovechaban toda su carne, sino también el cuero de los guanacos y caballos; y las plumas en el caso del avestruz. Con estos elementos confeccionaban la vestimenta y las viviendas.
Del avestruz utilizaban de alimento los huevos por su gran tamaño. Además cazaban animales más pequeños como el piche, las liebres patagónicas, patos y gansos salvajes. También tenían animales domésticos como perros o gallinas.
Fragmento del libro “Tehuelches y Galeses”